WILLIAM SOTO SANTIAGO
Apocalipsis, capítulo 22, verso 12 al 13, y capítulo 22, verso 20. Dice así:
“He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”
Y luego nos continúa ahí diciendo:
“Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”
Después de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la esperanza de la Iglesia para este tiempo final es la Segunda Venida de Cristo, lo que espera la Iglesia es la Segunda Venida de Cristo, esa es la esperanza de la Iglesia; y todo depende de la Segunda Venida de Cristo. La resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y el Rapto de los escogidos de la Iglesia depende de la Segunda Venida de Cristo.
Por eso la única esperanza que tiene la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final es la Segunda Venida de Cristo; es lo que espera la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.
Así como hubo un Orden para la Primera Venida de Cristo, hay un Orden Divino para la Segunda Venida de Cristo; todo está profetizado en la Escritura. Y para el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo las profecías correspondientes a la Primera Venida de Cristo tenían que ser cumplidas en un hombre de en medio del pueblo hebreo, y ese hombre tenía que venir al final, en los últimos años de la Dispensación de la Ley, tenía que nacer en medio de pueblo hebreo y tenía que comenzar Su Ministerio luego que el último Mensajero de la Dispensación de la Ley, Juan el Bautista, comenzara su ministerio; porque Juan el Bautista era nada menos que el precursor de la Primera Venida de Cristo, el cual vino con el espíritu y virtud de Elías.
Y luego tenía que aparecer un varón, un hombre, del cual Juan el Bautista estaba dando testimonio que vendría después de él y el cual los bautizaría con Espíritu Santo y fuego; para lo cual Él tenía que llevar a cabo una Obra (o sea, el que vendría después de Juan), Obra que estaba sellada en Jesús; y nadie conocía la Obra que El llevaría a cabo, pero Jesús sí conocía la Obra que El llevaría a cabo.
Y ahora, en medio del pueblo hebreo estaba la esperanza de la Venida del Mesías, y cuando vino no lo reconocieron. Es que la gente quizás pensaba —conforme a sus interpretaciones— lo que Él debía hacer; pero lo que Él tenía que hacer era lo que estaba sellado en las profecías correspondientes a aquel tiempo. Y esas fueron las cosas que Jesús hizo y por eso El agradó al Padre, porque hacía lo que a Dios le agradaba; y eso era cumplir lo que estaba escrito de El para aquel tiempo, y así cumplir el propósito de la Primera Venida de Cristo.
Todo eso se cumplió en un joven sencillo nacido en Belén de Judea y criado en Nazaret, en el cual estaba el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob velado en carne humana. El Verbo que era con Dios y era Dios se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo en el velo de carne llamado Jesús. Donde Dios esté, donde esté el Verbo, la Palabra, estará velado en carne humana.
Por lo tanto, el Verbo cuando vino en medio del pueblo hebreo haciéndose carne, estaba en un joven carpintero de Nazaret velado; y luego se reveló por medio de ese hombre, de ese joven, y dio a conocer la profecía o las profecías que estaban cumpliéndose en El. Por eso Él podía leer Isaías, capítulo 61 y luego decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” Como podrá decir, leer y luego confirmar, el Ángel de Jesucristo cuando lea Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, donde dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Luego él podrá decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” ¿Por qué? Porque estará en medio de la Iglesia el Enviado de Jesucristo, el Ángel del Señor Jesucristo, para cumplir el Programa Divino que estará sellado en él para este tiempo final.
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