Por Gustavo Martínez Contreras
En la semana recibí un whatsapp muy interesante que cuestionaba sobre por qué habríamos de estar enojados con Donald (no el pato) si él sólo está defendiendo a su país y a su gente, que si quiere deportar a los indocumentados está en su derecho, en suma, que el señor Trump puede gobernar como se le de la real gana. Éste tema lo tocaré con más calma en otra columna.
Dice el mensaje en cuestión que con quien hay que estar enojados es con los políticos mexicanos, empezando con los presidentes ladrones, con los gobernadores corruptos que velan por los intereses de sus propias familias (si hago una lista no alcanzan las páginas de 60 Minutos), con los senadores y diputados que se aumentan el sueldo sin ningún tipo de vergüenza y que aprueban leyes tan enmarañadas que no se aplican, con los partidos políticos que lucran con la pobreza y se venden ante los grandes intereses, con los secretarios de Estado cuyos resultados son más que mediocres, tenemos 50 años gastando en programas contra la pobreza y no le hacemos ningún rasguño, tenemos que estar muy enojados con los presidentes municipales cuyas grandes obras sólo lucen en las hojas de sus informes, que si hay que buscar a los enemigos de México ahí los podemos encontrar, oiga usted, yo estoy de acuerdo.
Claro que terminando de leer (¿o será ler señor secretario de educación?) el mensaje quedé más enchilado que el jalapeño (no el de Xalapa, sino el chile) que me he dedicado a buscar al señor Duarte hasta por debajo de las piedras, chance y me llevo la recompensa, jejeje
Oiga usted, nos vemos en la próxima entrega.
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