El Himno Nacional Mexicano cumple este 20 de octubre 78 años haber sido declarado oficial.

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Aunque las estrofas que entonamos actualmente se conocen y se usan desde 1854, estas fueron definidas oficialmente hasta el decreto publicado en 1943.

Ciudad de México/Agencias

Fue en ese año cuando el entonces presidente, Manuel Ávila Camacho, expidió el decreto mediante el cual se estableció la versión oficial del Himno Nacional Mexicano.

Aunque el Himno suele enseñarse a los niños desde que ingresan a la educación básica, e incluso se entona en eventos oficiales, muchos mexicanos ¡no se lo saben completo!, e incluso, muchos ignoran su origen.

Es por eso que aquí te presentamos la versión completa y algunos datos curiosos.

-El Himno fue resultado de un concurso nacional. La convocatoria fue lanzada por Antonio López de Santa Anna un 12 de noviembre de 1853.

-Primero fue compuesta la letra y posteriormente se lanzó el concurso para su musicalización.

-La versión ganadora fue la del poeta potosino Francisco González Bocanegra, en 1853.

-El primer ganador de la musicalización fue Giovanni Bottesini, sin embargo, tras verse envuelto en una serie de irregularidades, fue descalificado.

-Fue así que la música pasó a ser obra del español Jaime Nunó, en 1854.

-La versión actual se compone de cuatro estrofas de ocho versos cada una y un estribillo que exaltan la defensa de la patria y del territorio nacional.

-En 1984, se estableció que su uso sería regulado por la Secretaría de Gobernación con base en la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional.

-Con el fin de fomentar el sentido de pertenencia y la identidad nacional, se estableció que los pueblos y las comunidades indígenas pueden solicitar a la Secretaría de Gobernación la autorización de sus propias traducciones del Himno Nacional, previo dictamen del Instituto Nacional de Lenguas Indígena.

Versión completa

(Coro)

Mexicanos, al grito de guerra

El acero aprestad y el bridón

Y retiemble en sus centros la tierra

Al sonoro rugir del cañón.Estrofas

I

Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva

de la paz el arcángel divino

que en el cielo tu eterno destino

por el dedo de Dios se escribió.

Mas si osare un extraño enemigo

profanar con su planta tu suelo

piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo

un soldado en cada hijo te dio.

II

En sangrientos combates los viste

por tu amor palpitando sus senos

arrostrar la metralla serenos

y la muerte o la gloria buscar.

Si el recuerdo de antiguas hazañas

de tus hijos inflama la mente

los laureles del triunfo, tu frente

volverán inmortales a ornar.

III

Como al golpe del rayo la encina

se derrumba hasta el hondo torrente

la discordia vencida, impotente

a los pies del arcángel cayó.

Ya no más de tus hijos la sangre

se derrame en contienda de hermanos;

solo encuentre el acero en tus manos

quien tu nombre sagrado insultó.

IV

Del guerrero inmortal de Zempoala

Te defiende la espada terrible

Y sostiene su brazo invencible

tu sagrado pendón tricolor.

El será del feliz mexicano

en la paz y en la guerra el caudillo

porque él supo sus armas de brillo

circundar en los campos de honor.

V

¡Guerra, guerra sin tregua al que intente

de la patria manchar los blasones!

¡guerra, guerra! los patrios pendones

en las olas de sangre empapad.

¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle

los cañones horrísonos truenen

y los ecos sonoros resuenen

con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!

VI

Antes, Patria, que inermes tus hijos

bajo el yugo su cuello dobleguen

tus campiñas con sangre se rieguen

sobre sangre se estampe su pie.

Y tus templos, palacios y torres

se derrumben con hórrido estruendo

y sus ruinas existan diciendo:

de mil héroes la patria aquí fue.

VII

Si a la lid contra hueste enemiga

nos convoca la trompa guerrera

de Iturbide la sacra bandera

¡Mexicanos! valientes seguid.

Y a los fieros bridones les sirvan

las vencidas enseñas de alfombra:

los laureles del triunfo den sombra

a la frente del bravo adalid.

VIII

Vuelva altivo a los patrios hogares

el guerrero a contar su victoria

ostentando las palmas de gloria

que supiera en la lid conquistar.

Tornáranse sus lauros sangrientos

en guirnaldas de mirtos y rosas

que el amor de las hijas y esposas

también sabe a los bravos premiar.

IX

Y el que al golpe de ardiente metralla

de la Patria en las aras sucumba

obtendrá en recompensa una tumba

donde brille de gloria la luz.

Y de Iguala la enseña querida

a su espada sangrienta enlazada

de laurel inmortal coronada

formará de su fosa la cruz.

X

¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran

exhalar en tus aras su aliento

si el clarín con su bélico acento

los convoca a lidiar con valor.

¡Para ti las guirnaldas de oliva;

¡un recuerdo para ellos de gloria!

¡un laurel para ti de victoria!

¡un sepulcro para ellos de honor!