Las cifras de 2017 dejan un sabor amargo a todos los partidos, y una lección: son las alianzas

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La transición no se consolidó. Y de nuevo, el amanecer tuvo un déja vú. El PRI se perfila a ganar las elecciones del Estado de México y Coahuila. En la entidad mexiquense, el gran reflejo de la política mexicana, la oposición se atraganta con un sabor amargo porque la oportunidad estuvo y así lo muestran los resultados: el 30.81 por ciento de Morena sumado al 17.79 del PRD hubiera podido hacerle frente con un buen margen al 33.72 por ciento que pone en la delantera al priista Alfredo del Mazo Maza. Pero ambos partidos que se asumen de izquierda se resistieron y prefirieron competir en soledad.

Morena se consolidó como la gran fuerza opositora mientras que el PRD vivió un renacimiento. El PAN ganó fuerza en Nayarit, pero envió una gran imagen de derrota en el Estado de México.

Lo amargo es para todos y lo prueba también el partido fundado por Plutarco Elías Calles. Esta es una victoria sin destellos, ni verbenas con confeti tricolor. Por primera vez, el PRI estuvo a punto de perder la entidad mexiquense, el terruño de su emblemático grupo Atlacomulco, frente a Morena. De hecho, ante sí mismo, sí perdió. Sus votos se desplomaron en 30 por ciento con respecto a la elección de 2011 y su candidato, Alfredo del Mazo Maza gobernará sólo con la tercera parte del electorado.

De facto, la carretera para arribar a 2018 está construida. El mensaje de que el PRI puede operar y opera está dado. Y si es que en estos años se ha desmembrado, la oposición no ha sido capaz de llenar sus espacios rotos. No ha sido capaz sin alianzas.

Estas son las fuerzas protagonistas de la reciente elección, su actuar y el punto al que han llegado ahora cuando faltan 12 meses para se inicie la contienda para las elecciones presidenciales de 2018.

Ciudad de México, 6 de junio (SinEmbargo).– El Partido Revolucionario Institucional (PRI)  se volvió a conformar como primera fuerza política después del ejercicio del 4 de junio. El músculo del dinosaurio se había debilitado; pero el día después de las elecciones amaneció fortificado. Los últimos cuatro años, el partido padeció fracturas y una caída en su aprobación. En 2016 quedó hundido en una derrota electoral histórica al tiempo que tres gobernadores que ganaron con su insignia fueron aprehendidos por delitos de corrupción. A ello se añadió la calificación a la gestión del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que poco a poco se aminoró hasta llegar al 10 por ciento que promedian hoy las encuestas.

Hoy, la probabilidad indica que el PRI gane el Estado de México, la tierra donde ha gobernado durante nueve décadas sin interrupción. No fue fácil. El resultado del candidato Alfredo del Mazo Maza es el más bajo de la Historia. Logrará el triunfo con 2 por ciento; en otras palabras, sólo la tercera parte del electorado votó por él. Ello significa una caída de 30 por ciento de los sufragios respecto a la elección de 2011, cuando Eruviel Ávila Villegas obtuvo el 64.97 por ciento. En 2005, cuando Enrique Peña Nieto se convirtió en Gobernador, el PRI ganó con 41.58 y en 1993, la primera vez que se abrió la competencia a los partidos políticos, lo hizo con 62.36 por ciento.

Aun así, con 88 años de vida y el poder ejecutivo en sus manos, el PRI dejó la jugada lista para los comicios presidenciales de 2018. ¿Cómo lo va a lograr? Ahora mantiene más que nunca lustrada su arma principal: el voto duro, la experiencia que tiene de someter a la voluntad popular. El mensaje de que puede operar y opera está dado.

El déja vú se vivió otra vez: el PRI ha triunfado pese a que no hubo miembro de la oposición que no señalara irregularidades en las campañas y llamara “elección de Estado” a la votación en el Estado de México. Los hechos conformaron un relato en este sentido. En lo que va de su Administración, el Estado de México fue la entidad más visitada por el Presidente Enrique Peña Nieto, ya fuera para inaugurar obras o simplemente brindar discursos.

La Unidad de Datos de SinEmbargo contó que fueron 50 veces en 55 meses de Gobierno. Sólo de enero de 2016 a mayo de 2017 Peña Nieto pisó 22 ocasiones su terruño, tres veces más que Veracruz, el segundo estado más visitado. Que el partido fundado por Plutarco Elías Calles está de nuevo a la cabeza lo indica en estas horas el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM). Alfredo Del Mazo Maza, candidato en el Estado de México, tiene casi 33 por ciento de las preferencias, adelante de Delfina Gómez Álvarez, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) quien tiene 31.51 por ciento. En Coahuila también aventaja con el candidato Miguel Riquelme con 38.1 por ciento sobre, Guillermo Anaya del PAN con 36.81 por ciento.

Pero el PRI pierde en Nayarit con el suspirante Manuel Humberto Cota que alcanzó 27 por ciento frente a Antonio Echavarría, de la coalición “Juntos por ti” integrada por el PAN, PRD, PT y PRS que se pone al frente con 38.55 por ciento. Es la segunda derrota en esa entidad. El tricolor no ha podido con la familia Echevarría. En 1999, con la alianza PAN-PRD ganó Antonio Echevarría y ayer, su hijo repitió la hazaña.

En donde el PRI quedó derrotado por completo fue en Veracruz donde se eligieron alcaldes. Logró triunfar en 35 de 212 demarcaciones en juego, mientras que la coalición PAN-PRD se alzó con 113, según el PREP que lleva más de 99 por ciento de avance.

Alfredo del Mazo, la dinastía y su partido no deja el Gobierno del Edomex. Foto: Cuartoscuro

EL PAN GANA, CON SABOR AMARGO

En realidad, el partido fundado en 1926 por Manuel Gómez Morín que en 2000 y 2006 ganó la Presidencia de la República, sólo perdió en el Estado de México donde quedó en la cuarta posición con la candidatura de Josefina Vázquez Mota. En cambio, se convirtió en la primera fuerza política en Veracruz donde aliado con el PRD ganó 113 alcaldías según el 99 por ciento del PREP.

Si gana Coahuila –los resultados aquí son cerrados respecto al PRI- lograría un avance al sumar 12 gubernaturas frente a las 14 del PRI, cuatro del PRD, una del PVEM y la del independiente, Jaime Rodríguez Calderón en Nuevo León.

Pero en estas elecciones el Estado de México se convirtió en la antesala de las elecciones de 2018. Y la figura de Josefina Vázquez Mota, la candidata albiazul, en la de la derrota. El PAN no logró en la entidad mexiquense una estructura territorial y desarrolló una campaña que incurrió en errores evidentes. En el interior del mismo partido, los militantes manifestaron desacuerdo por la forma en que se realizó esta campaña.

Acción Nacional enfocó sus baterías en contra de la candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez, y esta táctica hizo que Josefina Vázquez Mota no fuera identificada como candidata de oposición. La decisión, de acuerdo con panistas consultados, se debió al asesor de comunicación política, el colombiano Mauricio de Vengoechea, quien a mediados de mayo dejó la campaña.

“Debo reconocer que las tendencias no me favorecen”, dijo a las 10 de la noche del del 5 de junio. Fue la misma frase que utilizó la noche del 1 de julio de 2012, a las 8:30, cuando contendió por la Presidencia de la República. La campaña de Josefina tuvo varios costos: llevó al partido a la cuarta posición en el Edomex, su familia fue investigada por presunto lavado de dinero y a su fundación “Juntos Podemos” le quedó una demanda por el posible desvío de fondos públicos.

MORENA CRECE, PERO GANA POCO

Su vida como partido se inició el 26 de enero de 2014 y al año siguiente por primera vez participó en una contienda electoral en la que en la Ciudad de México le arrebató cinco delegaciones al PRD. En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Morena le disputó el dominio al Sol Azteca con un empate de diputados. En Tabasco, Edomex, Michoacán, Campeche, Yucatán y Veracruz obtuvo también alcaldías y diputaciones.

Así creció y el domingo pasado, se posicionó como la principal fuerza opositora y la segunda más votada. Al cierre de este texto, en Nayarit y Coahuila estaba en tercer lugar, mientras que en Veracruz se ubicaba en cuarto sitio con 16 alcaldías, justo las que integran el corredor petrolero. En Jalapa, la capital veracruzana, no perdió una sola acta con el candidato Hipólito Rodríguez Herrero, un académico de la Universidad Veracruzana.

El escaparate de la fuerza de Morena fue el Estado de México. Ahí, Delfina Gómez Álvarez, una maestra que ha pasado más de treinta años en las aulas, le dio la batalla más cerrada en la historia de los procesos electorales a Alfredo del Mazo Maza –primo del Presidente de la República- del PRI, partido que ha gobernado ahí las últimas nueve décadas.

El arrastre y capital de Morena no se entiende sin ver la figura de su fundador, Andrés Manuel López Obrador cuya historia se encuentra en el PRD, organización que presidió y de la que fue candidato presidencial en dos ocasiones, 2006 y 2012. Después de la elecciones de 2012 y ante diferencias con la línea seguida por la dirección nacional, López Obrador renunció al PRD para formar un nuevo partido. El PRD quedó debilitado. Pero en esta elección logró renacer. Su candidato en el Estado de México, Juan Zepeda, lo posicionó como tercera fuerza. La pregunta latente durante los meses de campaña fue si la izquierda mexicana, PRD y Morena, debían competir de manera unificada con tal de desplazar al PRI en esa entidad. No lo hicieron. Y hasta el cierre de este texto, los resultados daban 30.81 por ciento a Delfina Gómez Álvarez de Morena y 17.79 por ciento a Juan Zepeda del PRD. La suma hubiera podido hacerle frente con mucho margen al 33.72 por ciento que pone en la delantera a Alfredo del Mazo Maza.

Morena, con un pie en el Edomex que lo empujará en 2018. Foto: Cuartoscuro

PRD DETIENE SU DEBACLE

Herido por sus propias pugnas, los señalamientos de corrupción, la supuesta participación del alcalde de Iguala, Luis Abarca Velázquez en los acontecimientos de Iguala en 2014, cuando desaparecieron 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero; la dimisión de una decena de senadores, la salida de su fundador Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y la pérdida de votos cautivos en las elecciones de 2016. Así llegó el PRD a las elecciones de 2017.

Pero, como lo dijo la misma dirigente nacional, Alejandra Barrales, las elecciones de la mañana del 5 de junio fueron “un renacer”.

El PRD fue  fundado hace 25 años por políticos inconformes con el PRI, colectivos y organizaciones que apostaron por la derrota del sistema político hegemónico. Apenas hace meses el partido estaba en crisis. Se reponía de la salida de Andrés Manuel López Obrador para fundar Morena y luego de la de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano quien lo abandonó por “diferencias profundas” con la dirigencia encabezada en ese momento por Carlos Navarrete Prida, cuando en marzo, 12 de los 20 senadores también lo dejaron.

Cuando se fue, Cárdenas Solórzano, hijo del General Cárdenas, ex Presidente de México, dejó asentado en una carta que el PRD carecía de un debate interno, pero en cambio, tenía un sistema de cuotas para la toma de decisiones y participación de la militancia.

En la última década, el PRD se dividió en corrientes que se dieron a conocer como tribus. Hoy, los especialistas ven dos: la llamada Nueva Izquierda o “Los Chuchos” encabezada por Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano Grijalva y una corriente originada en el Estado de México, Alternativa Democrática Nacional (ADN). Y ven que en el estilo de tener corrientes internas, el partido se aminora, se achica, se fractura casi siempre que hay que tomar decisiones.

Fue el último en nombrar candidato para las elecciones del Estado de México. Pero en marzo, el nombre de Juan Zepeda, un Diputado local con licencia que fue alcalde de Nezahualcóyotl, empezó a hacer eco en la contienda.

El PRD se quedó con el tercer lugar en las preferencias electorales del Estado de México. Aliado con el PAN logró la gubernatura de Nayarit , pero en Coahuila cayó al sexto lugar. En Veracruz, donde se eligieron alcaldías, se colocó en primer sitio.

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