El francés se repuso a calambres y enfermedad para culminar octavo en la marcha de 50 kilómetros, tras arrancar la prueba en primer lugar.

México.- El atleta francés Yohann Diniz se convirtió este viernes en el gran protagonista de la marcha de 50 kilómetros de Río 2016, al culminar su participación en un muy digno octavo lugar luego de una serie de infortunios que lo obligaron a detenerse en varias ocasiones.

Diniz, poseedor del récord mundial en la disciplina, se había colocado en el primer lugar de la competencia desde los primeros minutos, convirtiéndose en el gran favorito para ganar la medalla de oro. El francés había fracasado previamente en los Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012, cuando en ambas ocasiones debió abandonar la competencia debido a problemas de salud.

Con todo a favor, el atleta llegó al kilómetro 15 con una clara ventaja sobre el resto de los competidores, cuando problemas estomacales lo obligaron a literalmente defecar de pie para continuar con su carrera. Con todo y la incomodidad, Diniz siguió adelante, pero la enfermedad mermó poco a poco su rendimiento, perdiendo la posición de honor.

Este bochornoso hecho hizo recordar a usuarios de Twitter cuando el año pasado orinó en una esponja para continuar su caminata; en aquella ocasión, Diniz rompió el récord mundial de la competencia.

El dramatismo continuó y en el kilómetro 35 sufrió un desvanecimiento cuando se encontraba en el pelotón que perseguía al primer lugar de la competencia. Una vez más, el francés dio una muestra de lo mejor del espíritu deportivo y se puso de pie para continuar con la carrera. kilómetros adelante, sufriría una segunda caída y minutos después un calambre, eventos que tampoco lo desanimaron, como demuestra esta fotografía de AFP donde se le ve limpiándose la sangre.

Al final, entre vítores del publico presente en el circuito carioca de Pontal y el reconocimiento de sus competidores, Yohann Diniz logró cruzar la meta en un meritorio octavo lugar, sobreponiéndose a todas las adversidades, en una de las historias que quedarán grabadas para siempre en la memoria del olimpismo.