Testimonios de la explosión

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La comunidad de Mundo Nuevo se vio envuelta de sepelios de las víctimas de la explosión.

‘Oí la explosión; supe que mi hijo estaba muerto’

El llanto y el dolor han hecho presa de los familiares de las víctimas de la explosión en Clorados III. Tan solo en la localidad de Mundo Nuevo, en Coatzacoalcos, han llevado siete de los 28 muertos reconocidos por Pemex.

Uno de ellos es Jonathan Suárez Sánchez, de 28 años de edad, domiciliado en la calle Juan Osorio.

Su madre, Teresa Sánchez, lo recuerda como un hombre trabajador y responsable.

“Yo supe que mi hijo estaba muerto cuando escuché la explosión”, relató.

Dijo que se encontraba trabajando en las labores del hogar, a unos tres kilómetros de la zona del complejo, cuando sintió el estruendo que sacudió al sur de Veracruz

“Yo escuché la explosión cuando andaba trabajando. Rápido pensé en mi hijo y sentí algo dentro, que estaba muerto”, relató.

El resto de la familia se avocó a buscarle en la lista de lesionados en los hospitales, pues no contestaba el teléfono.

“En hospitales, en clínicas, en particulares, le buscamos en todos lados, y no tuvimos resultados”, dijo la mamá.

Fue entonces que mejor comenzaron con la búsqueda entre los fallecidos; “fuimos al complejo y allí rápido me lo dieron en la mañana. Ahora lo estoy velando para llevarlo a enterrar”.

La casa del difunto es humilde, el patio pequeño, lleno de triques, un cuarto para la cocina que también es empleado como comedor.

Con su entierro no para la tragedia.

En esta familia hay otra víctima, Alexis Alejandro López Gallardo, cuñado del difunto, quien está luchando por su vida en el Hospital General de Alta Especialidad de Veracruz.

“Mi cuñado está en coma, también le tocó, los dos trabajaban juntos, pero ese día Jonathan estaba más cerca”, relató Saraí Cue Zarate, esposa de Jonathan Suárez Sánchez.

A unas cuadras del funeral, en la calle Niños Héroes, está el de Gabriel Martínez Samudio, de 45 años. Es de las pocas personas mayores entre las víctimas, ya que todos en su mayoría son jóvenes.

‘Dejaría dos huérfanos’

Julian se quedó sin padre desde la panza de su mamá. Y así, creció con dos mamás, pues su abuela materna asumió la crianza mientras su hija se iba a trabajar.

Y ahora, 27 años después, parece que la tragedia se repite, pues Julian Rodríguez tiene a su esposa embarazada, y él está entre los que no aparecen después de la explosión.

Originario de Mundo Nuevo, dejó a su esposa embarazada y con dos hijos pequeños.Son chiquitos pero se imaginan lo peor, no ha habido nadie que se tome el tiempo para explicarles la ausencia del papá. Todos quieren que regrese.

Julián es buscado por su abuela de crianza, su madre, esposa, hermanos, tíos y otros 10 ciudadanos de Mundo Nuevo que lo quieren de vuelta.

Lo recuerdan como una persona entregada al trabajo, que estaba planeando darle una mejor vida a su familia con el sudor de su trabajo . No contaba con estudios, de chico la escuela le dio mucho trabajo por la falta de su padre y la vida dura que le tocó trabajando desde chico con su mamá de crianza.

Lo que hacía en Clorados III, lo más mortífero hasta ahora, andamiero.

‘Venía a probar suerte’

La familia de José Antonio ha viajado toda la noche y parte de la mañana desde Puebla para ubicar a uno de sus miembros, que está desaparecido desde la explosión en Clorados III.

Julian Gutiérrez Machorro, su hermano, relató que el joven se vino de Tecamachalco, Puebla, de donde es originario, en busca de suerte en el sur de Veracruz.

Ya había estado trabajando en la ciudad de México meses atrás, pero se le acabó el empleo y en su pueblo no había nada que le dejara futuro.

Por eso emigró al sur de Veracruz.

Tenía 20 días de haber llegado y trabajaba para la empresa Aresa, subcontratada por Ica Fluor, aplicando pintura no flamable.

De 22 años, no contaba con estudios técnicos ni profesionales.

Apenas le alcanzó para terminar la preparatoria y comenzar a buscar empleo.

No tenía hijos ni esposa. Los únicos que le buscan acá son su mamá y hermanos. Ya pasaron varias ocasiones a la zona siniestrada, pero el muchacho no aparece.

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