Una llaga en el corazón de Coapa

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Una herida de 4 kms. con comercios cerrados e inmuebles colapsados marcará para siempre la zona sur de la CDMX.

Redacción – Reforma

Una llaga en el corazón de Coapa

(Agencia)

01/10/2017 09:07 / Ciudad de México

El corazón de Coapa quedó trastocado por el sismo del pasado 19 de septiembre. Canal de Miramontes, su avenida principal, evidencia los estragos del terremoto en una zona cuyos habitantes no tienen memoria de afectaciones por sismos. Los temblores pegaban en el centro de la Ciudad, pero jamás acá. Con el temblor también se derrumbó el mito.

Coapa inició su urbanización en los 80, década en la que seguía habiendo sembradíos donde se cultivaba alfalfa y granjas donde se vendía huevo y leche bronca, a pesar de que ya había construcciones importantes, como la Prepa 5 de la UNAM en Calzada del Hueso (desde 1955), y la unidad Narciso Mendoza, también conocida como Villa Coapa, levantada para albergar a jueces, árbitros y periodistas durante los Juegos Olímpicos de 1968.

A inicios de los 80, cientos de familias llegaron a esta zona en la que confluyen las delegaciones Coyoacán y Tlalpan, apostándole al desarrollo del sur de la Ciudad. Casi 40 años después, Coapa es una zona representativa de la capital, con una importante actividad comercial que alimentan las familias de clase media que habitan la zona.

“Coapeño” de toda la vida, Alfonso Velázquez, de 39 años, estaba en Galerías Coapa a las 13:14 horas del martes 19 de septiembre, llevaba dos bebidas de Starbucks, además de la bolsa de alimento para sus gatos y una película que había comprado.

No entendía qué estaba pasando; a su alrededor se desplomaban pedazos de concreto, él mismo tropezó y cayó, se le vinieron los cafés encima, intentó levantarse pero resbaló por las bebidas derramadas, trató de hacerlo una vez más y de nuevo perdió el equilibrio.

Cuando pasó el sismo, recibió una llamada de su esposa que estaba en Acoxpa, agradeció que estuviera bien y fue a ver su departamento en Calzada de Las Brujas, checó a sus gatos y tomó su drone para sobrevolar Galerías Coapa y ver el estacionamiento, donde estaba su automóvil.

Con el aparato, pudo ver el edificio de Rancho del Arco 32, totalmente colapsado. En ese edificio, vivió en su adolescencia, entre 1994 y 1997. Más tarde, se enteró de la tragedia en el colegio Enrique Rébsamen, donde estudió el segundo de primaria.

“Lo que todo el mundo estaba repitiendo es que en Coapa no pasa nada, se siente feo, sí, pero no es una colonia vieja. Estoy a salvo, mi edificio está en perfecto estado, pero a 700 metros a la redonda tengo cinco o seis puntos que están por caerse, que no han desconectado el gas, que la gente no puede entrar por sus cosas”, comenta.

Girasoles II 
Sobre Canal de Miramontes, siete edificios ubicados entre Rancho Vistahermosa y Calzada del Hueso (los números 2990, 2998, 3004, 3010, 3020, 3032 y 3040) permanecen acordonados.

Enfrente, afuera de “La Cómer”, mantienen presencia los residentes de esos edificios, en espera de que puedan sacar algunas pertenencias.

En el número 3020, donde hay 24 departamentos, el martes 26 (una semana después del sismo) las autoridades dieron oportunidad de que los habitantes entraran, pero sólo cinco minutos, para rescatar sus pertenencias más preciadas.

Uno de los residentes es miembro de las Fuerzas Armadas, y con el apoyo de la Marina fue el primero en entrar, pues tenía que sacar armas y uniformes para evitar que cayeran en malas manos.

Alma Roldán, una señora que se presenta como artista -conocida en el medio como “la chaparrita de México”-, tiene que sacar los vestuarios que necesita para sus shows, entre los que destaca su imitación de la fallecida intérprete de banda, Jenni Rivera.

Es imposible que en los cinco minutos pueda sacar los vestuarios con sus respectivos zapatos y accesorios, unos 30 conjuntos que ella valúa entre 20 mil y 30 mil pesos cada uno. Sin esos vestuarios, no puede trabajar.

“La chaparrita de México” se mudó a Coapa por seguridad, después de padecer el temblor de 1985 en la Unidad Tlatelolco, y tener que ser desalojada, por lo que optó, como muchos, por una zona “más segura”.

“Yo ya viví ésto dos veces”, comenta.

Ahora, como sus vecinos, tendrá que cancelar contratos de agua, luz, gas, Sky, internet, hasta que los departamentos sean de nuevo habitables.

Otra familia del 3020 hizo todo un plan para ingresar al departamento, y decidió que entre la hija universitaria con una mochila vacía en la espalda. Lleva escrito con pluma en el brazo las cosas que debe sacar, entre ellas el monedero de su mamá con su carnet del ISSSTE, y una tomografía de su papá.

Escribió la lista en su brazo para no perder tiempo sacando una lista de papel que, por las dudas, lleva en la bolsa del pantalón; usa guantes y tapabocas.

Pasan los minutos y la joven sale en medio de una crisis, llora de frustración. El archivero al que debía dirigirse para sacar los papeles está derribado y no tuvo fuerzas para levantarlo y mucho menos para encontrar las cosas. Su madre la observa del otro lado de la acera, comparte el sentir de su hija y se acerca para calmarla, no sin antes reclamar lo estricto del tiempo para sacar las cosas.

“Nosotros necesitamos expedientes, carnet, la tomografía de mi esposo, no quería yo perfumes, ni zapatos ni vestidos”, dice acongojada.

La angustia de la familia es tal que la gente de la delegación les da una segunda oportunidad. Esta vez entra la madre, que ubica perfectamente el lugar del monedero, pero con otras cuatro personas que le ayudan a levantar el archivero.

La odisea es muy distinta en el 3010. De los siete edificios, es el que se ve en peor estado. Nerviosos, los residentes esperan el dictamen de daño estructural sobre el camellón.

Luego de acudir con el ingeniero Eric Ramírez a valorar la propiedad, el delegado de Coyoacán, Valentín Maldonado, cita a los afectados en el Parque Salvador Allende, en la esquina de Rancho Vistahermosa y Canal de Miramontes, para darles las peores noticias: el edificio será demolido a la brevedad y no hay manera de entrar para sacar nada.

En el parque hay residentes de los siete edificios, varios vecinos quieren tomar la palabra, pero Maricela Cícero arrebata el micrófono y dice que tienen que hablar los que viven en el 3010, porque son los más jodidos, y exige el compromiso del delegado, para lo que expone su situación personal.

“Lo acabo de pagar. Tengo 32 años y es mi patrimonio. Lo acabo de amueblar. Estoy por embarazarme, ya no me embarazo, a lo mejor hasta me quedo sin hijos, por ver esta problemática. ¿Tenemos oportunidad de recuperar documentos en la demolición? Queremos estar presentes”, demanda.

Todo esto ocurre en uno de los puntos más transitados de Coapa, donde cientos de transeúntes y automovilistas miran con detenimiento los edificios por los que pasaban diariamente, quizás sin voltear a verlos. “Ojalá que no los tiren”, dice una señora al volante.

En la esquina de Canal de Miramontes y Calzada del Hueso, frente a Galerías Coapa, se derrumbó un local comercial donde estaba el gimnasio “Perfect Body” y una tienda de Colchones Atlas. Hay saldo blanco, pero el derrumbe está en uno de los sitios más transitados.

A esa plaza, todo coapense fue algún día a comprar un tornillo, una rondana o un cancel en la famosa ferretería Sekiguchi, que estuvo ahí desde hace décadas.

Más recientemente, arriba de Sekiguchi se instaló un local de tacos de El Pescadito, cuyo letrero invitando a probar el puro sabor sonorense luce hoy tirado, entre vidrios rotos y pedazos de concreto.

Girasoles I 
Ex alumnos de la Escuela Continental, hoy treintañeros, se enteraron que una de sus compañeras de la primaria, en los años 90, perdió su casa. Ella vivía en uno de los departamentos del edificio de Rancho del Arco 32, que colapsó.

Por redes sociales, los ex alumnos -algunos que han salido de Coapa y otros siguen viviendo ahí- organizaron una colecta.

Fue el único edificio que se cayó en esa calle, pero también era el único distinto: todos eran blanco con café; éste era de ladrillo.

A ese predio, del cual ya han removido todo el escombro, llega Juana Curtidor Olivares, quien perdió su casa pero recuperó a su hijo de 23 años, gracias a la labor del joven de mantenimiento, Felipe, a quien le ha jurado que lo invitará a comer todos los días que quiera por el resto de su vida, pues no hay palabras para agradecer.

“No te vas a librar de mí tan fácil”, dice Juana a Felipe. De lo material se encarga ella, expresa con orgullo, lista para recibir el estudio de mecánica de suelos para ver si es viable reconstruir y, si no, peleará por su indemnización.

Más vidas 
De este inmueble, 37 horas después del colapso, también salió con vida una señora de 87 años que padece hipertensión y diabetes. Fueron seis los sobrevivientes, ocho las víctimas, según informa Rogelio García, funcionario de la delegación Coyoacán.

Tres días después del terremoto, el predio ya lucía limpio y fue cercado por una barda de triplay, en el que fue escrita una leyenda: “Los vecinos del 32, propietarios de este predio, decimos gracias de corazón a todos. Pronto volveremos con la ayuda de todos”.

En el lugar, han sido colocadas veladoras y ramos de flores debajo de los nombres de las víctimas, a quienes se honró con misa una semana después.

Galerías Coapa 
Adriana Bastidas, su esposo y sus dos hijos llegaron a Coapa en 1982. Les gustó la zona por sus árboles y porque ya había algo de urbanización, al menos dos supermercados -un Sardinero y un Aurrerá.

Diez años después, Galerías Coapa abrió sus puertas, con lo que se inauguró el corredor comercial de la zona, sus habitantes, las escuelas y el tráfico; un crecimiento que Adriana jamás imaginó.

“Nunca me han dado ganas de irme de aquí. Caminando me voy a Galerías o al cine. Si me aburro, salgo de mi casa y encuentro a dónde ir”, comenta.

En Galerías Coapa era común ver, entre semana, a jóvenes de secundaria uniformados, que se veían ahí para ir al cine o simplemente pasar el rato. Y, a partir del viernes, la plaza recibía a mucha gente, no nada más de Coapa, sino de colonias aledañas.

Galerías Coapa, de un lado de Calzada Miramontes; Pericoapa y Paseo Coapa, del otro, eran sinónimo de compra, ajetreo, bullicio. Restaurantes, cines, tiendas por doquier, bares, un casino y un mundo de gente caracterizaban la zona los fines de semana.

En el puente peatonal que une Pericoapa y Galerías Coapa, decenas de vendedores ambulantes también tenían cabida en la larga cadena de consumo.

El sismo pegó fuertemente a Galerías Coapa, done se perciben varias grietas en las tiendas departamentales que dan hacia Tenorios y Calzada del Hueso; así como colapso parcial de los puentes peatonales que unen al centro comercial con el estacionamiento.

Colegio Rébsamen 
Sobre Prolongación División del Norte, entre Acoxpa y Calzada del Hueso, hay ofrendas florales en memoria de los 19 niños que murieron en el Colegio Enrique Rébsamen.

Aunque ya no hay labores de rescate, la Calzada de las Brujas sigue acordonada, se controla el tráfico local y, en la manzana del Rébsamen es imposible pasar.

Aún no ha entrado maquinaria pesada, y los elementos de la Marina no saben explicar por qué.

El derrumbe del Colegio ha afectado a toda la Colonia Nueva Oriental Coapa, donde hay otras escuelas como el Alejandro Guillot o el City College, que no tienen daño estructural, según indica un dictamen pegado en la puerta, pero permanecen cerrados.

Guarderías, escuelas, estéticas, cafeterías, barberías, gimnasios y papelerías -incluida la Lumen- se mantienen cerradas a una semana del sismo.

Elena Maya vive en Rancho Tamborero 21, justo a lado del Rébsamen. Su edificio continúa desalojado porque siguen los peritajes en la escuela.

“La señora Mónica García Villegas, propietaria del Rébsamen, ya se amparó, empiezan a tener las cosas detenidas. Es miércoles y siguen haciendo peritajes. ¿Cómo se nos va a entregar nuestro edificio, sin columnas, sin rejas? Son daños colaterales, alguien tiene ya que saber quién es el responsable”, denunciaba Elena el pasado miércoles 27. Elena dice que con el colapso del Rébsamen, ella y sus vecinos pasaron a ser víctimas de la corrupción.

En toda la zona sur, caracterizada por sus decenas de escuelas -públicas y privadas-, las clases fueron suspendidas.

El Colegio Madrid, uno de los más grandes de la zona, explicó a los padres de familia que, además de esperar las revisiones de autoridades de Protección Civil, se postergará el regreso a clases para evitar que el tráfico habitual bloquee las vialidades y entorpezca las labores de rescate y retiro de escombros.

Con información de Agencia Reforma.


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