En presencia de soldados y Federales, venden fauna protegida en la carretera

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En los alrededores del puesto de inspección Fitozoosanitaria de la Semarnat, hay un puesto permanente del Ejército Mexicano.

La carretera interestatal Coatzacoalcos-Villahermosa, en apariencia muy vigilada en el tramo que conforma la frontera de los dos estados, aunque solo en apariencia.

A unos cuantos metros del retén de la Sedena, se comercializan especies protegidas como cotorros y cocodrilos.
De poco sirve el arco de rayos gama de la Policía Federal, quienes compran especies protegidas lo pasan sin ningún problema.

Agua Dulce, Ver.

Alfredo Santiago H.

Sobre la carretera interestatal Coatzacoalcos-Villahermosa, en territorio de Tabasco, entre la inspección fitozoosanitaria de la Semarnat y el puente Tonalá Uno solamente hay kilómetro y medio de distancia, en ese espacio hay un retén del Ejército Mexicano, uno del INM y un arco de la Policía Federal, así como por lo menos diez personas dedicadas a la venta de fauna protegida.

Aunque es cierto que cada una de las dependencias tiene facultades limitadas, resulta casi una burla que ‘en las narices’ de soldados y policías federales, conductores de vehículos particulares se detengan a comprar cotorros y loros  cabeza amarilla, mismos que pasan sin ningún problema por los retenes.

También cerca del puente, ya sobre territorio veracruzano, se pueden adquirir especímenes como lagarto hasta en 500 pesos, los loros son comercializados entre 700 y 1500 pesos; todo esto ante la complicidad de autoridades, pues también existe responsabilidad por omisión.

Mientras que la Semarnat intenta evitar el paso de frutas de una región a otras, los elementos del INM tratan de frenar el paso de indocumentados centroamericanos y el Ejército en conjunto con la Policía Federal aplican la más alta tecnología para evitar el paso de armas y drogas, nadie se preocupa por la naturaleza.

De acuerdo a lo que señalaron algunos efectivos de estas corporaciones, la autoridad competente es la Procuraduría Federal de Protección al Ambiante (Profepa), mismas que no cuenta con el personal suficiente para realizar operativos continuamente en la región y solo actúa tras una denuncia formal.

Además cuando los traficantes de especies protegidas observan que alguna autoridad se acerca, se esconden entre el monte, por donde ya tienen caminos bien trazados para poder escapar, saliendo nuevamente cuando se sienten a salvo.

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