Gustavo Martínez Contreras
¡Un cuarto de siglo!, veinticinco años de aquella tarde en que por todos los medios anunciaban que el candidato del PRI a la presidencia había sufrido un magnicidio (aunque ese delito no existía ni existe) en Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California.
Apenas diez y siete días antes había esbozado el México que él veía: “…veo un México con hambre y sed de justicia”, cinco lustros después de su muerte no hay claridad en cuanto a quién o quiénes fueron los autores intelectuales de su asesinato, no hay justicia pues.
Para muchos de los que vivimos en aquella época no nos queda duda de que Salinas fue el autor intelectual de aquella desgracia… su juego maquiavélico sobre el manejo de una candidatura que no despertaba las simpatías ciudadanas, ponía los visores sobre el candidato alterno: Manuel Camacho Solís, quien estaba negociando la paz con los zapatistas y todos los reflectores estaban sobre él, mientras el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas avanzaba a pasos agigantados en las preferencias electorales.
Aunque a regañadientes, un día antes del asesinato de Colosio, Camacho Solís renunció a sus pretensiones de ser el candidato alterno…
Después la historia es conocida, del asesino solitario pasamos a un complot, regresamos al asesino solitario y ahí tenemos a Aburto Martínez en una prisión en Huimanguillo, Tabasco… del asesino intelectual nada se supo por más claro que estuviera el caso.
Zedillo fue el candidato alterno, ganó la presidencia y el odio eterno de Salinas gracias al ‘error de diciembre’ y sobre todo por haber encarcelado al ‘hermano incómodo’: Raúl Salinas de Gortari, quien salió de la cárcel 11 años después y fue absuelto de todos los cargos en 2013.
En la actualidad muchos santifican a Colosio pensando que él iba a cambiar al PRI y a México, lo cierto es que ese árbol ya estaba muy podrido y Zedillo se encargó de tumbarlo para entregar el poder a Vicente Fox… Jaque Mate, nos leemos en la próxima partida del juego ciencia.
