El Machete, contra la saga criminal de los Herrera

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Pantelhó, Chis.

El 3 de agosto de 2019, cuando la Fiscalía General del Estado (FGE) ejecutó una orden de aprehensión –que había estado guardada cuatro años– contra Austreberto Herrera Abarca, se pensó que el terror de los pobladores de las comunidades indígenas de esta localidad –tomada ahora por el Ejército y la Guardia Nacional– había llegado a su fin.

Pero los hijos de Austreberto, Dayli de los Santos y Rubén Estanislao Herrera Gutiérrez, de inmediato asumieron el control y mando de la organización que forjó su padre a lo largo de 20 años y que desde entonces ha sembrado el miedo entre sus adversarios políticos y toda la población.

Desde su celda en el penal de El Amate, Austreberto Herrera no estaba desconectado de lo que sus hijos hacían desde 2019, cuando fue llevado preso, hasta el pasado miércoles 7, cuando éstos huyeron de Pantelhó, según dijeron líderes de algunas comunidades, tras el asesinato de Simón Pedro Pérez López, activista y defensor de los derechos humanos.

Paradójicamente, Austreberto Herrera, a quien sus adversarios acusan de ser el autor de varios crímenes, era el juez municipal en Pantelhó desde 2002.

Hace seis años, en abril de 2015, Austreberto y sus hijos Dayli de los Santos y Rubén Estanislao protagonizaron un enfrentamiento contra otros Herrera, a los que mataron a tiros: Édgar Eleazar Herrera Trejo, de 33 años, y Carlos Trejo Hernández, de 54. Por estos hechos fue capturado.

“Fue una matazón entre los Herrera”, dice un vecino de Pantelhó; tras el hecho, “don Austreberto y sus hijos se impusieron sobre los demás miembros de los Herrera, a quienes asesinó o logró que se fueran de Pantelhó”.

“Si fueron capaces de matar y expulsar de Pantelhó a los propios miembros de su familia, ¿qué no podrían hacer contra cualquier otro cristiano?”, dice otro vecino que también pide el anonimato.

Entre los habitantes de Pantelhó se decía que Austreberto, un ladino o caxlán, como llaman entre los pueblos indígenas a los mestizos, había matado a uno de sus hermanos, por lo que siempre vivía con el temor que sus sobrinos quisieran cobrar venganza.

Y no era para menos, años atrás del enfrentamiento de abril de 2015, cuentan los pobladores que tienen miedo a revelar su identidad, el propio Dayli de los Santos, cuando apenas tenía 16 años, en una cantina se cansó del bullyng y las amenazas que le hacía su primo Hiram Herrera, por su labio leporino.

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