Rescatarlo es un sinsentido
Javier Pulido Biosca
Revista Raíces
No hay peor decisión para una ingeniería financiara sana que los gastos inútiles. Hasta el empresario más lerdo utiliza la expresión de “no tirar dinero bueno al malo”. Y es que el tal túnel salió malo desde su inicio.
Si Carlos Slim “invierte”, como se ha hecho creer, en ese túnel, será para hacerse cómplice de un gobierno, o de sucesivos gobiernos de Veracruz, solapados también por los correspondientes diputados–títere.
A pesar del importante logro que resulta el haber confirmado que Coatzacoalcos fue un puerto en la época olmeca, que prevaleció hasta el siglo XVI y que, muy probablemente ahí se hubiera asentado la tan mencionada Villa del Espíritu Santo, según aparece en los mapas de 1602, no se le ha dado la importancia y el impulso necesario a la difusión de este hecho, tema sí, realmente valioso y que Slim podría tomar para convertir en lucrativo museo. En esto nadie lo criticaría.
Es claro, políticos y empresarios no saben qué hacer con las cuestiones culturales, si de lo que se trata es de ir más allá de lo meramente ornamental.
Un museo en forma, donde se conservaran las piezas encontradas y se narrara una historia portuaria del sur de Veracruz, podría atraer a miles de turistas ávidos de conocer la rica historia del país. Turismo que significaría una derrama económica constante, tanto del que proviene del extranjero como del turismo nacional y hasta local. El domingo podrían ser gratuitas las entradas, y de martes a sábado costar 25 pesos, con acceso a la zona arqueológica y a un museo donde se conservaran las piezas.
Restaurantes, hoteles, transportistas, escuelas y una serie de prestadores de servicios se verían beneficiados por esta vocación natural de Coatzacoalcos y de la región sur de Veracruz.
Y dejar que el túnel acabe de hundirse. “A las cosas que han de morir hay que ayudarlas a morir”, dijo en el siglo XIX un pensador alemán.
