Se avizora desempleo en Coatzacoalcos

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La ausencia de nuevos proyectos de construcción industrial se vuelva una amenaza aún previsible

Coatzacoalcos, Ver.

Javier Pulido Biosca

Revista Raíces

¡Allá van! Por todos lados se ven, con sus “chompas” color caqui, cascos y botas, traen puesto su equipos de seguridad para poder laborar. Son los obreros de la constructora Etileno XXI.

Ya se acostumbró la región de Coatzacoalcos a verlos a diario, son 14 mil obreros de la construcción que, a paso veloz, efectúan las diversas labores de la instalación industrial. Todavía les queda cerca de un año para laborar. Algunos terminarán antes, otros más tarde en el calendario.

¿Qué será de ellos cuando termine la construcción? El Estado ni siquiera ha hecho anuncios de nuevos desarrollos. Las cifras de la construcción a nivel nacional son alarmantes: caída anual en junio de -0.6%, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.

La cifra de Veracruz es todavía la más alta, 7.9% de la construcción total del país, esto le coloca en el segundo lugar, después de Nuevo León que tiene el 9.7% del total nacional. Y lo que principalmente impulsa esta cifra es la construcción de la petroquímica que está realizando Etileno XXI en la instalación del complejo que operará Braskem–Idesa a partir de 2015.

La cifra coloca a la entidad jarocha con el 24.5% de la construcción petrolera y petroquímica en México, ligeramente debajo del 25% que tiene Campeche. Cabe decir que el mes anterior, mayo, arrojó el 28% de la construcción petroquímica en Veracruz, la diferencia a la baja significa que se están concluyendo las obras de Etileno XXI y, cuando entre en operación el complejo productor de polietilenos, la construcción petrolera y petroquímica caerá muy cerca del 0% debido a la ausencia de otros proyectos similares.

Para prevenir la caída del empleo Braskem–Idesa está haciendo lo suyo: ha capacitado a sus trabajadores actuales, proporcionándoles certificaciones a través del CECATI que permitan a sus operarios ser contratados con preferencia en otras posibles construcciones que requieran certificaciones laborales.

También se estimula para que los trabajadores tengan la capacidad técnica y administrativa para crear empresas que sean proveedoras en las diversas áreas en que requerirá el complejo petroquímico ya en operaciones a partir de 2015. Calculan con esto cerca de 2 mil 200 empleos, sumados a los 800 contratos para operar y administrar el complejo.

B–I está haciendo su parte, la pregunta es si el gobierno estatal o federal está haciendo algo para dar ocupación a los restantes 11 mil trabajadores que regresarán al posible desempleo.

Es cierto que se vislumbra la instalación de diversas fábricas que transformen el polietileno producido en la región, al que se adiciona el millón de toneladas que producirá B–I, y produzcan diversos artículos de plástico.

Pero hasta ahora ninguna empresa ha dado a conocer sus planes de instalarse en la proximidad, lo que deja en la indefensión laboral a 11 mil trabajadores todavía.

No hay tampoco un seguro de desempleo que les asegure la supervivencia de sus familias a estos trabajadores. El Estado mexicano sigue fallando a sus trabajadores, incluso a los más calificados.

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