“LA BENDICIÓN DE CAMINAR CON DIOS”.

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Dr. William Soto Santiago

Y para ver esa bendición que hay en caminar con Dios vamos a leer la historia condensada de uno que caminó con Dios, llamado Enoc, y se encuentra en el Génesis, capítulo 5, versos 21 al 24, donde dice:

“Vivió…”.

Este fue el hijo… Enoc, hijo de Jared. Dice:

“Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén (o sea que engendró al hombre que más vivió, que vivió 969 años).

Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.

Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.

Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”.

Y San Pablo nos dice en el capítulo 11 de su carta a los hebreos… capítulo 11 de su carta a los hebreos nos habla San Pablo; vamos a ver el verso 5 (es uno de ellos). Dice:

“Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto (o sea, raptado), tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Que Dios bendiga en nuestras almas Su Palabra y nos permita entenderla. En Enoc podemos ver la bendición que hay en caminar con Dios. Y Enoc, siendo tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, veamos las bendiciones tan grandes que Cristo tiene para todos los que caminan con Él.

La Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico nació en el Día de Pentecostés en Jerusalén, y ha estado caminando con Dios de edad en edad. Y es un privilegio y bendición grande para la Iglesia de Jesucristo caminar con Dios, caminar con Cristo, y tiene la promesa para el Día Postrero de ser llevada por Dios; será llevada por Dios a la Casa de nuestro Padre celestial.

Cristo dijo en el capítulo 14 del Evangelio según San Juan: “En la Casa de mi Padre muchas moradas hay; voy pues…”. Si no fuera así, dice que lo hubiera dicho antes, dice… Vamos a leerlo directo aquí: Capítulo 14, verso 1 en adelante, dice, de San Juan:

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez (o sea, Su Segunda Venida), y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Aquí el camino a la Casa de nuestro Padre celestial, el camino al Padre celestial, es Jesucristo; y creyendo en nuestro amado Señor Jesucristo y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu, vamos caminando hacia la Casa de nuestro Padre celestial. Ese es el Camino en el cual hay que caminar para llegar a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.

Así como Enoc caminó con Dios, y le llevó Dios para no ver muerte, así se llevará uno de estos días Cristo a Su Iglesia, que ha estado caminando con Cristo, con Dios, desde que nació el Día de Pentecostés; y para este tiempo final la llevará a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Casa de Dios, así como Enoc caminó con Dios y se lo llevó Dios, lo raptó.

Y ahora, la Iglesia de Jesucristo tiene la promesa de ser raptada para el tiempo final; y cada individuo que ha caminado con Jesucristo en la edad que le ha tocado vivir, habiendo creído en Cristo como su Salvador y habiendo lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y habiendo recibido Su Espíritu, tiene la promesa que será llevado por Dios, por Jesucristo, a la Casa de nuestro Padre celestial, en el rapto o arrebatamiento de los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, los cuales componen la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes, en la séptima etapa de la Iglesia viene ese momento en donde Cristo le dice a Su Iglesia, en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1… Con esa Voz poderosa de Trompeta, miren cómo Él llama a Su Iglesia; aquí dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

El llamado de Cristo a subir, ese es un rapto espiritual para la Iglesia de Jesucristo y todos los que componen Su Iglesia para este tiempo final, en donde son llamados a subir de la séptima edad a la Edad de la Piedra Angular, que es la edad eterna de la Iglesia de Jesucristo, representada en el número ocho; porque ocho representa eternidad.

Y es en la Edad Eterna de la Piedra Angular donde la Voz de Cristo en este Día Postrero, en este tiempo final, estaría hablándole a Su Iglesia y a todos los que componen Su Iglesia.

Y al subir a la Edad de la Piedra Angular, la Iglesia de Jesucristo ha subido, ha pasado a una edad eterna, en la cual se encuentra en la actualidad; o sea que ha sido raptada de las edades temporales y edades que ya han transcurrido: ha pasado a la Edad Eterna de la Piedra Angular; y sus miembros como individuos han tenido un rapto espiritual, y pronto se les materializará ese rapto en un rapto literal, en donde seremos transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial.

Todo lo que Él está haciendo en el campo espiritual se materializará en todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y llegaremos a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial, en este tiempo final.

Ahora, vean ustedes, la Iglesia de Jesucristo, que ha estado caminando con Cristo de edad en edad, ahora miren dónde se encuentra en este tiempo final: se encuentra caminando con Cristo en la Edad de la Piedra Angular y escuchando Su Voz; y siendo preparada para ser transformada y raptada en este Día Postrero, tener un rapto literal de todos sus miembros, tanto de los que han partido en las edades pasadas, los cuales serán resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Vean la bendición tan grande que hay en caminar con Dios.

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