Juan Manuel Jiménez García.
Las Choapas, Ver.
En la década de los 80s y 90s, un tramo de la avenida 20 de Noviembre que comprende, desde la subida al lugar conocido como “El Perrero” hasta la capilla a la virgen de Guadalupe, era considerada como la “zona rosa” de la ciudad, y donde existían numerosas cantinas que eran visitadas por personas de otros municipios, entre las que se encontraban El Mangón, Potros Bar, La Negra, por citar solo algunas.
Estos lugares tenían por clientes a trabajadores petroleros, ganaderos y políticos, por el boom de la industria petrolera… la economía en esos años era boyante, lo que permitía que en las cantinas de esta zona, se sirvieran de botanas mariscos, armadillos, iguanas y platillos exóticos que solo se cocinaban en la región.
La actividad nocturna de la zona de tolerancia, permitía que varias personas tuvieran un empleo de manera directa e indirecta, se dice que por esos años, en una buena noche, se hacían largas filas en espera de los clientes para ser llevados a sus domicilios tanto en la ciudad como en la zona rural.
Desde luego que también se hizo famosa por las hermosas meseras que había en el lugar, la mayoría venida de las tierras tabasqueñas, que ocasionaron en más de una ocasión, un affaire con los parraquianos que acudían a estos lugares, enamorados de los encantos de las chicas.
Aunque ya se conocían las primeras rockolas, la mayoría de las cantinas contabam con música en vivo, donde algunos tecladistas alcanzaron fama por tocar en estos lugares, no podían faltar los tríos o cuartetos de músicos que hacían la lucha por que la música ranchera y norteña fuera aceptada en estos lares, ya que aquí reinaba el ritmo tropical.
Los fines de semana, en catorcena y quincena, las cantinas cerraban sus puertas hasta las primeras horas del día siguiente, y donde algunos clientes tenían que salir de estos bacanales cargados por sus amigos o familiares.
Parecía que “la zona”, como se le conocía en la ciudad, nunca se le acabaría su esplendor, pero a raíz de la crisis económica de la industria petrolera y del país, ocasionó que decenas de empresas subcontratadas por petróleos mexicanos, abandonaran la región para ir en busca de contratos en otra parte del país.
En cuestión de meses, la vida nocturna de la zona de tolerancia dejó de existir, algunas cantinas que se resistían a la realidad, se quedaron para esperar los años de bonanza del lugar, años que nunca llegaron, pero lo que sí arribó a esta parte de la ciudad, fue la inseguridad, la venta de estupefacientes y la prostitución.
La zona rosa en antaño, se convirtió en una “boca de lobo”, donde los asaltos estaban a la orden del día.
Eran recurrentes los pleitos de borrachos, donde en la mayoría de los casos salían lesionados por arma blanca.
De las cantinas exclusivas, solo quedaron tugurios, donde meseras de mayor edad vivían de los recuerdos de los mejores años de la zona.
Visitantes foráneos que pedían ser llevados a estos lugares, pensando que todavía iban a hallar el ambiente de antaño, se sorprendían de las ruinas en las que habían quedado muchas de las cantinas de la zona.
En la zona de tolerancia hubo un tiempo intermedio, donde era un tramo de la avenida 20 de Noviembre, donde nadie habitaba el lugar, y conforme se poblaban colonias a su alrededor, familias empezaron a comprar los predios o los locales que antes eran ocupados para la venta de cervezas y licores.
Poco a poco la zona se fue habitando, por lógica, empezaron a llegar las primeras tienditas y tortillerías, después de un tiempo hubo la necesidad de que más negocios se asentaran en la zona, hasta convertirla en un lugar comercial donde se pueden encontrar establecimientos de todos los giros como son refaccionarias, estéticas, talleres mecánicos, cocinas económicas, tiendas de alimentos para ganado, fruterías, pollerías y hasta una agencia de ventas de motocicletas.
El paso obligado de los habitantes de la zona rural por este tramo de la avenida 20 de Noviembre, ha permitido que muchos negocios se consoliden, haciendo de este lugar una zona comercial importante.
Aunque por las noches sigue siendo un peligro, por las colonias asentadas de manera irregular que rodean al lugar, no cabe duda que la antigua zona de tolerancia o “zona rosa” de Las Choapas, quiere recobrar su actividad de años pasados.