Durante los últimos años, el fraude electrónico creció exponencialmente.
La digitalización de todos los procesos, incluida una bancarización acelerada de la población producto de la pandemia, dio a los delincuentes mayores posibilidades para cometer ilícitos en la red. Tanto los usuarios como las empresas se ven afectadas por estos delincuentes, por lo que es necesario estar un paso adelante. En este artículo te contamos todo acerca de los fraudes cibernéticos, cuáles son los más comunes y cómo evitar ser víctima de una estafa virtual.
¿Qué es el fraude cibernético?
Un fraude cibernético es un delito en el que se utiliza información de una persona para obtener una ganancia económica a través de un medio electrónico. Los fraudes cibernéticos pueden estar apuntados tanto a empresas como a usuarios particulares.
Hay muchas estafas consideradas “clásicas” (que detallaremos más adelante), aunque, lamentablemente, los delincuentes virtuales suelen implementar métodos de estafa cada vez más creativos (como el grupo de delincuentes que, recientemente, creó una app que parecía legítima, pero que en realidad robaba los datos de los usuarios).
¿Cuáles son las tendencias actuales del fraude cibernético?
Desde estafas en redes sociales hasta llamadas telefónicos de supuestos bancos, las estafas son muchas y de lo más variadas. Afortunadamente, todas ellas se pueden combatir gracias a una mayor instrucción y también gracias a los avances en la detección del fraude online.
Los fraudes más populares son:
Estafas en redes sociales. Las redes sociales son el canal favorito de muchos estafadores gracias a la facilidad que ofrecen para crear un perfil con un correo electrónico falso. Estas estafas suelen incluir fraudes de caridad (solicitar dinero por supuestas causas benéficas) y la apropiación de cuentas (suplantación de identidad con el objetivo de cometer cualquier delito, incluido el robo de fotografías para extorsionar a su propietario).
Estafas en ecommerces. Las tiendas online son víctimas frecuentes de los estafadores. Algunos de los fraudes más comunes incluyen los contracargos (comprar un producto y luego llamar al banco para desconocer la compra, recibiendo el producto y la devolución del dinero) y la adquisición de mercadería en grandes cantidades para su reventa.
Ofertas de trabajo inexistentes. Muchos estafadores publican ofertas de empleo que solo buscan extraer información sensible de los postulantes.
Estafas “románticas”. Los delincuentes realizan un trabajo fino para manipular a la víctima, lograr que se enamore y, finalmente, convencerla de que le haga una transferencia de dinero para solventar gastos relacionados con operaciones, viajes o ayuda humanitaria.
Phishing. El phishing consiste en enviar un email fraudulento al cliente de una compañía haciéndose pasar por esta (imitando su identidad visual y otros elementos) y exigiendo datos bancarios. Este tipo de estafas es cada vez más frecuente: según la empresa de informática Microsoft, el 31% de las empresas latinoamericanas percibió un aumento de ataques de phishing.
Robo de tarjetas. El robo de tarjetas puede darse de la forma “tradicional” —esto es a partir del hurto de una tarjeta física— o por métodos virtuales, mediante bots o clonando los números de la tarjeta.
Cómo pueden los usuarios combatir el fraude online
Algunas recomendaciones incluyen:
Crear contraseñas seguras. Claves como “123456” o “password” son las más utilizadas del mundo, lo que hace que para un estafador sea muy sencillo ingresar a una cuenta ajena. Lo mejor es crear contraseñas largas, con caracteres especiales y números. Además, se recomienda evitar fechas especiales o nombres importantes para el usuario en la clave.
No divulgar información personal en internet. Es importante evitar la publicación de datos en redes sociales, como direcciones, números de teléfono o imágenes con documentos y otros papeles sensibles.
Aprender a identificar las estafas. Para evitar posibles fraudes, es importante identificar ciertos patrones. Por ejemplo, los emails de phishing suelen tener indicios (algunos, evidentes; otros, más sutiles) de que estamos frente a un correo fraudulento. Los logotipos, por lo general, se ven pixelados o extraños, además de que los textos suelen contener faltas de ortografía.
Rechazar ofertas y promociones llamativas. Muchas veces, los estafadores utilizan mensajes sobre supuestos premios u ofertas demasiado llamativas. Es importante sospechar ante cualquier “regalo” y verificar la reputación de la tienda o del vendedor.
Garantizar que los sitios web sean seguros. Para saber si una página web es segura, basta con fijarse si tiene un pequeño candado al lado de la barra de direcciones. Esto significa que sigue el protocolo internacional HTTPS, que protege los datos del usuario.
Las recomendaciones para las organizaciones incluyen:
Dar información. Mantener a los clientes informados acerca de cómo identificar posibles estafas y cómo actuar frente a ellas es sustancial. Para ello, es importante mantener una comunicación regular con los clientes mediante una estrategia de email marketing.
Alojarse en plataformas seguras. Los protocolos de seguridad internacionales reducirán drásticamente las posibilidades de que un estafador ingrese al sistema de una empresa. Es importante contar con los protocolos HTTPS y SSL.
Utilizar pasarelas de pago seguras. Las empresas que ofrecen la posibilidad de realizar pagos en su plataforma (como los ecommerces) deben ofrecer pasarelas de pago seguras y confiables. Una de las pasarelas de pago más importantes es PayPal, aunque también hay otras muy conocidas como Stripe o Mercado Pago.
Exigir contraseñas seguras. Así como se recomienda a los usuarios que creen claves seguras, también es necesario que las empresas las exijan. En las pantallas de creación de un usuario nuevo, es necesario que se soliciten claves largas, con caracteres especiales y números.
¿Seguirán creciendo los fraudes electrónicos?
Lamentablemente, se prevé que las pérdidas por fraude digital superen los 343 mil millones de dólares a nivel mundial entre 2023 y 2027. Esto significa que las empresas tienen que seguir reforzando sus sistemas y los usuarios deberán instruirse cada vez más sobre cómo combatir estas estafas. La buena noticia es que, al igual que crecen las estafas, también lo hacen los sistemas de detección del fraude.
(I.S.)