Por El Bicho Politikón
Todo movimiento de izquierda triunfante trae consigo una fuerte carga de esperanza, y es que ganar desde la izquierda es doblemente difícil, se tiene que romper con una guerra sucia de muchos años de golpeteo ideológico, aunado, claro, a las divisiones propias.
Y no lo digo porque yo considere a Morena de izquierda, de hecho está muy lejos de serlo, pero bueno, es lo que hay… y en Moloacán parecía que así era, tenían un himno en la canción Todo Cambia del compositor chileno Julio Numhauser y que fue un éxito con Mercedes Sosa, aunque aquí se escuchaba en la voz de Adolfina Nava… y daban ganas de creer que el cambio era posible.
Uno de los cambios más evidentes que hacen los gobiernos de izquierda es en el rubro cultural y Moloacán no iba a ser la excepción, faltaba más, no importaba que dijeran que no habría recursos… la imaginación, la planeación y el talento existente en cada localidad daban para soñar con tomar las medidas necesarias para hacer de la cultura una carta de presentación municipal para todo el estado.
Vinieron los primeros meses, enero y febrero con festivales en Moloacán, Nuevo Teapa y Villa Cuichapa… en marzo la Expoferia Cultural y Ganadera. Después la nada, el vacío, de 18 festivales que se tenían programados en el resto del año, solo se mal hicieron dos.
El irresponsable de esta falta de cambio tiene nombre: Carlos Francisco García, quien, con solo secundaria, se ha destacado en la Casa de Cultura, por cortar árboles y palmeras, tener un basural y ser una extensión de su grupo de danza… de los supuestos cursos en otras disciplinas artísticas el resultado ha sido nulo.
El conflicto de intereses es más que evidente, utilizar recursos públicos para una organización, cuyo director es el jefe de educación, cultura y deporte: El “Profe. Paco”
Y es que cuando no hay visión… no hay visión.
Y ya ni hablar de las acciones en educación o deporte… ni becas, ni ligas, ni libros ni nada de nada.
Cambia, todo cambia para ellos es solo una bonita canción, para gente de izquierda es un recordatorio de que podemos dejar un mejor lugar del que recibimos.
Pues eso.
