Robert Paxton McCulloch, el hombre que hizo que el puente de Londres atravesara un océano

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La idea de trasladar un puente de piedra centenario a un desierto a 8.505 kilómetros de distancia fue considerada un disparate por muchos en la época. Pero la hazaña acabó por ser un éxito que a día que hoy sigue generando admiración (y beneficios).

Sin embargo, nada habría sido posible sin la osadía de un genio, una idea descabellada y una impresionante obra de ingeniería.

El puente no es otro que el legendario puente de Londres (London Bridge) y las razones de su traslado las relata a la perfección una popular canción infantil: “El puente de Londres se cae, se cae…”.

Y así era.

La obra diseñada por el reconocido ingeniero John Rennie, finalizada en 1831, se estaba hundiendo en el río Támesis.

En 1965, los carruajes tirados por caballo que otrora cruzaron el puente habían dejado paso a vehículos motorizados, autobuses de dos pisos y camiones de pesadas cargas. No resistía más.

Un comité sobre puentes y obras civiles de la capital británica sabía que la solución obvia era demolerlo y construir uno nuevo, más preparado para los viajeros de la época Pero alguien tuvo una propuesta diferente

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