Padres, a prisión por matar a hija adoptiva

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Madrid • Las autoridades de España enviaron a prisión a Rosario Porto y Alfonso Basterra, por el asesinato de Asunta, su hija adoptiva de origen chino.

Porto y Basterra pasaron de ser padres ejemplares adoptivos a asesinos, luego de que hace una semana se encontró abandonado el cadáver de Asunta Yong Fang Basterra Porto en un paraje de Santiago de Compostela, Galicia, al norte de España.

Hace 12 años, los padres acudieron a la Televisión de Galicia (TVG) para contar la historia de adopción de la niña de origen chino, que tenía apenas un año de nacida. “Una adopción es para siempre, esta niña nos ha llenado de vida”, presumía la madre, una abogada (también adoptada) sin aparentes problemas económicos y ex cónsul honoraria de Francia en Santiago, que sufre de depresiones y necesita tomar tranquilizantes.

Asunta fue la primer bebé china que llegó a Santiago, en pleno boom de adopciones en una España entonces boyante, altiva, y que en Europa servía de ejemplo de crecimiento. Durante años, fue la niña más exótica, con esos pequeños ojos llenos de picardía; le gustaba escribir y era popular en su colegio.

En un inicio se había pensado que la niña tal vez había sido la heredera de sus abuelos, pero los  investigadores se encargaron de desmentirlo. Es decir, el motivo del asesinato no ha sido el económico.

Los análisis determinaron que Asunta fue drogada con diazepam, un gran depresor del sistema nervioso central con propiedades sedantes, ansiolíticas, amnésicas y anticonvulsionantes, un medicamento que habitualmente tomaba su madre. Después fue asfixiada, así murió.

Otra de las pruebas contra Rosario es que la Guardia Civil tiene en su poder las grabaciones de una cámara de tráfico que refuerza las sospechas contra ésta. Y, por último, todo apunta a que los trozos de cuerda hallados cerca del cadáver de la menor tienen gran similitud con un rollo del mismo material encontrados en la vivienda rural donde Rosario Porto fue vista la noche de la aparente desaparición de Asunta.

El padre tampoco se libra. Entre las pruebas que involucran a Alfonso están una colilla de cigarro hallada cerca del cuerpo sin vida de la pequeña. Además, las investigaciones apuntan a que éste compró los medicamentos utilizados para sedar a la niña.

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