Por El Bicho Politicón
Con la novedad de que al alcalde de Moloacán le entraron unas extrañas prisas por hacer obras al final de su mandato, es un caso muy extraño, a menos de dos meses se puso a trabajar como loco.
Por comentarios en las redes sociales, hay una extensa discusión sobre este asunto, los lamebotas de siempre, dicen que es el alcalde número uno del mundo mundial, la mayoría tiene muy claro que sí se puso a trabajar es porque no le quedó de otra, ya que tendrá que entregar el municipio el último día del año.
Yo estoy de acurdo con los segundos, de haber trabajado así a principios de año, seguramente no hubiera perdido las elecciones, pero le ganó la ambición y confió demasiado en el poder de su cacicazgo, nunca cruzó por su mente la idea de perder, con lo que se despachó con la cuchara grande… el cálculo le falló.
No es que esté mal hacer obras que beneficien a la población, pero ese no es su fin, se trata de tapar la enorme corrupción que hay en las finanzas municipales y, por seguro, que solo están tirando el dinero, ya veremos a mediados del año que viene esas obras estarán deshechas, es que no se le conoce obra que reúna la calidad suficiente para que dure.
Obra que hace, obra que está mal hecha, luego sí cuatro años no le alcanzaron para hacer un trabajo medianamente bueno, en dos meses dudo mucho que algo positivo salga de ese “derroche de obras”, su tiempo se gastó (como dicen los yucas), too late (como dice el gringo), hasta la vista, baby (como dijo Terminator).
Aunque al Chino le gusta más la canción de sus arrastrados de siempre.
Pues eso.
