Ciudad de México.- Los afectados tardan entre ocho y 12 años en buscar atención, hasta que resultan evidentes consecuencias que pudieron detenerse con una detección oportuna, como el abandono de metas académico-profesionales, divorcios, problemas legales y abuso de sustancias expuso Ingrid Vargas Huicochea, del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La bipolaridad impacta al paciente y su entorno; quienes la padecen y sus acompañantes suelen tener diferentes perspectivas sobre esta enfermedad que afecta al 1.6 por ciento de los mexicanos.
Las repercusiones familiares incluyen el dispendio de ahorros y patrimonio para costear tratamientos. Los pacientes deben recibir tratamiento con estabilizadores del ánimo, aunque también es posible emplear la psicoterapia cognitivo-conductual.
Vargas Huicochea indicó que en el núcleo familiar no todos los miembros atienden al enfermo y quien asume esa responsabilidad (el cuidador primero informal) suele ser una mujer.
El padecimiento se puede presentar a cualquier edad, incluso en niños y adultos mayores, aunque lo habitual es que se manifieste alrededor de la tercera década de vida. La universitaria advirtió que todos tienen derecho a experimentar cambios de humor, pero hay que observar si estas modificaciones se intensifican y prolongan.
“Esto no tiene que ver con una forma de ser, es una patología con implicaciones en la vida del individuo”.