Don Celestino Cazarín, un hombre franco y trotamundos

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Personaje del sábado

Por Gustavo Martínez Contreras

El personaje de este sábado se trata de don Celestino Cazarín Domínguez, quien ha sido un trotamundos y ha luchado arduamente durante toda su vida, salió de Cuichapa siendo muy joven siguiendo un amor y se encontró con todo un mundo que ahora nos narrará.

Vida familiar en la infancia

Qué te puedo decir amigo, la ‘universidad de la vida’ me ha enseñado tantas cosas… hasta para quedarme solo.

Mis papás eran Francisco Cazarín Nieves y Margarita Domínguez Vargas, mi madre estaba ‘cruzadita’ con los gringos, de los que cayeron allá en el Paso del Arenal por 1938. Por ahí se quedaron un Mr. Frank y otro que no me acuerdo su nombre y les gustaron las indígenas de esa región donde vivía mi abuela y de esas relaciones nació doña Margarita Domínguez.

Mucha gente conoció a esa familia y hasta la fecha están los descendientes por toda la región, entre ellos Mario Frank Vargas, que dejó muchos hijos; doña Margarita, que también dejó su descendencia, entre ellos el que está hablando.

Mis padres hicieron lo posible porque yo recibiera el bautismo en una iglesia católica a la que nunca dejaré de pertenecer, yo nací en Hueyapan y me bautizaron en Coatzacoalcos un 7 de abril. Cuando llegamos a Cuichapa yo ya tenía dos años de escuela, pero nos fuimos al Arenal donde aprendí a leer, a sumar, a restar, a multiplicar, a dividir con un señor, que en paz descanse, que se llamaba don Faustino Cruz Luria.

Le agradezco a don Lorenzo Rosaldo Antonio, él me enseñó a tirar con el rifle y la escopeta, pero lo más importante, me enseñó a boxear, aquí en Villa Cuichapa empecé a boxear y en mi primera pelea me dieron 5 pesos, Chucho Vidaurreta fue el que me pagó, yo tenía once años. El ring estaba donde estaba el señor Tsun Tsun, por el kiosko de maderitas, donde vendía raspas el finado Mario Maitín Villa junto con su esposa doña Mercedes.

En Cuichapa di unas siete peleas y me fui muchos años, pero cuando regresé, todavía boxeé contra un mentado Alcudia de Puebla.

La aventura ‘gringa’, el box y la fama efímera

El boxeo me hizo salir, conocer otros lugares, me llevó hasta Estados Unidos, allá era pintor y entrenaba box con Jimmy Maldonado, aunque en realidad salí buscando los amores de una dama, que a través del tiempo la fui olvidando hasta que se me borró de la mente.

¿Se acuerda de su nombre?

Cómo no me voy a acordar, es como si la estuviera viendo ahorita, la señora Paulina Fuentes Ramírez, muy guapa la señora, morena con un lunar grande en la barbilla y una trenza muy larga, era muy velluda, de ella me acuerdo bastante.

Yo no sabía dónde estaba, pero yo trabajaba con una de sus hermanas me dijo que allá estaba y me fui a buscarla, me fui de raid en los tráileres cerveceros hasta que llegué a la unión americana. Allá aprendí muchas cosas, a manejar maquinaria agrícola, la mecánica, fui boxeador.

Estuve boxeando en Mc Allen, Texas, donde di unas 6 peleas, también estuve en Chicago, el Jimmy me llevaba por muchos lados, en las ferias instalaban un ring y ahí yo boxeaba para ganarme unas monedas. Había veces que quedabas con las orejas como de coliflor o con piquetes en la nariz echando sangre, pero nadie se muere de eso. En total fueron como 5 años de boxeador.

Dos peleas que recuerdo fueron contra el “Macetón” Cabrera y contra Mercedes Rodríguez. Tengo un recuerdito del “Macetón”, me hizo una rajada en la frente y me quedó la cicatriz, ya se sentía perdido y me dio un cabezazo, ya lo había tumbado tres veces, no todas las caídas en el mismo raund, sino ahí se acababa la pelea.

Mientras boxeaba y ganaba peleas tenía muchos seguidores y eso me perjudicó, yo estaba muy chavo todavía y la fama me mareó

Pemex y el regreso del hijo pródigo

En una ocasión me encontré en Veracruz a don Cutberto Cornelio Santander y me dijo “te tienen perdido mis compadres. ¿Qué andas haciendo muchacho?”, “pues aquí voy a tener una pelea por acá”, le dije.

-Vámonos, yo te pago todo. Me dijo don Cutberto.

-No, yo voy mañana o pasado… no sé cuándo pero voy a ir. Le contesté.

Nos abrazamos, me invitó a comer y quise pagar la comida (yo traía algo de dinero), pero él pagó todo (él traía bastante dinero), se puso muy triste porque no me quise ir y le dije que en unos tres días iba a Cuichapa y lo primero que haría era ir a su casa. Él vivía con la finadita Mericia, que era su esposa.

Entonces vine y firmé mi plaza en Pemex que me dejó mi padre, trabajé allí casi 25 años.

Pues son cosas que pasan en la vida, yo no me arrepiento de lo que viví porque me siento bien y lo más importante es que a nadie le he hecho mal.

La entrada a la política.

Yo fui un poquito inquieto, mi compadre Salvador me enseñaba mucho de política y me decía “tú tienes mucha raza, ¿por qué no le entras?, yo le decía que “no, ahí se ocupa mucho dinero”.

-Pues yo te doy. Me dijo y así empezamos.

Yo tenía un primo, Manuel Laborde Cruz, que vivía en Xalapa y lo fui a ver. Preguntando me dijeron que estaba de teporocho, que vivía en un vagón de ferrocarril y lo fui a buscar, lo encontré durmiendo en una casa que estaban construyendo, sobre unos cartones.

Se quitó de la borrachera y al rato ya andábamos pintando piedras y paredes con su candidatura a diputado por un partido palero del PRI, el Auténtico de la Revolución Mexicana y ganó. Fue tres veces diputado, dos veces local y una federal.

Estuvimos en campaña con una combi, le pusimos “La Sulibella” porque andaba solita y la considerábamos bella aunque se estaba cayendo a pedazos, pero con esa ganamos.

Los amores

Durante un tiempo anduve de ‘papita caliente’ con una muchacha muy simpática de nombre Amalia, hija de un hacendado que me apreciaba mucho, don Armando, pero no se hizo, era una mujer que yo veía muy alta económicamente para mí, yo sentía que no era el tipo de hombre para ella porque manejaba mucha lana.

Elle me buscaba, venía a la casa en su camioneta y lo que hice fue irme de aquí un tiempo. Distancia y tiempo para borrarla de mi mente, es como algo que escribes y lo echas al fuego.

A Paulina Fuentes Ramírez, la que fui a buscar a Estados Unidos la encontré le di su ‘kiko’ y me la pasé bastantes años con ella allá, hasta que se regresó a Matías Romero, su papá era un General y siempre me quiso conocer per nunca me dejé.

La vida es caprichosa y tanto el hombre como la mujer van buscando un interés, también es una aventura, la mujer va buscando a ver qué le queda y sí ve que no hay nada, ‘se pinta de colores’.

También tuve un amorío con Ángela García Sosa, a quien recuerdo con mucho respeto, ella es la madre de mis cuatro hijos (todos abogados). También tuve a otra muchacha, muy simpática, la señora Isidra Morales Chi.

Ya después quise conciliarme conmigo mismo y busqué a otra para el futuro y a mi edad, todavía pensaba que la luna era de queso, pero no es cierto, pero mis respetos para la persona que alguna vez pensó en hacer vida conmigo pero luego se arrepintió, está bien, todo está dentro del juego.

Esas son cosas de la vida, son cosas que pasan porque tienen que pasar, la cuestión es después que nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.

La familia

Mi esposa, la mamá de mis hijos me apoyaba mucho, vendía empanadas, tostadas, horchata. Yo era muy rígido con mis hijos pero nunca les pegué, todos siempre sacaban 10 en la escuela y ahora son profesionistas.

El balance final

La vida me ha dejado muchas satisfacciones, conocí la fama con el box y el chupe, por Pemex me enrolé en la política, me corrieron por grilla, la vida sindical no me dejó nada, de mi vida política competí para una diputación.

Ya para despedirse le manda su agradecimiento a Cornelia Pacheco Solís, que estuvo muy activa consiguiendo votos para la candidata del PRI, Teresa Estrada, dice don Celestino que le ayudó mucho.

También le agradece a don Lázaro, el director de este medio, la oportunidad de decir lo poco o mucho que vivió.

Así nos despedimos de don Celestino, que a lo largo de la entrevista se le notaba en la mirada esa nostalgia por el pasado, la tristeza daba paso a unas sonrisas francas y con un fuerte apretón de manos nos despedimos. Toda una vida que no alcanzan unas páginas para contar todo lo platicado. Gracias don Celestino por la confianza.

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