Encontrar a un hijo desaparecido, el terrible miedo de una madre

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Araceli Salcedo cuenta cómo tuvo que convertirse en buscadora de su hija la noche del 7 de septiembre de 2012

AMATLÁN, Veracruz .- Cuando Araceli Salcedo entró a la casa del párroco de la comunidad de Amatlán, Julián Verónica Fernández, traía una mala noticia y las malas noticias de la representante de un colectivo que busca desaparecidos en Veracruz, suelen ser terribles, incluso para ella misma. Era sábado, un día antes encontraron en el patio de una casa el cadáver de Vanessa López, desaparecida desde el 23 de septiembre de este año. Ese viernes 18 de noviembre desenterraron un cuerpo, pero sepultaron la esperanza y acabaron con 56 días de angustia ante la incertidumbre.

Araceli se sentó en el sillón de dos plazas con una taza de café dispuesta para ella que no terminaría. Entonces contó el proceso de presión al fiscal para que aprobara un cateo en el domicilio del novio de la joven desaparecida, que ante la insistencia dio la orden que una juez había rechazado por falta de pruebas y, efectivamente, bajo una reciente plancha de cemento, hallaron el cuerpo de la joven de 19 años. Encontrar un desaparecido muerto siempre es triste, cuenta, pero es encontrar y tener la certidumbre de que todo acabó y es momento de emprender el duelo.

Araceli Salcedo

El padre Julián Verónica, que la estuvo mirando atento a cada palabra, sólo atinó a decir “qué terrible”. Ambos acordaron, “sí, qué terrible”. Pero el motivo por el que Araceli llegó aquí desde Orizaba, tampoco es grato y sin embargo lo toman con ánimo, en una hora recibirán en la comunidad de La Patrona a la caravana de madres centroamericanas de migrantes desaparecidos. De hecho nada de lo que hace Araceli es grato, dice, ella no pidió hacerlo, no pidió, por ejemplo, que desaparecieran a su hija y que las autoridades omitieran buscarla y que entonces, ante tal inoperatividad, ella tuviera que salir a cavar junto a otras madres, para buscar a sus hijos debajo de la tierra. Mil 535 días buscando, y los que falten hasta que encuentre a Fernanda Rubí Salcedo.

Fernanda Rubí llamó a su mamá la noche del 7 de septiembre de 2012, eran las 10:30, minutos después sería para las autoridades del estado un dato más en la raquítica estadística de desaparecidos en Veracruz, y para Araceli la voz que no volvería a escuchar más allá de los sueños recurrentes que tiene en los que la ve volver o la escucha pedirle que vaya por ella. Araceli se convirtió en eso que no quiere ser, una buscadora de su hija.

Después de la desaparición de Rubí, Araceli emprendió la búsqueda, hospitales, cárceles, Fiscalía, nada. Ahí se dio cuenta no era solo ella porque veía a otras personas ir de un lado a otro preguntando por un familiar, supo que el mismo día que desapareció Rubí, desaparecieron a otras nueve personas, de todas sólo tres denunciaron, la respuesta de los otros fue “me amenazaron”, “tengo más familia que cuidar”, “tengo miedo”, desaparecidos sin denuncia, y después desaparecidos que nadie busca, nadie o casi nadie.

“No hay una cifra real, no hay una base de datos real en el tema de desaparecidos. Porque no sé si sepas que por estos rumbos pues es muy dado lo de las cocinas, no. Entonces lo que nosotros encontramos, cuando andamos en búsqueda de fosas clandestinas, que las hemos logrado encontrar, pues lo que encontramos son fragmentos, realmente calcinados, muy muy dañados. Fragmentos que en algunos será imposible en este momento que se les dé una identidad”, cuenta.

Araceli aprendió a desconfiar de las autoridades porque, asegura, buscar a un hijo es convertirse en una persona incómoda para el gobierno porque hay cosas que es mejor no se sepan. Por ejemplo, la cifra de la Procuraduría General de la República sobre desaparecidos en Veracruz entre enero de 2014 y  agosto de 2015 es de 45 hombres y 8 mujeres. Apenas 53 desaparecidos con denuncia en todo el estado en un año y medio. Números, nada más, sin nombre, sin edad, sin lugar de desaparición, números que en realidad tienen una familia que los busca. Sin embargo para el colectivo de Familiares de Desaparecidos Orizaba-Córdoba, que es apenas un punto del estado, son muchísimos más.

“En las primeras fosas que se encontraron aquí en San Rafael Calería, fueron arriba de 20 mil restos los que se recuperaron y no contamos las de El Porvenir y no contando las del rancho El Limón, ni contando las de Paso del Macho, mucho menos te estoy contando las últimas que están en proceso. Yo tengo  tres puntos abiertos en Taxotitlán, Veracruz; o en lo que es Moyoapan se han encontrado fragmentos, se han encontrado cráneos, se han encontrado uñas, se han encontrado dientes, material de tortura; en el otro punto que está abierto, hay, esas fosas fueron trabajadas en dos o tres tiempos, hay restos ya muy muy dañados de tiempo ya pasado, hay otros más rescatables y hay otros que incluso todavía se percibe el olor fétido conforme van escarbando. Entonces las fosas dicen que las trabajan en dos o tres tiempos. Hacen sus fechorías, posteriormente recurren a otro lado, vuelven a regresar al punto y así sucesivamente no”.

“Entonces en el tema de desaparecidos una cifra real, no la hay”, dice antes de dejar escapar un largo suspiro.

Los invisibles

“Yo tengo familias, esta semana que pasó, fueron cuatro las que me contactaron, cuatro personas, tres hombres y una mujer que tienen un familiar desaparecido, en esta semana, de acá de diferentes  puntos del estado de Veracruz. Y me decían ‘qué hacemos señora’, le digo mira, para poder ayudarte en cuestión rápida a pedir sábanas a pedir un rastreo a pedir esto, necesito que denuncien y me decían ‘no vamos a denunciar’”, dice Araceli.

Y si le preguntas por qué no denuncian, esto te dirá: “Por miedo a la autoridad. Porque la autoridad aparte de que te criminaliza, que eso es lo primerito que hacen en el tema de desaparecidos, es criminalizar a la persona, ‘en algo andaba’; en el caso de las chicas, ‘no, se fue con un rico’, ‘anda de fiesta’. Entonces las familias ya están cansadas, las criminalizan, las amenazan, porque incluso hay mamás que así directamente le han dicho al fiscal, mi MP me dijo ‘ya pagué lo busca, ya lo han de haber matado’, o sea imagínate a lo que nos enfrentamos, una insensibilidad terrible”.

Buscar es ser incómodo. El 5 de mayo de este año el alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Franco, dijo en un comunicado que Araceli andaba con hombres armados, que no avisaba de los puntos en los que iba a buscar, que la mujer que busca a su hija representa un peligro para la sociedad.

“Estamos haciendo un trabajo que no nos corresponde, estamos haciendo algo que ni siquiera queremos hacer, porque no es nada grato encontrar, no es nada grato saber que ahí varias personas perdieron la vida no, a causa de tanto dolor, de tanta saña con la que los matan. Entonces nosotros en este camino nos enfrentamos a amenazas, hostigamiento, persecución, no tan sólo de la delincuencia sino de la autoridad. Ha llegado la autoridad a tener la, no sé ni cómo llamarle de verdad, porque no es insensibilidad, de decir que uno es un peligro para la sociedad, en una ocasión el alcalde de Orizaba dijo ‘no es que la señora Araceli es un peligro para la sociedad’, sacó un comunicado, que porque yo no reportaba lo que hacía, que porque traía hombres armados, que porque traía yo tal vehículo, una sarta de cosas no. Y dices oye pues si yo no soy delincuente, yo no pedí estar aquí, yo lo único que hago es buscar a mi hija y buscar a muchos hijos de compañeras, que hoy en día pues estamos en la misma situación”.

Dejar tu país para buscar a tu hijo

La tarde cae en la comunidad de La Patrona, la campana de una iglesia sin techo repica una, dos, tres, más veces, llama a la comunidad, no a la construcción inacabada, sino a una capilla que es apenas un techo de lámina, bancas y sillas frente a un humilde altar rodeado de intemperie.

Afuera de la capilla las madres del colectivo de Familiares Desaparecidos en la Región de Orizaba-Córdoba y las del colectivo Solecito, preparan flores y cuelgan mantas, con el rostro y el nombre impreso de aquel que buscan, porque todos, en este lugar, buscan a alguien.

Por la calle principal, que corre paralela a las vías del tren, “La Bestia”, se ve a lo lejos la luz de sirenas abriéndose paso entre la oscuridad que empieza a cubrirlo todo. Es la escolta del camión que trae a las madres de los migrantes desaparecidos. Llegan. Hay Policía, ambulancias, agentes de Migración, visitadores de Derechos Humanos, todo lo que no hubo para los desaparecidos que vienen a buscar, todo eso hay esta noche.

Los familiares, que vienen de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, a pesar de que sus hijos dejaron el país donde nacieron ante la implacable violencia y la miseria para buscar una vida más digna en Estados Unidos, estos familiares aún tienen el valor para bajar del camión con las banderas de sus países en las manos. Avanzan hacia la capilla y lo que era el dolor de las madres de desaparecidos en Veracruz, se multiplica, ya no es una como en la sala del padre Julián, ya no son 50 como unos minutos atrás, ahora son más de cien personas, con un hijo arrebatado, un hermano, un sobrino, cientos de ilusiones de encontrar por lo menos un cuerpo sin vida para enterrar. La multitud se funde en un abrazo. Collares de flores abrazan el pecho de las visitantes, que tampoco quisieran estar aquí bajo estas circunstancias.

El padre Julián que cubrió su ropa de civil bajo una sotana blanca inicia la misa con esto: “Les invitamos a celebrar nuestra fe, a celebrar esta eucaristía en la que queremos pedir también por nuestros desaparecidos junto con los desaparecidos hermanos que vienen de Centroamérica y que pasan forzosamente por esta tierra veracruzana y quisiera invitarles a que esta eucaristía la ofrezcamos por una pequeña de 19 años que fue encontrada el día de ayer, estaba desaparecida, pero ya se encontró sin vida, Vanessa López, ofrecemos nuestra eucaristía por su descanso eterno, pero no solamente por ella, sino por todas las chicas que han sido asesinadas, por tantos feminicidios en nuestro estado, nos unimos al dolor de tantas familias que han perdido a sus hijos pero también nos unimos a las familias que han perdido a un ser querido, que ha sido desaparecido en nuestra comunidad, La Patrona de Los Ángeles de Amatlán, de Córdoba, Orizaba, como se darán cuenta hay mucha razón para unirnos, para no estar solos y para hacer una red de apoyo desde lo más sagrado que tenemos nosotros que es la fe, por eso hoy queriendo, de veras, ser un signo de amor para nuestro mundo queremos abrir nuestras puertas para ustedes mamás que vienen con la esperanza y el anhelo de encontrar a sus familiares, nos unimos a su búsqueda, hacemos nuestra esa búsqueda, y las invitamos a que hagan suya también la búsqueda de las mamás que están aquí con nosotros, de sus familiares, hijos, hijas desaparecidos. Que el Señor tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna” y un amén colectivo retumba como el recorrido de una ola.

Araceli toma un micrófono para decir unas palabras a los familiares que escuchan atentos, les pide entonces una foto de sus desaparecidos, porque dice, los desaparecidos son de todos y lo que no ve una, lo puede ver otra. Seguirán buscando, no un hijo, sino todos los hijos desaparecidos. Aquí, en este momento, un sentimiento creado por el cristianismo y que han asimilado y hecho suyo, hermana a todos, fe, le dice el padre Julián.

Si las cifras de los desaparecidos en Veracruz y el país entero parecen burla o locura absoluta, las de los migrantes desaparecidos son niebla. La mayoría de familiares de los migrantes desaparecidos ni siquiera saben en qué punto de la travesía en la ruta hacia el norte desaparecieron, pero la sospecha es general, pudo ser Veracruz.

Hay un pase de lista con los nombres de los migrantes desaparecidos y después de cada nombre un general “presente”, aunque en realidad no estén. Uno a uno con voces quebradas se repiten los nombres que se ha tratado de enviar al olvido, con una capa de tierra encima, con un número en una lista fallida, con intimidación y amenazas, tabula raza fracasada porque estas madres no olvidan y gritan fuerte aunque con la voz quebrada que deja el recuerdo y la esperanza en algo francamente incierto. Al fondo, entre nombres y presentes, silba “La Bestia”.

La caravana parte a recorrer el suelo mexicano que de una u otra forma intenta tragarse el nombre de sus hijos.

Antes, en la casa del padre Julián, Araceli dijo, “y quién la va a buscar si no soy yo, que soy su madre”.

2 COMMENTS

  1. donde encontrar a mis padres no tengo como buscar y donde encontrar ninguna pista parece q soy uno mas en la lista desaparecidos

    • no pierdo las esperanzas de que algun dia los encontrare solo quiero conocerlos no tengo intencion de mal interpretarlos xq mi ideal es verlos asi no pueda tenerlos

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