Los niños se dedicaban todas las tardes-noches a la venta de frituras en las calles de Juchitán y fueron identificados por su padre.
Los cuerpos de una niña y un niño fueron encontrados el sábado 18 alrededor de las 7 de la mañana en el kilómetro 8+100 de la carretera Juchitán-Ixtaltepec, en las inmediaciones de El Espinal.
Los hermanos Perla y Daniel fueron sepultad0s en el panteón municipal de Juchitán, dos días después de ser hallados a un costado de una carretera.
Familiares y compañeros de escuela sepultaron a Perla, de 9 años, y Wilbert Daniel, de 6 años, los dos niños que aparecieron asesinad0s en la carretera de El Espinal, en el Istmo de Tehuantepec del estado Oaxaca.
El padre de ambos menores de edad, que vivían en una zona marginada del municipio de Juchitán de Zaragoza, está detenido como sospechoso del presunto infanticidi0 desde que acudió al lugar a identificar los cuerpos de sus hijos.
La Fiscalía de Oaxaca determinó que las dos víctimas, que hacían trabajo infantil, murieron en un sitio diferente al del hallazgo de sus cuerpos y que la causa del deceso fue por asfixia.
Se estableció también que no hubo reporte de los familiares cuando ambos niños desaparecieron de su hogar, donde la madre no vive desde hace tres años.
En el interior de la vivienda se colocó un altar con velas para que los niños recibieran el rito del bautizo post mortem.
Antes de la salida del cortejo fúnebre, familiares y amigos clamaron justicia.
“Pedimos justicia para Daniel y Perlita, no le debían a nadie, ellos eran unos niños amorosos, solo alguien sin corazón, sin piedad, pudo haberles arrebatad0 la vida, ellos no merecían eso”, expresó una vecina que prefirió no ser identificada.
El cortejo recorrió las principales calles de Juchitán encabezado por los alumnos de la escuela “Saúl Martínez”, en donde Perla y Wilbert estudiaban el cuarto y primer grado de primaria.
Como señal de duelo, los estudiantes se vistieron de blanco y en sus manos llevaban flores y globos blancos.
El maestro de los niños hizo el último pase de lista donde todos los niños respondieron al escuchar el nombre de sus compañeros asesinados.
Los niños fueron sepultados en el panteón Domingo de Ramos con sus pertenencias, como ropa, juguetes y zapatos, de acuerdo con la creencia indígena zapoteca de la región.
Al momento de sepultarl0s, familiares y compañeros de escuela gritaron “justicia, justicia”.