Mujeres indígenas trasforman el lirio acuático en artesanías auténticas.
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Román Hernández Román
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Un grupo de siete mujeres indígenas, sin importarles caminar a pie entre malezas y potreros, por más de una hora y media recorren tres kilómetros de distancia desde la ranchería Las Lomas hasta la laguna La Ramada, ubicada entre Tucta, Guatacalca y Olcuatitán, y sumergirse en las frías aguas pantanosas hasta la cintura, donde arriesgan la vida de ser mordidas por alguna serpiente para obtener el lirio acuático, para elaborar artesanías que se convierten en auténticas joyas de arte.
Todo esto, para contribuir a la economía familiar aportando sus conocimientos y técnicas con el uso del lirio acuático para elaborar artesanías. Ellas se asociaron desde hace años para crear un taller artesanal llamado “La Flor del Lirio Acuático”, cuya materia es el lirio que crece en las lagunas, mismos que cortados, secados y pintados se convierten en obras de arte y llamativas artesanías, al ser transformados por las habilidosas manos de mujeres chontales.
Doña Remedios Hernández Hernández, que encabeza el grupo de mujeres, explica: “para que tengamos lirio, nos levantamos temprano para ponernos en camino para ir a la laguna, que está ubicada a tres kilómetros a pie pasando potreros, alambres y ganado bravo para llegar a la laguna La Ramada.
Ahí nos metemos al agua y empezamos a escogerlos, desde los más largos a los más cortos; empezamos a cortarles la raíz y sacar los mazos que amarramos con cuerdas. Después regresamos a la comunidad cansadas y hasta picadas de insectos cargando los mazos al hombro, a pie pues no hay caminos, y soportando hasta ocho kilos”, puntualizó.