75 años de Hiroshima y Nagasaki, ¿qué aprendió el mundo sobre el poder nuclear?

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Las bombas atómicas lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki en 1945 dejaron lecciones al mundo sobre la amenaza que representan los arsenales nucleares y los retos que enfrentan las

naciones para limitar la producción de este armamento.

A 75 años del lanzamiento de las bombas atómicas que arrasaron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el mundo ha replanteado su postura en torno al poder nuclear, aunque existen resistencias para erradicarlo.

El 6 y 9 de agosto de 1945, el entonces Presidente norteamericano Harry S. Truman ordenó ataques en contra de ambas ciudades y con ello se marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial que mantuvo en vilo a las naciones entre 1939 y 1945.

En el ataque a Hiroshima, con el lanzamiento de la bomba llamada “Little Boy” (Niño Pequeño), murieron de forma inmediata 70 mil personas; mientras que en Nagasaki, con el estallido de la bomba “Fat Man” (Hombre Gordo), fallecieron 40 mil ciudadanos japoneses.

Sin embargo, de acuerdo con reportes del Departamento de Energía norteamericano, la cifra total de muertos por ambos ataques, incluyendo aquellos que perdieron la vida a causa de los efectos de la radiación y quemaduras, ascendió a alrededor de 270 mil fallecidos.

En un mensaje a la nación tras el bombardeo atómico contra Hiroshima, Truman declaró que el ataque se dio luego de que Japón rechazó un ultimátum planteado por Estados Unidos, Reino Unido y China el 26 de julio en Postdam, Alemania, en el que se exhortaba al Imperio japonés a rendirse.

“Si ellos no aceptan nuestros términos puede esperar una lluvia de ruina que caerá desde el cielo, como nunca se ha visto en la tierra. Tras este ataque aéreo llegarán fuerzas por mar y tierra que no han visto aún ni en número ni en fuerza, con la habilidad en el combate que ellos ya conocen”, declaró ese día, de acuerdo con transcripciones del discurso.

Sin embargo, las lecciones que dejó este evento, devastador para Japón, perduran hasta hoy e incluso persisten resistencias de las grandes potencias para abandonar el desarrollo de armas nucleares.