“Confundieron a mi hijo con el equivocado”; desmienten vínculos con crimen organizado

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Por Miguel Ángel León Carmona blog.expediente.mx

Tierra Blanca, Ver.- “Ya me partieron la madre cuando mataron a mi hijo, ahora el octavo policía lo quiere involucrar con el Cartel del Golfo, pero esas son viles mentiras, nada más eso me faltaba… La verdad no me gustaría tenerlo de frente porque le escupiría la cara al muy cobarde”.

Palabras de Dionisia Sánchez Mora, madre de Mario Arturo Orozco Sánchez, uno de los jóvenes desaparecidos de Playa Vicente, a quien Rubén Pérez Hernández señala como integrante de un grupo delictivo; el mismo que inculpa al Cartel Jalisco Nueva Generación y a la Secretaria de la Seguridad Pública (SSP) como los verdugos en la masacre de Tierra Blanca.

Lo anterior, dictado ante la fiscal novena, Verónica Zavaleta García, en la ciudad de Xalapa, Veracruz. El detenido permanece aislado en el penal de Cosamaloapan, a la espera de una sentencia de Óscar Hernández Carmona, juez primero de primera instancia. Mientras tanto, la madre con la respiración acelerada advierte desde el altar de su primogénito ausente: “Tal vez no voy a revivir a mi hijo, pero sí voy a hacerle justicia. Sería una ofensa por parte de las autoridades veracruzanas que esto quedara impune, que dejaran libres a los policías”.

Dionisia Sánchez, en el día 63 de acampar en el Ministerio Público de Tierra Blanca, implora a unas cuantas figuras religiosas que lo dicho en la declaración del policía confeso y el supuesto fin de los cinco jóvenes playavicentinos no sea más que una farsa, así lo comparte.

“Para poder estar tranquila necesito pruebas. Si mi hijo ya no está exijo por lo menos uno de sus huesos. No acepto palabras ni versiones. Deberán de convencerme de lo que está sucediendo. Es mi hijo, aquí estaré sin moverme hasta que calmen mi angustia. Ya después podré irme a mi casa, a donde estaré sola lo que me quede de vida”.

La señora Dionisia es una mujer de pocas palabras, no obstante, ante la acusación de Rubén Pérez Hernández, no tiene problema alguno en desprenderse de su lado tímido y levantar la voz. Hace público las actividades de Mayito, como ella lo nombra de cariño. Además exige que sus agresores paguen por el delito de desaparición forzada.

“Mi hijo es bueno, levantaron al hombre equivocado”

El metralla, Mario Arturo Orozco Sánchez, Dionisia Sánchez aclara que el apodo se deriva de un problema al hablar de su difunto esposo, quien tartamudeaba en su infancia. A su muerte, el sobrenombre, como los gastos familiares, fueron heredados al mayor de los dos hermanos.

El joven, de 27 años, estudió Comercio Internacional, en la Primera Escuela de Tráfico y Tramitación Aduanal, (ETTA), en Veracruz, Veracruz. No acabó su carrera por problemas económicos. Desde entonces encontró gusto por el trabajo, emprendió un negocio de refecciones de carros y de esa manera sostiene a los suyos, trabajando 11 horas diarias, de 8 a 7 de la tarde. Explaya su madre que lo busca desde hace dos meses. “Mi hijo Mario abría su negocio de 8:30 a 7:30 de la noche, de lunes a sábado. Eso lo sabe todo Playa Vicente. Finalmente es un pueblo chico y ahí se sabe todo. Yo digo, si es que mi niño andaba en cosas malas, por qué tantos nos apoyan y salen a protestar y no nos dejan solos”.

La madre pide un entretiempo durante la entrevista, no es fácil hablar de su desaparecido a dos meses sin saber de él, comparte. A Dionisia Sánchez se le ve hablar con fotografías, oler prendas que desde hace semanas planchó para cuando Mario Arturo regrese. Conserva una loción Carolina Herrera 212, que rocía de vez en cuando para conservar la esencia del ausente.

Mario gusta de escuchar música con los amigos; salsa, banda y romántica son sus géneros favoritos. No es fanático de algún deporte, desde su infancia su padecimiento de asma no le permitió practicar alguna disciplina.

“A mi hijo le encantan los tacos de barbacoa, de bistec, de tripa, los acompaña con Coca-Cola. Suele llegar del trabajo por la noche y ver la televisión sin importar el canal, a veces se arrulla con el mismo ruido. Un hombre de pocas palabras, que nunca contradice a sus familiares”.

“Con esfuerzo puso taller mecánico; él se hacía cargo de mí”

El negocio del joven en Playa Vicente ha permanecido cerrado durante los 63 días, la madre debe sobrellevar los gastos con las ganancias que le deja el pintar uñas de pies y manos, el pedicure y manicure, además de su oficio como costurera.

“Con mucho sacrificio montamos el negocio. Tenía dos años de haberlo inaugurado”. Mario es el encargado de ver por su madre y su hermana. “El veía por mí, ahora me he quedado sola”.

La estabilidad económica es algo que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), resana con dos mil pesos mensuales que intercambian por comprobantes de gastos que entrega la señora Dionisia. “Si supieran cuánto cuesta vivir en el Ministerio Público… con lo que nos dan no alcanza ni para comer. Pero bueno, es un sacrificio que hago por mi niño”.

Finalmente, previo a abandonar la entrevista y atender el rosario de las 19:00 horas, la madre emite sus preocupaciones que le ocasionan insomnio; Dionisia suele mantenerse despierta hasta la madrugada, haciendo guardia en el altar de los desaparecidos:

“Espero que a esos criminales no los dejen salir nunca. Hoy nos tocó a nosotros, mañana les puede pasar a sus mismos hijos. Si hoy comento mi molestia es porque no permitiré que a mi hijo todavía de que lo hayan matado, lo quieran relacionar con gente mala. Aquí está su madre para defenderlo”.

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