El día que un “Sapo” mató a un Toro

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Del árbol a la cazuela.

Urbanhistorias del Kilómetro 17

Por Gustavo Martínez Contreras

Don Miguel del Toro Siordia se jubiló como petrolero, refugiándose en el poblado conocido como Kilómetro 17 (Acalapa II), tenía una vida un tanto agitada, ya que había decidido poner una tienda y una cantinita, y ya sabe usted que esas actividades eran muy demandantes y se trataba de estar al pendiente de los clientes.

Además de sus actividades comerciales, era el subagente municipal del lugar.

Para los que llegaban a tomarse sus cervezas a su local, tenía por costumbre que les preparaba una rica botana, consistente en carne de chango, que en aquél entonces era muy abundante por la zona, nada mejor que una comida exótica para acompañar una cerveza.

Cabe hacer la aclaración que esto sucedió hace muchos años, para que no venga la PROFEPA a investigar algo que ya no se da en la región… (¿O sí?).

De don Miguel se escuchan muchas anécdotas, por ejemplo, se dice que en una ocasión se encontraba limpiando su patio, en esas estaba cuando se encontró un nido de ratones, él, ni tardo ni perezoso se los empezó a comer, uno por uno iban desfilando por su garganta y entre ratón y ratón un trago de aguardiente para que no se atoraran en su garganta.

De don Alfonso, hermano de don Miguel se platica una historia muy buena, cuentan que todos los días sin falta se le veía que iba a ver a sus vacas y que les comentaba a los amigos:

-Yo no puedo estar sin vacas. Decía sonriente.

-¿Y eso por qué? Le preguntaban sus conocidos.

-Es que yo soy Toro. Contestaba alegremente y se alejaba con una gran sonrisa.

También se dice que por el camino cortaba retoños de hierba o del árbol de “Mulato” y se los iba comiendo por lo mismo… él era Toro.

Un mal día la tragedia tocó a la puerta de don Miguel, una tarde estaba un bebedor de cerveza y de “fuerte” en su local, don Heraclio Martínez estaba bebiendo hasta que se puso en estado inconveniente (sería el mono que le cayó mal) y se puso agresivo, don Miguel del Toro, dueño de la cantina y además subagente municipal del lugar, mandó a que lo amarraran a un árbol que estaba en su patio.

Tal parece que don Heraclio, cuando llegó a su casa, le platicó a su cuñado Arcadio Zap, el “Sapo” le decían en referencia a su apellido, este “Sapo” salió hinchado de furia en busca del Toro, cuando lo encontró le reclamó su conducta para con su cuñado Heraclio y, sin darle tiempo de nada, le asestó tremenda estocada dejando a don Miguel muerto al pie del árbol donde había amarrado al borrachín pleitista de don Heraclio.

La noticia se regó como pólvora, de inmediato se empezó a rumorar que el “Sapo” había matado al Toro, quedando la anécdota para la historia de ese fatídico día en que monos, sapos y toros se encontraron para escribir un capítulo más de estas Urbanhistorias.

No se pierda el próximo jueves la siguiente Urbanhistoria, seguro que encontrará a algún personaje conocido…

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