Por El Bicho Politicón
Desde el siglo pasado que cursé mi educación básica que no pisaba una escuela primaria o secundaria, por lo que me dije a mí mismo, ‘ya es hora de poner pies en un plantel educativo’ y pues me pegué a una comitiva que entraba a hacer los honores cívicos respectivos y ahí estaba yo, dentro de lo que es el caldo de cultivo de lo que serán los futuros médicos, ingenieros, poetas o alcaldes.
Debo reconocer que fue un momento gozoso ver a tanto joven con su respectivo profesor tratando de meterlos en cintura, pero ellos, inquietos, espontáneos, alegres, imaginativos y mil cosas más, buscando la manera de hacer lo suyo: divertirse.
Recuerdo que a mi escuela secundaria, hace ya más de 30 años, llegó a visitar el alcalde, realmente fue como mi entrada a la política… el discurso, la comitiva, los saludos, toda la parafernalia que rodeaba al político priista (en mis tiempos no había de otros) denotaba poder.
El típico político al que se le notaba lo corrupto por todos los poros: panzón, lentes obscuros, sombrero, reloj y diente de oro, además lleno de promesas (que nunca cumplió por supuesto), hasta el día de hoy creo que lo único bueno de ese personaje era su hija, que era compañera de salón y cuyo nombre es Deisy.
Bueno, el acto al que asistí en estos días, afortunadamente ya no contó con ese personaje de la política mexicana sino con una mujer valiente que puso de patitas en la calle al corrupto priista y llegó no con promesas sino que con acciones.
Seguro que ese día los jóvenes tuvieron una mejor impresión de la política de lo que yo la tuve el siglo pasado. A mí, esa visita me sirvió para ser un militante de izquierda para tratar de sacar a esos corruptos del poder… es un gusto ver que ese sueño que tuve de joven, se ha cumplido con creces aquí, en mi Moloacán.
Pues eso.
