Por El Bicho Politicón
Lecciones y consejos sobre cómo deben comportarse las personas en lugares públicos y privados, tales como el hogar, la familia, la escuela y el trabajo se han dado a lo largo de la historia, el más famoso en Latinoamérica es el popularmente conocido como Manual de Carreño.
Dice López Obrador que necesitamos rescatar el respeto a la persona, a la familia, a la sociedad, a la patria, a la especie humana y a la naturaleza… bien, yo pregunto, entonces, ¿para qué sirve tener leyes y reglamentos? ¿No viene en estas leyes y reglamentos lo que propone AMLO como Constitución Moral?
Lo grave del asunto es que ahí va la burrada detrás diciendo ‘sí señor Tlatoani, queremos una Constitución Moral’.
La idea de crear una guía de valores que sirva como “pacto colectivo” para rescatar valores y estimular mejores patrones de conducta es un poco contradictorio, se supone que López Obrador se asume como un demócrata, ¿por qué no rescatar los valores de la democracia?
¿Quién va a decidir en última instancia qué valores son buenos y cuáles son malos?
¿Fumar mota es una acción que va a ser calificada como buena o mala? Y así con los temas controvertidos de siempre: aborto, homosexualidad, familia… ¿Cómo respetar el derecho de los demás a hacer con su cuerpo lo que quieran sin que los grupos de ultraderecha se paren de pestañas?
Para eso señor presidente electo está la ley ni más ni menos, no una más de sus ocurrencias ahora con un tinte religioso peligroso, para los que defendemos el laicismo nos basta la ley, no ocupamos de consejos morales ni moralistas.
Habrá que recordarle al presidente electo que una vez en funciones estará acotado por la ley, sus acciones morales que se las guarde para su casa, para su familia y para su iglesia… en la vida pública no hay más moral que la ley.
Pues eso.