LAS CHOAPOLITICAS

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POR JUAN MANUEL JIMÉNEZ GARCÍA.

LA VIOLENCIA DE DUARTE.

En Veracruz es un pecado ser joven, no hay cabida al menos en este gobierno para millones de jóvenes que viven a lo largo y ancho de la entidad, desde el norte y hasta el sur, asesinan sin ninguna explicación y con la mayor de las cobardías a nuestros jóvenes en su mayoría que no rebasan los 30 años de edad.

Y ya no solo asesinan al joven desempleado y que por algún motivo dejo de estudiar, aquellos que la sociedad los ha encasillado como problemáticos y que al juzgarlos en ocasiones emitimos juicios sin tener un fundamento, es decir cuántas veces no hemos escuchado esa frase que “se lo merecían”.

Pero ahora también levantan torturan, asesinan y descuartizan a jóvenes brillantes con grandes logros académicos como fue el caso de la universitaria Génesis Deyanira Urrutia Ramírez y sus acompañantes, ahora que vamos a decir o acaso se lo merecían.

La pregunta seguirá en el aire durante mucho tiempo, y quizás no encontremos nunca la respuesta, pero solo en el gobierno de Javier Duarte de Ochoa suceden estas cosas: un grupo de jóvenes se ponen de acuerdo para asistir a un centro comercial, como lo hacen todos los de su edad.

Pero en el trayecto son levantados y pasan 10 días sin saber nada de ellos, después de esto la pesadilla, el terror, el miedo y el horror se abren paso para dar a conocer la realidad de nuestro estado, para de nueva cuenta ser estremecidos por la violencia infernal que se viven en todas las ciudades de Veracruz.

Un gobierno que pactó mal con los grupos de la delincuencia y que ante el desorden de la administración aprovechan cualquier oportunidad para mandar el mensaje de que también ellos quiere su parte del botín, el derecho de plaza lo están cobrando con vidas humanas que solo cometieron el pecado de estar en el lugar y hora equivocada.

Pero esta es la violencia de Duarte, es su signo, su principal característica, su modus vivendi, de esta violencia se nutrió y fue convirtiéndose en el monstruo de mil cabezas que tiene al estado a punto de un estallido social, en la zozobra y con miles de familias llorando a sus muertos y desaparecidos.

No hay explicación para esta violencia en contra de los jóvenes, al menos no con estos y solo esperamos que de nueva cuenta las autoridades no se presten ´para inventarles una historia a estos tres jóvenes para justificar la barbarie con la que fueron asesinados, no hay excusa, no hay consuelo y  lo peor del caso no habrá culpables, no al menos conocidos porque los que hicieron esto seguramente aparecerán muertos en algún lugar.

Hace algunos años atrás el padre Solalinde había declarado que Veracruz era un gigantesco cementerio, muchos pensábamos que estaba hablando solo de indocumentados, de migrantes centroamericanos que tuvieron la mala fortuna de atravesar este estado, hoy sabemos que no.

En este bello estado que alguna vez un líder religioso declaró que era una bendición, yacen enterrados los cuerpos de nuestros amigos, nuestros padres,, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros esposos…estamos enterrados todos.

Es la violencia de Duarte que solo le bastaron 4 años ´para dejar una trauma difícil de superar, ni hablar del dolor de muchas madres que buscan a sus hijos con el temor de encontrar sus cuerpos en pedazos, es la violencia de Duarte, la de los sueños rotos, las de las ilusiones perdidas, las de los jóvenes asesinados.

A unos días de terminar su mandato pareciera que quiere dejar su marca, que sea recordado como un gobernador mercenario, bárbaro, vengativo, acosador, perseguidor, torturador, Duarte quiere ser Duarte hasta los últimos minutos.

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