Las Choapolíticas

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Por Juan Manuel Jiménez García

TRAGEDIA EN LA CARRETERA LAS CHOAPAS-CUICHAPA

Tenía varios años que una tragedia no causaba tanto coraje, rabia e impotencia entre los ciudadanos de esta ciudad, lo ocurrido el pasado domingo sobre la carretera Las Choapas-Cuichapa debe de llamar a la reflexión, es de los accidentes donde se lamenta uno de no respetar las leyes de este país.

No se trata de hacer leña del árbol caído, tampoco de juzgar a los que intervinieron en este percance, aun cuando todo indica que sean los responsables o que se escuden en la palabra accidente para tratar de lavar sus culpas, porque en esta tragedia hay varios que de manera indirecta están involucrados.

Este drama por la que están pasando las familias que perdieron a uno de sus miembros o que lo tienen internado en algún hospital, pasa por la poca cultura vial que tenemos, la nula información sobre el reglamento de tránsito y, desde luego, la complicidad de las autoridades para solapar estas conductas al volante.

Las tragedias se pueden evitar, pero sobre todo esta, ya que se contaba con antecedentes del chofer que, en otras ocasiones, solo recibió amonestación por conducir una unidad del servicio público de pasajeros en estado etílico, si las leyes se aplicaran, esta persona estaría incapacitada para ser conductor de cualquier vehículo.

En otros países, esta persona seria llevada a juicio por homicidio, con la probabilidad de ser declarado culpable y condenado a varios años de prisión, por el simple hecho de conducir en estado de ebriedad.

Pero este joven conductor, que seguramente tiene familia, no es el único responsable, está el concesionario, que con tal de ganarse a toda costa sus 300 pesos diarios, permite que personas sin ningún tipo de capacitación, manejen una unidad de servicio al público, con los riesgos que esto conlleva.

Pero que tal la autoridad, esta se cuece aparte, ya que a diestra y siniestra otorga, no solo concesiones, sino licencias de conducir sin tener un control verdadero, que facilite detectar personas que tienen problemas con el alcohol y que a la larga representa un peligro para todos los conductores que se topen con ellos en alguna calle o carretera.

Pero va el llamado a la reflexión para los familiares que solapan una y otra vez que un miembro de la familia maneje en estado de ebriedad, siempre pensando que a ellos nunca les va a pasar algún accidente, siempre escuchando que ellos son chingones y que solo esto les sucede a los pendejos.

Claro que este accidente no será el último, después de un tiempo, pasará el coraje colectivo y todo volverá a la “normalidad”, total, la historia inmediata está llena de accidentes, donde el alcohol es el actor principal y donde una sociedad que permite que todo se arregle a billetazo, hace parecer que no ha pasado nada.

Pero ahora hablemos de las víctimas, de su esposa, de los hijos, de los padres, de aquellos que la vida ya no será igual, que no entenderán qué fue lo que sucedió, que pedirán justicia con el miedo que les digan que fue “un lamentable accidente”, que estuvieron en el lugar y la hora equivocada.

Los empleados de CAPUFE cometieron el pecado de miles de mexicanos: salir a trabajar de manera honrada, de ganarse el sustento diario con el sudor de su frente, de esforzarse por brindarle un mejor futuro a sus hijos, de tratar de cambiar las cosas para bien.

Nadie escoge ni el día ni la forma de morir, por eso todos coincidimos que no se merecían la manera en la que perdieron la vida, no así, tan cruel, tan lleno de injusticias, tan lleno de preguntas que no tendrán respuestas, de circunstancias que no son normales por donde quiera que se le vea.

Con esta tragedia queda claro que la vida de cualquier ciudadano que paga sus impuestos, pende de un hilo, que no sabemos en qué momento nos toparemos con la muerte disfrazada de conductor de taxi, y no es nada personal con este gremio, pero de una fecha para acá, pseudotaxistas han manchado el nombre de esta asociación.

No hay que generalizar, no todos los taxistas son malos, de hecho, y afortunadamente, la mayoría entienden la responsabilidad de transportar a personas en una unidad de servicio, pero como suele suceder, por unos pagan otros.

Como comentábamos al principio, no nos corresponde juzgar, eso lo hará Dios y después las autoridades tendrán que hacer su trabajo, el hecho de este accidente, debe de mover las fibras de todo para que no vuelva a suceder.

El alcohol y el volante no se llevan

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