Por El Bicho Politicón
En estos días de resucitación de las tradiciones priistas más arcaicas, donde los medios de comunicación están adivinando en cada gesto presidencial, si el “dedo” apunta hacía Nuño, Meade u Osorio (quienes parecen ser los finalistas en la carrera presidencial); mientras, ellos, los “tapados”, juegan a ser modositos, aparecen en las entrevistas como estrellas de cine, muy priistas ellos…
El “dedo” y el “tapado”, dos de las “instituciones” del PRI que han resurgido después de 18 años de que el expresidente Zedillo las había enterrado (claro, y la derrota priista del año 2000), tienen a un Peña jugando a ser dios, un Peña surgido de esa otra reliquia de la prehistoria, como lo es el Grupo Atlacomulco (Atracomucho para los socios) y que de ritos prinosaúricos sabe mucho.
Una vez dicho lo anterior, las “costumbres” de los de abajo tampoco se han modificado ni un ápice, pongamos por ejemplo a los priistas de Moloacán, tienen a su líder municipal (Pitalúa), pero el verdadero Tlatoani es Ricárdez, para abajo nada se mueve sin que el Tlatoani de su aprobación, los de abajo, son agachones, medrosos, solícitos, esperan cualquier oportunidad para quedar bien con el jefe y brincan de alegría cada que los toca…
El Tlatoani puede cometer las más grandes torpezas, pero ellos, los de abajo, siempre tendrán un discurso listo para justificar al Tlatoani, “este nunca se equivoca”, dicen muy convencidos. Son el tapete que usa el jefe para nunca tocar el piso, con esa renuncia de facto de su propia vida política, el Tlatoani es el dueño de las voluntades de esos lamebotas. ¡Ay de aquél que se rebele a los designios del “dedo”!, de inmediato será pulverizado, se le sacará el corazón en la plaza pública frente a los otros, para que tomen sus precauciones.
Eso es lo que se está reviviendo en esta época de designación de candidatos. Y para usted, ¿quién es el bueno?
Pues eso.
