Xalapa, Ver., 15 de junio de 2014
De Crisanto Grajales Valencia regularmente se habla de sus marcas, sus logros, de la figura que es en el Triatlón mexicano, candidato fuerte a ser el ganador del primer oro en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014.
Pocos saben que es un tipo de familia, que empezó en esta disciplina a los nueve años, que sí piensa en casarse y que, por el momento, cursa en línea la licenciatura en educación deportiva.
Un niño muy inquieto en su infancia, por eso sus padres, Crisanto Grajales Landa y Guadalupe Valencia Lara, lo metían a cuanto deporte se podía, encontró en el Triatlón su gusto y amor por la disciplina, pero nunca soñó hasta dónde iba a llegar.
“Nunca me pasó por la cabeza lo que ahora es mi trabajo. Hice cosas de mi edad, atletismo, futbol, basquetbol, karate, muchos deportes, pero siempre hice la carrera. Entonces como niño eso me calmaba, me ayudaba. En el triatlón la natación me costaba y me sigue costando. Parecía un gato en el agua, no me gustaba y obviamente lo hacía porque es parte del triatlón, ni modo que me lo saltara”, expresó mientras sonreía.
Crisanto recordó que su primera competencia fue en la Normal Veracruzana, donde ganó su categoría y en general quedó segundo lugar, por debajo de Giancarlo Mota Valenzuela.
“Y así empezó toda esta historia”.
En familia
Sonríe con cierta aceptación y resignación que a su familia la ve poco. Apenas en 2012, cuando se concentró por alrededor de medio año en Europa, los pudo ver en Navidad y Año Nuevo.
“Y eso creo que es mucho. Sí se extraña a la familia, es algo que tienes que sacrificar, pero ya nos medio acostumbramos, agarramos la onda de que esto es el trabajo y de que ya habrá tiempo. Los veo muy poco por los campamentos o competencias, y menos los veo en el Ciclo Olímpico porque hay que estar compite y compite. El mayor tiempo que los veo es a finales de año porque termina mi temporada”, comentó.
Y eso aunque no ande de viaje, si está en Xalapa le cuesta mucho trabajo porque hay días hasta con tres sesiones de entrenamiento.
“Los fines de semana que está más tranquilo, tratamos de estar juntos, salir a comer, cenar o ir al cine”.
Su madre es la más aprehensiva y según lo dicho por el xalapeño es la que pone el orden en el seno familiar.
“Es muy seria, pero es la que me echa la bendición, la que está al pendiente, me tiene mi ropa limpia. Le habla a algunos compañeros para que le chequen los resultados, porque como no le entiende mucho a la ‘compu’. Es muy positiva, me da muchos ánimos, aliento, lo que dice es muy sabio y nunca me regaña, eso fue cuando era adolescente, que fui tremendo y si la hice enojar muchísimo”.
Cuando algo salía mal, el veracruzano no acudía a la familia para desahogarse.
“Ahí me iba con mi segundo papá, que es Eugenio (Chímal Domínguez), que es mi entrenador, que ya tiene sus años de experiencia. Con él desde muy niño conviví, siempre estuve con él desde muy pequeño, hemos viajado y aprendido mucho. Entonces, cuando no me salen las cosas siempre checamos qué es lo que falla y qué tenemos que hacer”.
El amor
A sus 27 años, el triatleta veracruzano no piensa en una vida en pareja; es más, ni novia tiene.
“Pero seguro sí me caso, cuando termine mi carrera como a los 60 años. Para el triatleta elite, una edad en el que ya dice uno ‘ya estuvo y ya no estamos para esos trotes’ es alrededor de los 34 y 35 años”.
Lo cierto es que prefiere una mujer inmersa en el deporte, aunque no necesariamente en el triatlón.
“Es que te entiendes más, porque tuve un par de novias de la escuela, otras en el deporte y es mucha la diferencia; estaría chido que fuera de otro deporte, pero sí que hiciera algo”.
La escuela
Sabedor que en algún momento el triatlón llegará a su fin, Crisanto se alista para ese futuro y estudia la licenciatura en Educación Deportiva en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz en línea. Ya va en el cuarto cuatrimestre.
“Pero la verdad me lo llevo muy tranquilo por los horarios; llego a casa y lo que quiero es dormir”.
Y con eso se aparecería otra vitrina de trabajo para el xalapeño, porque podría participar en el ciclo de Universidad Nacional.
“Aunque conforme se acerca el Ciclo Olímpico las carreras se juntan, pero sí pensábamos en eso, esperemos algún día”.
La economía
Grajales Valencia ganó su primer dinero cuando oscilaba entre los 11 y 12 años, según recordó.
“En una carrera atlética gané el primer lugar y me dieron 50 pesos. Andaba yo contentísimo con mis 50 pesos. Como triatleta fue cuando empecé en la categoría elite en Coatzacoalcos, tenía 15 años, quedé en quinto lugar y todavía me tocó premiación”.
En esa ocasión participaron gente de talla internacional como Javier El Toro Rosas, el mismo Eugenio Chímal, Eligio Cervantes, entre otros.
“Me tocaron como dos mil 800 pesos, y luego luego a comprar ropa, a esa edad no piensas en ahorrar, te dicen pero no haces caso”.
Su primer patrocinador fue una marca de bicicletas, pero confesó que más allá de la emoción de ese logro, lo que sintió fue más presión.
“Como eres nuevo en esto y te cae un patrocinador lo primero que piensas ¿y si la riego? ¿Y si no me va bien y si me quitan el patrocinio?. Sí sentí miedo al principio. Y como estás chavo te llega el contrato como de 800 páginas y hay que firmar aquí y allá, pensé que le vendía el alma al diablo”.
Recordó que en algunas competencias, al llegar a la meta, le han colocado toallas o gorras de marcas que no son las que le patrocinan, lo que rápida y discretamente se los tiene que quitar.
“Piensas que si te toman una foto con otra cosa, ahora ya con experiencia sabes cómo se manejan los nervios”.