Por El Bicho Politikón
Eran las vísperas de las elecciones presidenciales y Andrés, en una reunión con empresarios, afirmó que “no queremos iniciar reformas, con el marco legal actual podríamos iniciar los cambios”, claro, los números no les daban para suponer que tendrían mayoría, entonces, pragmático como es, anunciaba lo que de todos modos no podría realizar según las cuentas preresultados electorales.
Ya con los resultados en la mano ¿cambió de parecer?, no, solo sigue siendo pragmático, si las cuentas le dan para su transformación de cuarta, pues lo va a aprovechar… lo mismo pasa con sus burros candidatos a la CRE.
Después de haberlos rechazado el Senado, él nombró a los que tuvieron más votos: claro, los votos de los legisladores de Morena, que previamente habían recibido línea de López.
En tono burlón fustigó a la oposición (que dicho sea de paso, son los que pusieron las reglas de las que ahora se quejan) diciendo que era un honor que le hubieran rechazado dos veces a sus candidatos, cosa que no pasaba en los anteriores gobiernos.
López Obrador es un viejo lobo de mar, él sabía que en el caso de sus candidatos incompetentes tenía las de ganar, así está la ley, ni modo… que la oposición se va a amparar, me temo que no tienen elementos, en términos Taibó-filosóficos: se las metieron doblada.
Sigue pues la vida post-neoliberal y reinauguramos el régimen presidencialista de partido casi único, con la versión 2.0 del periodo estabilizador, solo que sin estabilidad ni desarrollo.
Los candidatos, que en tiempos electorales no eran mal vistos, los ahora funcionarios no dan el ancho y tienen la gobernación hecha un desorden, y es que tratar de ajustar la realidad a los designios del mesías es harto complicado y más cuando los que tienen que tomar las decisiones son “burritos”.
Ha de ser por eso que Andrés ha renombrado a los pobres como ‘animalitos’.
Pues eso.