Las Choapoliticas

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Por: Juan Manuel Jiménez García.

La cobarde agresión a los abuelitos

Lo que sucedió en la capital del estado más concretamente en la Plaza Lerdo donde unas personas de la tercera edad, que bien pueden ser nuestros padres y abuelos y que a través de los años dedicaron gran parte de su vida a trabajar para tener una vejez tranquila, nos debe de llenar de indignación y coraje, pero no solo eso sino también nos debe de armar de valor para no permitir que vuelva a pasar.

Creo que ahora si Duarte de Ochoa  desesperado, el que le vale madres todo incluyendo a unos abuelitos que el único delito que cometieron fue pedir el pago de sus pensiones que se perdió en el mar de la corrupción de este gobierno. Pero como ya la paranoia de nuestro gobernador no tiene control pues ordenó el desalojo de estos peligrosos ancianos con la fuerza pública.

Quiero confesar que tenía la esperanza que Duarte dejara que los pensionados se manifestaran con toda tranquilidad, por sentido común y porque viendo la condición física de muchas de estas personas no representan ningún peligro para nadie, y aparte creo que sus demandas eran justas y que lo más correcto era atenderlos.

Pero como ha pasado a lo largo de esta administración estatal de nueva cuenta salieron los toletes, escudos, gas lacrimógeno y las armas para reprimir al pueblo, pero con los ancianitos creo que se pasó una línea peligrosa, donde la seguridad de los ciudadanos corre peligro.

Sé que a muchos le parecerá exagerado las afirmaciones que estoy escribiendo pero si a nuestro gobernador no le importa la vida de veracruzanos que dedicaron su vida a trabajar no se puede esperar que trate mejor a los demás grupos que se manifiestan por tener mejores condiciones laborales.

La represión a los viejitos no tiene nombre, no hay calificativo, no lo encuentro, mi razonamiento no da para más y no sé si es por el enojo o por la indignación o por la culpabilidad de haber permitido que un gobierno que se debe al pueblo haya llegado hasta estas instancias de empujar y lastimar a las personas de la tercera edad.

Pero Duarte no está solo en esto sino que también la orden del desalojo de la Plaza Lerdo pasó por el despacho del secretario de gobernación Flavino Ríos Alvarado que al igual que su jefe enloqueció de poder y fue el que al final dio la orden de desalojar a los abuelitos.

Lo peor del caso es que no midieron las consecuencias y esta noticia ha dado la vuelta al mundo, colocando al gobernador del estado como una figura comparada a los dictadores cruentos que existen en el orbe, y desde luego se suma al descredito de México de ser un país que no respeta los derechos humanos.

En las imágenes que circulan en las redes sociales y que mucha gente ya conoce se puede apreciar como un grupo de policías del estado empujan a los pensionados que la mayoría rebasa los 65 años empujándolos, con el riesgo de lastimarlos por cuestiones que conocemos pero eso no les importó a nadie ni a Duarte, ni a Flavino, ni a los diputados que nada más sirven para levantar el dedo, ni a los presidentes municipales que saben que si se ponen al brinco le quitan presupuestos, ni a los regidores que andan más preocupados por conseguir privilegios a nadie en este estado cada quien busca solo su bienestar y que los demás se chinguen.

Por otra parte creo que esto puede ser la gota que derrame el vaso y se pueden venir una oleada de manifestaciones no solo en apoyo a los abuelitos, sino en general por la situación financiera, laboral y de seguridad que pasa el estado, para no ir muy lejos la violencia sigue haciendo de las suyas y todos los días no enteramos de asesinatos, secuestros y desaparecidos a lo largo y ancho de este Veracruz.

Este acontecimiento debe dar lugar a la reflexión de cada uno y no porque se acerque la navidad, sino porque ya no se debe permitir más atropellos de los encargados de velar por los intereses de los ciudadanos, esto rebasa líneas peligrosas donde termina una democracia y empieza una dictadura.

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