Trata de recuperar esa imagen de mujer moderna que, hasta el estallido de la crisis siria, la había convertido en un icono de la emancipación femenina en el mundo árabe
A medida que la percepción internacional sobre los opositores sirios se va deteriorando entre acusaciones de violaciones de derechos humanos, corrupción o simple incompetencia, el matrimonio presidencial sirio ha ido subiendo algunos puntos en las encuestas de popularidad. Desde principios de año, ambos consortes están embarcados en una intensa campaña de imagen de cara a las elecciones de principios de junio, en las que Bashar Al Assad se presenta a la reelección sin ningún rival verdadero.
Su esposa, Asma, trata de recuperar esa imagen de mujer moderna que, hasta el estallido de la crisis siria, la había convertido en un icono de la emancipación femenina en el mundo árabe. De «Rosa en el Desierto», como la calificó la revista Vogue aún al principio de la rebelión en Siria, a paria internacional sometida a sanciones de la Unión Europea, los Assad se muestran sonrientes y confiados en sus apariciones públicas, conscientes de que, para ellos, probablemente lo peor ya ha pasado.
Nacida en Acton, Inglaterra, en 1975, y educada en el Reino Unido, Asma habla mejor inglés que árabe, y tiene estudios superiores de Economía y Administración de Empresas. Su familia, sin embargo, es de Homs, una de las ciudades más castigadas por el ejército sirio, que esta semana ha pactado con los insurgentes una rendición pacífica y una retirada sin represalias de los combatientes rebeldes. Por ello, los opositores, especialmente los de la región de Homs, la ven como una renegada. Prácticamente nadie la considera ya una víctima de las circunstancias.
«Siria es como vosotras»
En los últimos meses, Asma ha realizado más apariciones públicas que en los últimos tres años, desmintiendo así las especulaciones de que ella y sus hijos pudieran estar en el extranjero. Por ejemplo, el pasado 20 de marzo, con motivo del Día de la Madre, la primera dama siria se reunió con un grupo de madres de fallecidos en la guerra, en la que, después de abrazarlas y consolarlas, les dijo: «Siria es como vosotras: está cansada pero es firme».
Ante la deprimente imagen del pudridero sirio, ya nadie se rasga las vestiduras porque los Assad gasten cientos de miles de dólares en objetos de lujo, o por el férreo apoyo de Asma a su marido. Puede que por una temporada nadie invite al matrimonio presidencial sirio a un cóctel en la Riviera, pero ya hay voces que vuelven a comentar el exquisito gusto de Asma a la hora de escoger vestuario.