Chico Che, patrimonio del Sureste

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A 26 años de su muerte, siguen saliendo anécdotas nuevos que vivió con amigos cercanos como Jhony García.
La música de Chico Ché sigue vigente.

Archivo// Raúl Cortés

Patrimonio del Sureste, Hijo del Casino del Pueblo, corredor de motos, hombre lleno de anécdotas, solitario en ocasiones, amante del beisbol y los overoles, con una gran sencillez y humildad, es como lo describe quien fuera su amigo por más de 20 años, Jhony García Gil, uno de sus promotores en el estado.
“A 26 años de su partida, el llamado ‘Ciclón del Sureste’ sigue entre los vivos, pues la letra de sus canciones continúa cantándose, y su música bailándose, porque la gente aún lo tiene en su memoria a pesar del tiempo”, indica.
Narra que cuando el artista muere, su popularidad estaba en las nubes, al nivel de Rigo Tovar, pero nunca lo dimensionó, a tal grado que las regalías se las firmó en el Distrito Federal a un empresario de nombre Jesús Rincón, quien se quedó con todo.

“Chico Che me buscaba mucho cuando regresaba de las giras, aquí venía a mi casa, en la colonia Tamulté, así fueran las once o doce de la noche, y sentado en uno de los sillones se olvidaba de la música por un momento, y me platicaba de su padre, su niñez”.
“Y me decía que si no fuera cantante, su vida estaría encaminada en la medicina, y luego me hablaba de su adolescencia en Teapa, donde vivió un tiempo, de cómo sentía la adrenalina en su moto, de sus novias, era como desahogarse, sacudirse de la fama, porque cuando se iba después de varias horas, salía contento”.
“Recuerdo que a veces me hablaba desde los Ángeles para que le programara un baile aquí en la ciudad, y me decía: quiero estar cerca de mi gente, a la que amo tanto, los cuales empezaban desde las seis de la tarde a formarse, cuando el baile era hasta las ocho de la noche”.
Dice que en esos bailes rifaba motos, hacía concurso, y que gritaba: “pídanme lo que quieran, porque yo soy de aquí, de ustedes mi raza”.

Quería grabas con la banda del estado

“Uno de los sueños de Chico Che fue que la Banda de Música del Estado lo acompañara en el Palacio de los Deportes, pero nunca se pudo, y hasta ahí se quedó, en trámites, a pesar de que era todo un ídolo”.
Orgulloso de haber tenido esa amistad, García Gil desde su hogar sigue haciendo memoria y armando como rompecabezas los pasajes que vivió a lado del artista, “Chico Che fue una inspiración de los grupo en el Sureste, por eso lo consideró como un patrimonio; leí una entrevista de que algunas bandas van a incluir música de él, como una forma de reconocerlo”.
“Fui testigo de cómo Raúl Velasco le hablaba por teléfono para que fuera a Siempre en Domingo, pero si tenía en esa fecha una tocada aquí, le decía que no, mientras cientos de artistas hacía cola para estar en ese programa, él decía que primero estaba su gente”.
La entrevista sigue en su casa, mientras hay una música de fondo, es la canción “El partido por la mitad”, la que canta Chico Che: Ya vienen las elecciones y todo mundo quiere votar/Que voten por el partido que a cada quien le convenga más/Yo tengo mi partidito que segurito que va a ganar/Y a todos pido que voten por el partido por la mitad/¡Ay!, que viva y viva… que viva ya, el partido, por la mitad…

Lo alcanzó la depresión

De acuerdo a las palabras de su amigo Jhony García, dijo que Chico Che ya presentía algo, porque a un mes de su muerte, le escucharon en varias ocasiones decir: “Cuídenme porque no les voy a durar mucho, aprovechen, ahorren”.
“Ya vivía un poco deprimido, y llegó un momento en que permanecía encerrado en su cuarto, no quería recibir a nadie, comentaba que lo dejaran solo, pero creíamos que eran las giras, la mala alimentación, el estrés, que lo tenía así”.
“Algo que recuerdo es que a Chico no le importaba el dinero, a tal grado que una vez, al querer cambiar una llanta de su carro y abrir la cajuela, encontré un fajo de billetes, y le dije mira lo que hay aquí… y me dijo, con razón no me cuadraban las cuentas”.
Dice que no soportaba las adulaciones, a pesar de ser un hombre público, las detestaba, de ahí su humildad, arriba y abajo del escenario, “por eso el pueblo lo sigue queriendo, y dudo mucho que pueda olvidarlo”, señala.


        

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