En otro tiempo era amo y señor, ahora Duarte, en Guatemala, solo tiene dos mudas de ropa

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En otro tiempo era amo y señor. Al ver que su coche se aproximaba, cualquiera se apresuraba, incluso peleaba con otros, para abrirle la puerta y lisonjearlo. Más de uno se ofrecía a empujar a los periodistas que le salían al paso y le causaban irritación. A su mesa, las mejores viandas, a su copa, los vinos más selectos de Francia y España. Dueño de una sala de cine a su medida en Casa Veracruz, su sello como gobernante fue el boato.

Relojes finos, zapatos cotizados en miles de dólares, mancuernillas de oro y guayaberas de lujo.

Ese era el Javier Duarte a su paso por el gobierno de Veracruz, el hombre de manos regordetas y voz atiplada que ahora se conforma con sólo dos mudas de ropa para vestir al interior del cuartel San Rafael de Matamoros, en la zona uno de Guatemala.

Rudy Esquivel, vocero del Sistema Penitenciario de Guatemala, confirma que el ex gobernador de Veracruz, acusado de diversos delitos cometidos contra el erario público, no goza de derecho a más prendas.

Soberbio como fue, tomador de decisiones sobre la vida, muerte y paradero de cientos, despojado de su poder, JD únicamente posee 60 minutos al día para recibir los rayos del sol. Aunque criminales de otros penales poseen el tiempo suficiente y en exceso para recibir al astro rey, a Duarte lo han aplastado al grado de ocultar su figura a la luz.

En entrevista, Rudy Esquivel reconoce la importancia del ex gobernador veracruzano, pero asegura que su gobierno ni su sistema penitenciario ha sido el responsable de ponerlo en el penal militar, donde tiene categoría de “vulnerable”.

“Esa es una categoría que se la dio de origen el juez que emitió la orden para su detención”, dijo el vocero al descartar que el ex diputado local se encuentre bajo condiciones que se puedan llamar “VIP”.

“Se le está dando el mismo trato que a los demás, no hay ningún elemento para poder pensar que se le privilegia. Se le da lo que se dicta en el marco del respeto a sus derechos y al proceso que se le sigue”, dijo.

SÓLO UNA VISITA

A más de una semana de su detención, en el municipio el estado de Sololá, dentro de un hotel de lujo, Duarte de Ochoa sólo ha recibido una visita en la cárcel de Matamoros.

No ha sido de su mamá, Cecilia de Ochoa.

Tampoco su esposa, Karime Macías de Duarte, aunque está habilitada para la visita conyugal.

Menos, mucho menos, alguno de los duartistas que antaño aparecían abrazados en fotos con Duarte y que se desgarraban las vestiduras defendiendo su proyecto de gobierno o de su red criminal.

El vocero del sistema penitenciario dice que se trató de “una persona del sexo masculino que ha dicho ser su amigo”.

En la lista de visitas aparecen otras seis personas, todos sus abogados de Guatemala y dos mexicanos que operan como “asesores”, pues en el sistema de este país la defensa debe ser encabezada por nacionales.

Así, mientras políticos notorios del calibre Dante Delegado, preso en el sexenio de Patricio Chirinos, recibían docenas de visita en Pacho Viejo, incluso, tuvo tiempo para redactar los principios de su partido político, a Javier Duarte no lo procuran.

Vaya, hasta Cirilo Vázquez, el finado cacique del sur de Veracruz, recibía a cientos de personas en el penal Ignacio Allende, quienes hacían fila en la avenida Cortés para poder acceder a saludar al mecenas acusado de sanguinario.

Y Pascual Lagunes Ochoa se da el lujo de presumir que cuando preso gozaba visitas de trabajadores y trabajadoras de TAMSA quienes creían en su proyecto sindical antes de ser visto igual a un cacique más.

No es la suerte de Javier Duarte de Ochoa, cuya máxima expresión de soledad se aprecia en lo acotado de su guardarropa, aun cuando en Casa Veracruz poseía docenas de sacos, camisas, playeras, pantalones y zapatos de las mejores marcas que al finalizar su gobierno se repartieron los trabajadores de ese inmueble como una suerte de bono de marcha autorizado por la pareja en fuga.

Rudy Esquivel indica que las prendas del ex mandatario son lavadas dentro de las instalaciones militares.

LA CÁRCEL SOLITARIA

Más de una semana sin que Javier Duarte de Ochoa tenga acceso a las redes sociales, que lo seducían a cada momento cuando ejercía el poder y desde el twitter decretaba cancelación de días de clases, anunciaba obras, atacaba a la oposición o daba informes sobre hechos de violencia.

En el cuartel donde está encerrado, cuenta el vocero, no puede tener televisión individual. Los presos cuentan con una que es colectiva.

Tampoco con espacios para practicar algún deporte, las actividades que pueden realizar tras los muros del penal de Matamoros tienen que ver con el aprendizaje de alguna carrera, estudio de las ciencias, de la Biblia o tratados de economía.

“Si él quiere estudiar algo o leer, eso va más adecuado a lo que tiene que ver con su perfil, se analiza si se adapta a lo que él es, y mientras no sea, por ejemplo, un libro sobre formas para suicidarse se le autoriza”, explica el vocero.

Hasta el momento, el ex gobernador no ha solicitado tomar alguna de estas actividades. Ha pasado el tiempo encerrado en su celda, atrapado en sus pensamientos, meditando, en silencio, cual fiera enjaulada, cebándose con el odio y la decepción, quizá.

En medio de la soledad, Javier Duarte cuenta con un privilegio: tomar una hora de sol al día. Los encargados del penal son quienes deciden el momento en que la tomará y siempre será distinta a la de otros reos para reducir al mínimo la convivencia.

En la celda, de menos de tres por tres, un baño a la vista de los vigilantes, una plancha de concreto como cama, sobre la cual va una colchoneta, una delgada sábana y una almohada. El hombre que durmió sobre plumas de ganso y tersa seda ha de conformarse con ropa de cama de lo más sencilla. Nada a la mano con lo que pudiera lastimarse o suicidarse.

TRES COMIDAS

Explica el vocero penitenciario que las comidas al día dentro de Matamoros son tres, son administradas por una empresa contratada por el gobierno de Guatemala, reconoce que en el resto de las 21 cárceles operan distintos esquemas de alimentación a los internos.

En el caso de Duarte, las comidas son frugales, pero nutritivas, y casi todas, a base de huevo, arroz y frijoles. “Por la mañana se le pueden dar huevos solos, un poco de frijol, un poco de arroz. Para la tarde, huevos revueltos en de salsa de tomate, frijoles parados y arroz; para la noche, huevos en otro guiso, y así”.

Hay veces, en la semana, que se les da arroz, frijoles y un pedacito de pollo, o lo mismo, pero con un pedacito de salchicha.

Casi nunca pueden probar carne, dice el informador instruccional, y ello se explica por la dieta dentro de la cárcel.

“Se busca cuidar mucho el tema del consumo de calorías, se les alimenta como personas que no tienen muchas necesidades físicas, a diferencia de quien anda en la calle haciendo algún tipo de actividad”, indicó el vocero.

Así, en pocas palabras, Duarte de Ochoa se haya bajo régimen de dieta en Guatemala, la cuarta dieta rigurosa luego de haber sido sometido a la primera en 2009 para su campaña a diputado federal por Córdoba; la tercera para la contienda a Gobernador en 2010 y otra más al final de su sexenio, cuando después de días de no dejarse ver en público, regresó con notorios kilos de menos, los cuales ganó en su fuga a Centroamérica.

Si su visita le quiere traer una hamburguesa o algo más distinto al menú, lo pude hacer, sólo se le pasa el escáner la comida, y si no hay problemas, pasa. Pero únicamente una vez a la semana, acota el vocero.

LO IRRITÓ LA PRENSA

En la torre judicial donde se encuentra el tribunal Quinto de Sentencia Penal, que recibió a Duarte de Ochoa el día de su polémica audiencia pública, aun retumban los gritos de los detenidos en zona preventiva que llamaron “basura” al cordobés. Son docenas de ellos y para amedrentar a quienes los miran dicen: “Eh, pura 18”, en referencia a una de las bandas más temidas en Centroamérica.

En la sala donde Duarte compareció ante el juez que ordenó su detención, el secretario del juzgado, Juan Daniel Lemus, aún recuerda el semblante del político mexicano.

“Estaba muy tranquilo, no pidió nada, ni agua ni café. No quería nada. Siempre estuvo acompañado de dos de sus abogados guatemaltecos, pero sin mostrarse triste o con miedo” dice el secretario.

Lo que si notó, “fue su molestia al ver a los medios de comunicación, docenas de periodistas, muchos de México, intentando tomarle una foto o entrevistarle. Eso sí se vio su molestia” dice el licenciado Daniel Lemus, quien declara desconocer que Duarte de Ochoa es señalado en México de causar la muerte, por omisión, de unos 19 reporteros.

Gozaba Duarte de Ochoa derecho a una llamada telefónica, pero no la empleó. Cuando llegaron al juzgado los enviados de la cancillería mexicana los saludó y con la misma los despachó. No quiso su ayuda.

Todo el tiempo estuvo solo, y si no es por los dos abogados, se puede decir que toda la audiencia, uno de los peores momentos en su vida pública, la aguantó solo, pero estoico, con la clara idea de no despertar lástima a la audiencia de la sala, reconoce el secretario Daniel Lemus.

A la prensa en Guatemala le dices hasta ahí, no te pases de esta línea, y hacen caso, no le molestan más; pero vimos a los mexicanos ese día y, es un comentario personal, y ellos son más metidos, dice Lemus. Duarte notó eso y ahí sí no se cuidó en ocultar su molestia.

Su impacto mediático, dice el secretario, se dio al mismo nivel que la detención de los expresidentes acusados de corruptos en Guatemala, entre ellos Otto Pérez, “eran muchos, muchos periodistas y más los de México interesados en su proceso. Para nosotros se trató de un proceso de deportación más”, dijo.

UN PRESO MÁS

En el penal de Matamoros, Duarte comparte celdas con 26 personas, en su mayoría por delitos de alto impacto o porque son personas “vulnerables” a los ojos del juez que les dictó la detención. Así pasó con el Duarte de Ochoa, dice el vocero Rudy Esquivel, “nosotros no le pusimos ahí, eso vino del juez que, en sus criterios, consideró que era vulnerable”.

Al ir más allá, el informador gubernamental explicó que el término vulnerable es amplio, pero se acota a que si un preso con esta categoría fuera llevado a cualquiera de las otras 21 prisiones, podría ser lastimado.

En Guatemala –dice- hay poco más de 21 mil 800 internos, de ellos, 19 mil 759 son nombres y 2 mil 135 son mujeres. La capacidad para atender presos, es de 6 mil 800, por ello el sistema se encuentra superado y en proceso de reestructuración.

Extranjeros detenidos en Guatemala son 595 hombres y 95 mujeres.

De esos, unos 70 son de originen mexicano, aunque los países que más detenidos aportan son Salvador y Honduras.

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