Don Esteban Santiago Reyes: el hombre que ya tenía su cajón y ahora hasta carro maneja

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A Don Esteban Ya le tenían su cajón ahora hasta carro maneja.

Personaje del sábado

Por Gustavo Martínez Contreras

El personaje de este sábado es un hombre que estuvo al borde de la tumba, incluso ya le tenían las maderas de su ataúd preparadas, pero como el Ave Fenix, resurgió de sus cenizas y ahora estamos aquí con Don Esteban Santiago Reyes.

¿Qué nos puede platicar de su juventud, de cuando entra a Pemex, cómo era su vida?

Yo entré a trabajar a la edad de 19 años, en el año de 1963, siempre mi trabajo fue la topografía, yo me inicié en la topografía, de ahí terminé un curso para topógrafo, ahí me ayudó mucho el ingeniero Humberto Ayón, me ayudó mucho para que me superara con lo de la topografía cuando había mucha perforación de pozos y también fui estudiando más la topografía, pero a través de los años fui cayendo en el alcohol, de hecho yo empecé a tomar desde muy joven, más cuando empecé a trabajar en Pemex, me juntaba con amigos, era yo un bebedor social, pero el alcohol tiene muchas etapas, ¿me entiende?

Uno va cayendo gradualmente en el alcoholismo a tal grado que, por azares del destino, en 1975 tuve que ir a trabajar por otro lado, estaba en el campo de Villahermosa, como había muchos ingenieros de aquí, que estuvieron trabajando, pues se me hizo fácil irme para allá porque me recomendaron luego-luego los ingenieros que conocí desde aquí, de Villa Cuichapa, ya empecé a trabajar por allá en el 75.

¿Cómo fue que se interesa por la topografía?

Porque yo empecé a trabajar en el puesto de topografía y me gustó pues, me gustó hacerlo y me dieron la oportunidad de trabajar ahí, entonces yo me quedé ahí, pero me gustó más que nada y ese ha sido muy fuerte hasta ahora.

Entonces se va a Villahermosa, ahí cambia de aires. ¿Cómo lo recibió Villahermosa? ¿Qué hizo en Villahermosa?

Pues allá yo trabajaba, yo vivía en Villahermosa pero trabajaba en el complejo de Cactus, Chiapas, todos los días viajábamos de Villahermosa al complejo, ahí fui avanzando más en el conocimiento, porque ustedes bien saben que en el complejo pues hay más experiencia en todo y ahí trabajé mucho en ese complejo, fue como en el 78.

De ahí me cambiaron a Ciudad Pemex para hacer una ampliación de la petroquímica, luego se acabó ahí y acá por Francisco Rueda para hacer un levantamiento topográfico, ya que para hacer un trabajo de esos primero entra la topografía, luego entra la tercería y luego empieza la construcción.

¿Cómo fue que se involucra cuestiones de alcoholismo?

Bueno, le vuelvo a repetir, yo era bebedor social y ahí en las compañías cada que hay estimaciones, a los supervisores, a los jefes, a los encargados y a los trabajadores y a mí como topógrafo pues me invitaban las chelas, íbamos a las cantinas y claro que uno se va enviciando y enviciando, ya después va uno agarrando por su cuenta la copa.

Como dice la canción: agarró por su cuenta las parrandas

Así es, yo trabajé por muchos campos, si yo le platicara todas las zonas que recorrí, incluso fui a hacer un levantamiento topográfico por donde hizo erupción el Chichonal, toda esa parte, luego me mandaron a Comalcalco, todos esos lugares, siempre trabajando en Pemex.

Últimamente, en el 85, estuve trabajando en Reforma, pero ya en servicios técnico-administrativos, ahí fue donde empecé a agarrar más el alcohol.

¿Qué afectaciones le dejó el alcohol?

No pues ahí sí, como le vuelvo a repetir, mi vida fue cayendo en el alcohol y en el alcohol, y una mañana, muy de mañana (me acuerdo), la ansiedad del alcoholismo, la sed; como a las seis de la mañana me dieron ganas de levantarme porque tenía la cruda que no la aguantaba, yo vivía de una colonia que tenía que cruzar un puente a desnivel, de ida cruce por el puente peatonal, ya de regreso, con alcohol en mi barriguita, ya venía atarantado, se me hizo fácil pasar por abajo y ahí me atropelló un carro por ir a buscar una botella de trago, ¡hasta dónde llega uno, fíjese!

Después de eso, estuvo en el hospital

Afirmativo, pues gracias a Dios, ya ve que Dios nunca nos deja de la mano, yo tenía por ahí una señora, que pues siempre iba a mi cuarto y ella le dio aviso a mi familia en Cuichapa, no sé cómo le hizo, pero ella le avisó a mi papá

En el hospital yo estaba inconsciente, lo que me pasó fue como a las seis de la mañana, mi papá y mis hermanos llegaron allá, pero yo estaba inconsciente.

Llegué a recobrar el sentido como a las diez de la noche, pare esto ya tenía yo aparatos por la nariz, la boca, por todos lados para ver si no estaba reventado por dentro en ese momento.

¿Cómo fue su recuperación?

Bueno después de todo, el doctor no me había dado de alta, era ya casi fin de año y quise venir a Cuichapa a pasar el fin de año con mi padre y mis hermanos, el doctor me dio chance, todavía con muletas, con la condición de regresar el próximo año, pero y no regresé.

Aquí en Cuichapa me uní al “Escuadrón de la Muerte”, yo ya venía con el tiro bajo el ala de Villahermosa y acá estuve 6 años de teporocho.

De Villahermosa llegué como el hijo pródigo en el año 1986, derrotado, fracasado por el alcohol, ya llegó y me junto al “escuadrón de la muerte” y como traía dinero era el líder de los teporochos

Así que usted encabezaba un grupo del “escuadrón de la muerte”.

A veces uno los ve en la calle, en el mercado, pero, ¿cómo es la vida estando dentro de un “escuadrón de la muerte”?

Mientras uno está ahí le parece la vida fácil, no piensa uno en nada, no se piensa en la familia, se piensa en el alcohol, en el trago, ese es su Dios, ese es su fuerte. Comida no quieres, te dan comida y no quieres, pero dale una botella de trago y ¡ah!

Ver una botella de alcohol es como ver a Dios en persona

Podríamos decirlo así de esa manera, exactamente, porque no hay otro Dios que el Dios Baco y así pasó.

Hay veces que en el hogar y la familia a uno no lo quieren, porque uno apesta se puede decir; en AA se habla de eso, no cabe uno en la familia, a veces lo desprecian a uno, pero no es porque no lo quieran, sino que uno lo busca, uno es el arquitecto de su propio destino-

Seis años de su vida viviendo en la calle, comiendo de la caridad de la gente, ¿Cómo es que salió usted de ese profundo pozo?

Antes de eso, déjeme decir, anteriormente había un mercado viejo, donde ponían dos tambos de basura, ahí los tenderos metían tomates, cebollas, camarón de ese que ya no querían, yo llegaba por ahí, agarraba tomates y cebolla y hacía una salsa y los pedacitos de camarón que ellos tiraban esa era mi comida.

A veces había cosechas de mango y ahí iba a recoger para comer, se acababa pero venía la cosecha de vaina, la semillita teníamos una latita por ahí y la cocía y a comer, cómo Dios hace.

Comía entonces fruta de temporada (risas)

Pues sí, podríamos decir se acaba eso y venía la otra fruta. Dios es grande, por eso no nos deja sin comer.

Bien, entonces ¿cómo sale de ese pozo?

Mire, mis padres ya eran creyentes, simpatizantes de donde yo estoy ahora.

¿Qué iglesia es?

Yo pertenezco a una denominación que se llama Adventista del Séptimo Día, ahí sirvo a mi Dios, pero ahora le voy a platicar cómo fue el después del alcoholismo.

En el año 92 caí en una enfermedad que se llama cirrosis, pero antes de eso yo ya había pedido mi liquidación aquí en Pemex, porque no había sido liquidado en Pemex, sino que cuando vine aquí yo ya me sentía enfermo, no tenía de donde sacar para curarme, entonces fui al sindicato a pedir mi liquidación, rápido me la hicieron, quizá porque en la oficina no aguantaban el olor del alcohol que uno despide: “despaches de una vez a ese señor que se va”, me imagino que así dijeron y me despacharon bien, bien, porque apestaba uno, porque uno apesta, sucio, mugroso.

Me dieron mi liquidación y el 22 de junio del 92 caí enfermo de gravedad, cirrosis. Mi hermano que en paz descanse fue el que me llevo al hospital, usted le puede preguntar al taxi número 25, Mario Pérez, ese me llevó a Coatza, él le puede decir quién fui yo.

Me llevó a la clínica inconsciente, bueno, me llevó mi hermano y el médico cuando me vio, dijo que ya no tenía cura, que en unos dos o tres días me iba a morir, lo que van a gastar aquí mejor utilícenlo para su sepultura, entonces mi hermano le dice, pues ya está aquí, échele la mano usted, el médico contestó que sí, que me echaba la mano, pero quien me podía salvar era Dios. Correcto, dijo mi hermano.

Me dieron medicina y empecé a recuperarme y a recuperarme, estuve una semana en el hospital, pero el tratamiento duró cinco años comiendo puro pollo asado sin sal y jugo de betabel como agua de tiempo, pero un año de puro pollo sin sal.

Ya le estaban saliendo plumas (risas)

Me dice el doctor: “y no te aburrías de tomar trago, sí quieres vivir todavía algunos años, has lo que te digo”, así que cinco años estuve bajo tratamiento.

Entonces ya llegamos a diciembre

En diciembre los adventistas hacen campañas grandes, bautizos y yo acudí a esa campaña y escuché la voz de Dios, acepté su llamado, cuando uno acepta a Jesús como su salvador personal, Dios lo recibe tal y como vas, por eso vino al mundo.

Hay un pasaje Juan 3:16 “Porque da tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquél que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna”, a eso vino Jesús, a buscar a los perdidos como yo que era uno de ellos

Ahora le doy gracias a Dios y, fíjese que, en enero del 93 estaba yo haciendo un pacto con Dios, un pacto que quiere decir que entrego mi vida a Dios y fue un día 23 de enero. Fui bautizado un 23 de enero, esa vez fuimos a Catemaco, en la laguna de Catemaco había 630 almas que estaban siendo bautizadas para el servicio de Dios, entre ellos estaba yo.

Son momentos mágicos cuando se recibe a Jesús, ¿cómo fue para usted?

¡Ah! Fue una alegría porque yo ya estudiaba y ahí me di cuenta que como el hijo prodigo llegó, así como yo, por eso ahora le debo la vida a mi Dios y sigo sirviendo en la casa de Dios, del 93 para acá llevo 24 años sirviéndole a mi Dios y espero que los años que me queden de vida pueda seguirle sirviendo para gloria de él.

A partir de su bautizo volvió a nacer, ¿cómo ha sido su vida después de su bautizo?

Pues ha sido una nueva vida, en Segunda Corintios 5:17 dice que “de modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, porque las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, ahora la vida la veo diferente, ¿qué diferencia hay? Hay un cambio de 180 grados, ya no estoy en ese lodo cenagoso, Dios me sacó de ahí, ahora me puso en la roca firme que es Cristo Jesús. Todo lo que ahora soy, se lo debo a Cristo, pero uno debe tener fuerza de voluntad. Dios pone su parte, pero nosotros también debemos poner la nuestra, porque sin él no somos nada.

En Jesús tenemos la salvación nosotros, en Hechos 4:12 dice “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Sin duda que hay personas que inspiran, que nos enseñan que el cambio es posible, que nada está perdido, usted es una de ellas, ¿Qué le diría a las personas que no ven una salida?

Yo he platicado con muchos porque esa es nuestra misión, la misión que el señor nos encargó, el Señor antes de irse a los cielos dice “Toda potestad me es dada en el cielo y en la Tierra, por tanto, id y haced discípulos, bautizarles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, yo estaré con ustedes todos los días y hasta el final de los tiempos” y esa es la misión de ir a buscar a toda la gente que está perdida, como yo estuve un día, pero hay personas que no quieren oír la voz de Dios, uno sirve de instrumento, pero hay personas que no quieren escuchar el llamado.

Muchos dicen “usted porque ya pasó su vida, yo estoy joven y necesito pasar por mis errores”, pero vivir una vida como la que tuve es tener una vida de miseria, de dolor, pero no importa, busca a Dios.

Don Esteban se despide con el versículo favorito que es Juan 3:16 “Porque da tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquél (no nada más yo, sino todo) que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna”.

Así nos despedimos de don Esteban, quien nos deja realmente con una sensación de que todo se puede en Cristo.

Amén.

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