El papa Francisco en el primer Viernes Santo de su pontificado

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El papa Francisco encabezó los oficios de Viernes Santo en la Basílica de San Pedro y rezó tendido en el suelo, como lo marca el ritual católico.

Reuters, AFP y EFE

30/03/2013 03:50

ROMA, 30 de marzo.– Miles de personas acudieron al Coliseo de Roma para ver al papa Francisco en el primer Viernes Santo de su pontificado marcado por la tradicional procesión del Vía Crucis alrededor del antiguo anfiteatro.

Francisco, que fue elegido el 13 de marzo, siguió desde la terraza del Palatino las 14 estaciones que rememoran el calvario de Cristo  escenificadas alrededor del Coliseo Romano, donde, según la leyenda, fueron arrojados muchos cristianos a los leones en los primeros siglos.

Vestido con un abrigo blanco, el Papa se sentó bajo un toldo rojo mientras que los fieles provenientes de diversas partes del mundo se alternaban llevando una cruz de madera en el día que los católicos conmemoran la muerte de Jesús.

“En ocasiones puede parecer que Dios no reacciona al mal, como que estuviera en silencio”, dijo el Papa hablando lentamente en italiano.

“Y sin embargo, Dios ha hablado, ha respondido, y su respuesta está en la cruz de Cristo: una palabra que es amor, compasión, perdón”, dijo.

“Dios nos juzga amándonos, si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva. No olviden esto”, aseguró.

“Los cristianos deben responder al mal con el bien”, dijo, instándoles a tener cuidado del “mal que continúa trabajando en nosotros y alrededor nuestro”, agregó.

Las meditaciones para las 14 “estaciones de la cruz”, que conmemoran los eventos de las últimas horas de la vida de Jesús –desde que Poncio Pilato lo condenó hasta su entierro– fueron escritas por jóvenes de Líbano, a quienes les agradeció.

“Lo hemos visto cuando el papa Benedicto fue al Líbano (el año pasado), hemos visto la belleza y la fuerza de la unidad de los cristianos de aquella Tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros. Es un signo de esperanza para Oriente Medio y para el mundo entero.”

La cruz de madera era pasada de uno a otro, incluyendo una persona en una silla de ruedas. En ese ritual participaron personas llegadas de Italia, India, China, Nigeria, Siria, Líbano y Brasil.

Varias de las meditaciones, leída por actores, se referían a los conflictos en Oriente Medio y al sufrimiento de su gente.

Una meditación llamaba a Oriente Medio “una tierra lacerada por la injusticia y violencia”.

Francisco elogió a los cristianos libaneses y musulmanes que trataron de vivir juntos y que, dijo, al hacerlo, daban una señal de esperanza al mundo.

Se leyeron oraciones para los niños explotados y abusados, refugiados, para las personas sin hogar y las víctimas de la intolerancia religiosa, la guerra, violencia, terrorismo, pobreza, injusticia y la adicción a las drogas.

También hubo oraciones contra el aborto y la eutanasia.

El Vía Crucis del Coliseo fue instaurado en 1741 por Benedicto XIV. Tras decenas de años de olvido volvió a celebrarse en 1925.

En 1964, Pablo VI acudió para presidir allí el rito y desde entonces todos los años acude el sucesor de San Pedro en la noche del Viernes Santo.

Esta fecha es el segundo de cuatro días agitados previos al Domingo de Pascua, el día más importante en el calendario litúrgico católico.

Antes del Vía Crucis, el Papa presidió en la Basílica de San Pedro la Pasión de Cristo orando durante varios minutos tendido en el suelo.

Miles de personas, entre ellas el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, asistieron al templo vaticano al rito del Viernes Santo, único día del año que no se oficia misa.

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