La novia Lagarto en San Pedro Huamelula, Oaxaca

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16 de Julio, 2014

Frente al pueblo de San Pedro Huamelula, Joel Vásquez Rojas acata la solemnidad del ritual y acepta como esposa a la novia lagarto, el presidente municipal se casa con una de las máximas figuras totémicas de los grupos indígenas que conviven en el Istmo de Tehuantepec y La Costa, el lagarto.

Diario El Sol de Oaxaca 
El edil de San Pedro Huamelula, Joel Vásquez Rojas, viste camisa de color rojo con cuadros. Sostiene a la novia de apenas 60 centímetros en las manos.

La prometida luce un vestido blanco a su medida y un tocado de pequeñas flores. Se mantiene quieta, con los ojos saltones y la boca amarrada.

Frente al pueblo de San Pedro Huamelula, Joel Vásquez Rojas acata la solemnidad del ritual y acepta como esposa a la novia lagarto, el presidente municipal se casa con una de las máximas figuras totémicas de los grupos indígenas que conviven en el Istmo de Tehuantepec y La Costa, el lagarto.

“La niña princesa”, como llaman a la novia reptil, es la prenda más preciada que los Wuapis (huaves – mareños) ofrecen a la autoridad de Huamelula durante las fiestas en honor al Santo Patrono del pueblo chontal, San Pedro Apóstol, del 23 al 30 de junio.

El casamiento es la representación de alianza para lograr el equilibrio entre hombres y animales, para la buena productividad en el mar y en el campo, asegura el Alcalde mientras muestra orgulloso las fotografías de su boda con la niña princesa desde su celular.

“Es una ceremonia sagrada y mística. La niña princesa para los Wuapis es un ser mitológico, es un reptil de agua y de tierra. Representa la vida que te da el agua y toda la producción agrícola, la tierra. La autoridad se casó con la princesa para la buena pesca, la buena cosecha, para el saneamiento de enfermedades en el pueblo, para el equilibrio”, explicó el Edil en su despacho de la presidencia municipal.

El Alcalde chontal se sorprende de la repentina curiosidad e interés que despertó la ceremonia sagrada fuera de la zona, cuando es un ritual antiguo que se celebra cada año para cerrar las principales festividades de la comunidad en donde convergen ritos litúrgicos católicos, representaciones teatrales, dancísticas coloniales y prehispánicas.

“La fiesta comienza el 23 de junio con la presencia de los primeros danzantes conocidos como Los negros, el 24 se presenta el segundo grupo denominado Los turcos (Los conquistadores), que dicen venir de la República de San Perico Roma. Anuncian que los negros les robaron perlas preciosas y mercancías. Ahí empiezan las representaciones de las batallas”, narra Vásquez Rojas.

Para el más importante historiador y cronista de San Pedro Huamelula, Jaime Zárate Escamilla, estos rituales muestran el gran contacto que ha tenido el pueblo chontal con las otras etnias que habitan el Istmo y la Costa de Oaxaca.

“Nuestros rituales son mágicos y religiosos. En estas danzas se hace presente la figura de los huaves, quienes traen una lagarta viva, pero entonces se compromete al sacerdote a bautizar a la lagarta y así lo hace. La iglesia lo toma como un sincretismo, esto para que no fuera tomado como una imposición el trabajo de evangelización”, argumenta el escritor del libro Huamelula, Pueblo Danzante.

Y es que de acuerdo con las investigaciones, los evangelizadores empezaron el trabajo de convertir a los moradores durante la construcción de la Iglesia de San Pedro Apóstol en 1702 y fueron ellos quienes “introdujeron representaciones teatrales basadas en hechos históricos, combinando con las danzas, sobre la guerra de los españoles contra los árabes, las batallas sobre la conquista española, esto con el fin de evangelizar”.

Al final lograron convertir estas danzas y representaciones en rituales sagrados y místicos, tal y como se conservan en San Pedro Huamelula, “estas representaciones son serias y respetadas por el pueblo, la autoridad y la iglesia. El que se niegue a casarse con la lagarta se va a la cárcel. Es una costumbre que se ha hecho ley”.

Zárate Escamilla explica que la figura del lagarto está presente entre los zapotecas de Juchitán, quienes conservan rituales como la Vela Guelabeñe (Vela Lagarto) y poseen un santuario donde le realizan veneración y peregrinación.

En tanto los huaves, según los archivos de la Comisión de Desarrollos de los Pueblos Indígenas (CDI), la figura del lagarto se reconocía “como el consorte espiritual del huave, quienes no se atrevían a matar un lagarto deliberadamente por el castigo que esto pudiera provocar”.

Después de la boda, el reptil fue liberado, antes se realizaba en una zona especial, pero debido a la urbanización actual, fue entregado a un centro especial de cautiverio en Salina Cruz para su protección.

El presidente de Huamelula, volverá a casarse con la “niña princesa” el próximo año, en la misma fecha, 30 de junio.

Cumplirá con el mandato para evitar que la armonía se rompa en esta comunidad indígena localizada entre los límites del Istmo y la Costa oaxaqueña.

Con información de Guadalupe Thomas, Quadratín.

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