Intransigencia bancaria contra Grecia

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Manifestantes recitan consignas frente al parlamento en Atenas, pidiendo el rechazo a las condiciones del FMI.

La fantasía feliz de los banqueros de un mundo que sacrifique todo para que ellos lucren se ve ridiculizada

Javier Pulido Biosca

Revista Raíces

No cabe duda de que el perjuicio que causan los bancos cuando quieren marcar las políticas sociales de los países es mayor que los posibles beneficios. Este es el caso de Grecia frente a la voracidad del Fondo Monetario Internacional.

Grecia, cuyo salario mínimo es de 410 pesos con 26 centavos diarios y que paga un promedio de 15 mil 827 pesos mensuales de pensión desde la edad de 50 años, está siendo acosado para que ponga su economía en una situación tan denigrante y desmejorada como la del pueblo mexicano, ejemplo de los perjuicios que generan las “sugerencias” del FMI y del Banco Mundial.

El premio Nobel de economía de 2008, Paul Krugman, puntualizó algunas cosas sobre el país heleno, donde se creó la democracia hace 25 siglos. El economista precisa que “Debemos primero ser conscientes de que la mayoría de cosas que hemos oído sobre el despilfarro y la irresponsabilidad griega son falsas. Sí, el Gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la década de los 2000. Pero desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal”. Además, el empleo público ha caído más de un 25% y las pensiones, que eran ciertamente demasiado generosas, se han reducido drásticamente. Todas las medidas han sido, en suma, “más que suficientes para eliminar el déficit original y convertirlo en un amplio superávit”.

El economista considera que la creación de la zona euro fue un error y que la salida de Grecia de esta zona económica simplemente puede ser difícil para algunos empresarios, ya que el sistema bancario es entendible que el gobierno heleno lo bloquee para impedir la fuga de capitales especulativos, pero este pánico puede generar incertidumbre en los privados y en particular la falta de definición del estatus de las deudas.

Pero esta situación que los medios enfatizan en las consecuencias que podría tener para la economía mundial es meramente alarmista. Declararse en moratoria y resistir las presiones no es tan grave para la entidad soberana.

Esto nos recuerda a México cuando hubo de hacerlo en la década de los 80. Se aceptaron las innumerables condiciones que impuso el Banco Mundial y el resultado fue la desaparición del sistema de pensiones del IMSS y del ISSSTE, surgieron las afores, de gran beneficio para los bancos pero poco ventajosas para los trabajadores. Comenzó el desmantelamiento de Pemex y se dio el primer paso para la anexión a un tratado de libre comercio que se implementó con pocas ventajas para el país.

Algo semejante pide el FMI para Grecia: que los salarios caigan, que las pensiones se reduzcan y que se tenga una “austeridad” en cuanto al gasto en educación, seguridad social y salarios.

En suma, el modelo a seguir es México.

Pero el primer ministro viene de un proyecto político distinto. Los electores votaron por su propuesta socialista, que les generaría una protección ante los embates de la banca internacional. Tsipras, el Primer Ministro, tiene el compromiso con su pueblo.

Así que decidió dejar en manos de los ciudadanos la decisión sobre sacrificar el bienestar para pagar una deuda que será infinita, o negarse a las condiciones, lo que quiere decir ser cuestionado desde la zona euro, de la que no existen los mecanismos que indiquen bajo qué condiciones un miembro del pacto deje de serlo.

El tema geopolítico

Lo primero que sucede es que es falso que los asesores de la llamada “Troika” de Alemania, Bélgica y los bancos sean meras formulaciones técnicas. Son el camino para dar marcha atrás a toda posible socialización de la riqueza en Grecia.

Pero el tema es más complejo. En una actualidad en la que Rusia recupera su influencia debido a que su propuesta económica es más conveniente para los trabajadores, la zona del Báltico sería completamente independiente de la zona euro y estaría protegida, en última instancia, por el poderío petrolero y militar de Rusia, cosa que está ya vista con los asuntos de Crimea y su adhesión a Rusia, lo que le da acceso completo al mar Negro desde el mar Caspio.

Saliendo Grecia de la zona Euro, cosa que le convendría dadas las bajas calificaciones de su deuda que le han asignado para hacer presión sobre sus decisiones soberanas, toda el área oriental del Mediterráneo sería neutral, lo que resulta un beneficio político para una Rusia que tiene una propuesta económica alterna al capitalismo rampante de la zona euro.

Estos actos de dignidad son un ejemplo a seguir en países donde está muy debilitada la confianza en el vínculo necesario entre gobernantes y gobernados, cuya identidad de estos últimos es más social que exclusivamente empresarial.

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