Persisten brechas de género: 7 de cada 10 mujeres gana como máximo dos salarios mínimos

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Ciudad De México.

La llegada de la pandemia del Covid-19 impactó de manera importante en el mercado laboral mexicano, que incluso antes ya presentaba problemáticas de precarización y aunque gran parte de los empleos se han ido recuperando, lo cierto es que las condiciones de la mayoría de los trabajadores todavía presentan complejidades. Estas complejidades son mayores para las mujeres.

Uno de los principales indicadores que muestran estas brechas de género es el nivel de ingresos de la población ocupada, de acuerdo con cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) del Inegi, 7 de cada 10 (68%) mujeres que trabajan perciben entre cero y dos salarios mínimos, equivalentes a 7,392 pesos mensuales, mientras que esta cifra para los hombres se reduce al 59 por ciento.

Esta situación refleja que si bien, las problemáticas de ingresos laborales bajos persisten en la población total, para las mujeres esta brecha es todavía más pronunciada, con casi 10 puntos porcentuales por encima. Adicionalmente sólo el 1% de las trabajadoras en México tiene ingresos superiores a cinco salarios mínimos, 18,480 pesos por mes. El 31% restante se encuentra en un rango salarial de más de dos y hasta cinco salarios mínimos.

La población ocupada femenina ocupa mayoritariamente puestos poco calificados y los peor remunerados y además tiene una escasez importante de presencia en los altos cargos; por ejemplo, en el grupo de trabajadores mejor pagados sólo hay 3 mujeres por cada 7 hombres. Y en el grupo de los mexicanos que dan empleo a otras personas sólo hay 2 mujeres por cada 8 hombres.

Esto explica, adicionalmente, que las mujeres se ocupen mayoritariamente como asalariadas y que sean amplia mayoría en el grupo de trabajadores por cuenta propia (sin empleados), esta última actividad responde en gran parte a pequeños negocios familiares incluso sin establecimiento físico cuyos ingresos suelen ser bajos.

Otra de las brechas importantes de género en el mercado laboral es el riesgo económico-laboral en el proceso de reactivación, de acuerdo con el informe La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad elaborado por la Cepal se resalta que las condiciones en las que trabajan y viven la mayor parte de las mujeres en México las empujan a enfrentar más obstáculos en el proceso de reactivación económica.

Por ejemplo, siguiendo con la proyección de una contracción de 9.0% del PIB de México, la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) estima que el 65.2% de las mujeres estará en un nivel de alto riesgo económico mientras que para los hombres la cifra se reduce significativamente a 44.9 por ciento.

Las mujeres enfrentan esta mayor vulnerabilidad no sólo por las condiciones de precarización de sus empleos, también por los sectores en los que se ocupan mayoritariamente. El comercio y los servicios, son los principales motores económicos de la economía mexicana y en los que las mujeres más trabajan, al corte de marzo del 2021 las cifras de la ENOE muestran que las mujeres representan el 64% de la fuerza laboral en los servicios sociales, el 62% en el turismo, el 55% en los servicios diversos y el 51% en el comercio.

Pese a ser las actividades más importantes para el PIB nacional, dichos rubros han sido los más golpeados por la pandemia y a diferencia del resto de actividades económicas, el comercio y los servicios por su naturaleza todavía se encuentran parcialmente bloqueados para reactivar operaciones.

Otra de las brechas importantes que se resaltan en el estudio y es posible confirmar con las cifras de la ENOE es la que persiste en la distribución y condiciones del trabajo remunerado en los hogares, rubro en el que las mujeres realizan casi la totalidad del trabajo en este sector.

Mientras el 23% de las mujeres que trabajan se ocupan como trabajadoras del hogar, sólo el 2% de los hombres tienen esta actividad como trabajo. En México se estima que existen 2.1 millones de trabajadores remunerados del hogar de los cuales 1.8 millones son mujeres que trabajan realizando cuidados, limpieza, organización y cocina en otros hogares y los casi 200,000 restantes son hombres que se dedican a actividades como transporte privado, jardinería o plomería.

La importancia de visibilizar esta brecha radica en que esta es una de las actividades más infravaloradas, invisibilizadas y más precarizadas del mercado laboral. Casi el 90% de las empleadas del hogar no tienen contratos, vacaciones, acceso a seguridad social, acceso a instituciones de salud, aguinaldo y otro tipo de prestaciones. Y aunque ya existen programas piloto para que las y los empleadores reconozcan su relación laboral con sus trabajadoras, el impacto todavía es modesto y la pandemia lo retrasó aún más.

El estudio elaborado por el departamento de la ONU para Latinoamérica alerta sobre la necesidad urgente de incentivar y dar recursos a las políticas de género en el ámbito laboral, poniendo un foco específico en la recuperación de empleos igualitaria y sostenible y en el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras del hogar. Aunque la crisis por la Covid-19 significó una transformación generalizada del mercado laboral mexicano, las condiciones previas de desigualdad han provocado que las mujeres y otros grupos vulnerables queden en desprotección y mayor vulnerabilidad. Al corte más reciente, con la ENOE de marzo 2021, podemos observar que las brechas de género persisten siendo amplias aún con la reactivación de algunos sectores de la economía.

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