¿Oiga Usted… Orden Y Progreso!

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Por El Bicho Politicón

Auguste Comte, filósofo francés del siglo XIX propuso el positivismo para la solución de los problemas sociales, “el amor por principio, el orden por base, el progreso por fin”, coincido en que partir del orden como base es un buen principio para ir pensando en la solución ulterior de los problemas.

¿Quién puede edificar sobre el caos? Tenemos que poner en orden la casa, limpiarla, dejarla lista para luego, pensar en progresar. La idea ya se aplicó en nuestro país durante el porfiriato, claro, al final las fuerzas de la burguesía creciente impulsaron la revolución y el orden y progreso porfirista se fue en el “Ypiranga” precisamente a Francia, donde finalmente murió el dictador.

Volviendo a la actualidad, es necesario hacer una revisión del positivismo y, de alguna manera, repensar en la aplicación de dicha filosofía, van por lo tanto los lineamientos básicos del positivismo.

La idea de progreso era un tópico cultural del siglo XIX. Cuánto nos urge en nuestro pueblo que haya progreso, la solución de muchos de los problemas pasa necesariamente por la reactivación de la economía.

La interpretación dominante de los términos entendía el progreso como crecimiento económico y modernización, y el orden como la fijación de las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la proyección del progreso sin pausa. Eso lo debe garantizar cualquier tipo de gobierno, es base de una relación fructífera entre gobierno y sociedad.

La mejor forma de asegurar el progreso no era mediante la crítica, el conflicto de clases y la actitud revolucionaria, sino que reconciliando las tendencias y las clases antagónicas, educando a todas las clases de la sociedad… esto es lo que enseñaba la nueva ciencia positiva de Comte, conciliando dos principios fundamentales: Orden y Progreso.

La crítica puede ser usada para crecer, ya que si no hay voces que denuncien lo mal hecho, no puede haber avance, está en el gobernante en turno tomar a la crítica como aliada o como enemiga, ahí se verá de qué pie cojea el gobierno. No vaya a estar como el mítico Salinas de Gortari, que ni los veía, ni los escuchaba, es decir, no le importaba y se comportaba como el único con las soluciones.

Y no queremos otro Salinas en el gobierno.

Pues eso.

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