Las nuevas generaciones

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Por Juan Antonio Valencia

Existe un sistema muy socorrido entre las nuevas generaciones de comunicadores, reporteros y periodistas; hacerse amigos de funcionarios públicos y de elementos de corporaciones policiacas.

Incluso hasta llegar a relacionarse sentimentalmente con ellos aunque de forma efímera.

Esto ha propiciado que en el último de los casos, el trabajador de los medios de comunicación, tenga que salir huyendo de su localidad, porque su “enlace” resultó involucrado en un acto delictivo.

En otras lo relacionan como enviado del funcionario para hostigar periodísticamente al enemigo, y su poco prestigio se viene abajo.

Todo esto es grave, pero no se logra apreciar a simple vista.

En las universidades no enseñan este tipo de éticas. Ni las conocen sus catedráticos de espada virgen.

¿Que motiva todo esto?

Si son mujeres, se involucran para obtener primicias y presumir cómo superan a sus compañeros en información exclusiva.

Al final todo se sabe. Cómo obtienen sus primicias o sus “investigaciones”

Lo que no saben y no les enseñaron es que el PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN es con método científico, es de investigación de campo, no de chismes, filtraciones, obtenciones en internet o conjeturas, a las que le agregan el señuelo de “al tiempo”.

El protagonismo actual que exhiben las nuevas generaciones de comunicadores, utilizando las redes sociales llega a límites de la ridiculez, atizados también por los famoso premios nacionales de periodismo que en la actualidad se reparten como volantes publicitarios a todo aquel que es amigo de la agrupación que inventó este recurso, y que se entregan de forma discrecional, aun cuando no sepan redactar una nota.

Bien decía un viejo maestro del periodismo; “las nuevas generaciones de comunicadores nacieron muertas.”

¿Preocupa la relación sentimental prensa-políticos?

Claro que si preocupa.

Los vuelve más vulnerables, más utilizables, pero en el contexto se generaliza. Por las debilidades de algunos, se señala a todos y esto no abona en lo absoluto a un gremio dividido. Que suele unirse solo en casos extremos, algunos propiciados precisamente por esto que se expone.

Un policía, un funcionario no puede ser amigo de un comunicador, de un reportero o de un periodista. ¡Jamás! Quien lo crea así está condenado a cavar sus propios problemas que lo pueden llevar incluso a la muerte.

El más claro ejemplo de esto, fue la relación Manuel Buendía Tellezgirón columnista de Excélsior y José Antonio Zorrilla, titular de la Dirección Federal de Seguridad, en ese entonces.

Eran amigos, o al menos el maestro Buendía eso creía. Le confío el desembarco de armas en el sur de Veracruz, por la filtración de un periodista de Coatzacoalcos.

A los dos los mataron. Zorrilla tenía nexos con el narcotráfico. Uno como reportero nunca sabe a quién tienes enfrente. Lo más seguro es que esté involucrado.

Las nuevas generaciones al garete, de las que en justo derecho, no aceptan recomendaciones, con toda libertad seleccionan su destino, y hasta donde van a llegar. Al final tienen que retirarse y dejar el periodismo, por los peligros que representan, o por que eligieron mal y su pareja o su amigo, terminó asesinado, y es necesario poner tierra de por medio.

¿Todo esto era necesario?

Obviamente todo esto no va a cambiar. Las ambiciones superan el riesgo, el afán de un compañero de los medios y sus ambiciones llevan incluso a agredir a sus propios compañeros, en la defensa de su publicidad hacia un candidato.

Es decir, que si un comunicador contrata publicidad a favor de un candidato, y este es criticado por otro, la agresión contra el que se atreva a criticar a su candidato será obsesiva. En la guerra por el dinero no hay ética ni tregua.

Estamos cerca ya de otros comicios, y la historia se repetirá.

Estas son las nuevas generaciones.

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