Por Dr. Andrés Alor Hernàndez
(TANATOLOGO)
Buen día a todos los lectores del periódico de todos los Moloacanecos. 60 minutos. Este día a tono con la celebración del día de muertos, una tradición en México. Hablaremos un poco de ella. A la muerte debemos verla desde varias perspectivas: la humanista, la religiosa y la espiritual; de lo que significa morir y lo que hay después de la vida; la finalidad de la misma es eliminar el miedo a la muerte y dar plenitud a la vida. Este es el trabajo de los Tanatólogos.
Patricia Beatriz Denis Rodríguez, dice que La muerte pone fin a la vida y que suscita en el hombre las más grandes reflexiones y profundas preguntas. El mundo occidental se caracteriza por tener la incertidumbre de la muerte, y con frecuencia sentimos temor de morir, aunque sabemos que es el único porvenir seguro que tenemos como seres humanos. Comentando con mis compañeros de grupo llegamos a la conclusión que Dios y La muerte todo el tiempo están junto a nosotros, pero los ignoramos por nuestra soberbia hasta que nos llegue el despertar espiritual como dicen los alcohólicos anónimos, esto nos llevara a transformar nuestra vida inútil y desesperada en una existencia útil, provechosa y feliz. Al respecto veamos algunas reflexiones
“La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo”.
“.Desgraciado quien no haya amado más que cuerpos, formas y apariencias. La muerte le arrebatará todo. Procurad amar las almas y un día las volveréis a encontrar”.
Victor Hugo
“si la muerte te tocara hoy y te ordenara que la siguieras, no podràs pedirle, un nuevo amanecer para poder abrazar, a quien quieres”.
Jesus vivo
A la muerte el Señor la decreto para todo ser viviente: ¿rehusaras algo que le pareció bueno al altísimo? Ya sea que hayas vivido diez, cien o mil años a nadie le importara eso en la morada de abajo.
Siracides 41,4
Acuérdate de mi sentencia que un día podrás repetir: ¡ayer fui yo, hoy serás tu!
Siracides 38,22
Filósofos y pensadores que han existido a lo largo de los tiempos, como Platón, Aristóteles o Epicuro, han tenido como objetivo dilucidar el significado de la muerte y auxiliar al ser humano en su temor frente a ella.
Las religiones o creencias en torno a la vida, como las de los judíos, cristianos, hinduistas, budistas y demás, tienen variados conceptos y rituales de la muerte, pues algunos creen en la posibilidad de la reencarnación o la resurrección, o de una vida eterna en el cielo o en el infierno.
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera, vivirá, y todo el que vive cree en mi, no morirá para siempre”
Juan 11,25
“En verdad les digo. El que escuche mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna, ya no habrá juicio para el, por que ha pasado de la muerte a la vida. Sepan que viene la hora, y ya estamos en ella, en que los muertos oirán la voz del hijo de Dios y lod que la escuchen vivirán”
Juan 5.24,25
El sentido de la muerte en el México prehispánico y en nuestras etnias actuales está ligado a ciertos dioses y a la vida después de la muerte; de hecho, el mexicano actual ha llenado su mundo de mitos y leyendas, de poemas, canciones, dichos populares y de una mezcla de temor y humor; incluso se dice que nos burlamos de la muerte o reímos de miedo, como sucede en esta fabula:
“Cuenta una leyenda persa que en una ocasión, un joven jardinero del palacio, se encontró en el mercado con la muerte, la cual le hizo extrañas muecas. El jardinero aterrorizado le contó al príncipe lo sucedido y le suplico que le prestara el caballo mas veloz para huir a Bagdad. Al día siguiente, el príncipe se encontró con la muerte y le pregunto porque había asustado el día anterior a su sirviente. La muerte replicó: no lo asuste, solo me extraño verlo aquí, ya que tenía una cita conmigo en Bagdad”
¿Estamos preparados para morir? es un proceso natural de la vida, tan cotidiano como el nacer; el problema está cuando nos toca de cerca, pues en ese momento atravesamos por una serie de sentimientos tales como fragilidad, vulnerabilidad y amargura, las cuales no estamos preparados para enfrentar y vivir con ellas; la mente reacciona de manera diferente cuando este trágico suceso llega a nuestras vidas, entonces las reacciones son intensas, con cambios psicológicos, conductuales y emocionales que marcan la vida por lapsos variables. Entonces entramos en un proceso normal de duelo que significa dolor.
El duelo es el proceso que cada ser humano experimenta de diferentes formas e intensidades que varían según la edad, el sexo, el vínculo afectivo, la fortaleza emocional y espiritual y hasta la cultura a la que pertenecemos. Al respecto la Biblia dice:
“Hijo mio derrama lagrimas por un muerto y entona la lamentación que expresará tu dolor. Luego entierra su cuerpo como se debe, no descuides nada referente a su sepultura, gime amargamente, golpéate el pecho, haz el velorio como conviene por uno o dos días para marcar la separación, luego consuélate de tu tristeza, por que la tristeza lleva a la muerte y la pena interior consume las energías. Que la tristeza se acabe con los funerales: no puedes vivir siempre afligido. No abandones tu corazón a la tristeza, échala y piensa en tu propio fin ¡no lo olvides es sin vuelta, tu te perjudicarías y no le harías ningún bien. Acuérdate de mi sentencia que un día podrás repetir: ¡ayer fui yo, hoy serás tú! Desde el momento en que el muerto reposa, haz que también repose su recuerdo, consuélate desde el momento en que haya expirado”.
Sirácides 38.16-23
La finalidad del duelo es recuperarse de la manera más saludable en el tiempo más corto posible y alcanzar en ese tiempo el equilibrio emocional, y no transcurrir de un duelo considerado “normal” a padecer un duelo patológico, que es cuando se vive y se reacciona con sentimientos y emociones desproporcionados a los que se esperan cuando un ser amado muere. Este tipo de duelo requiere ayuda profesional inmediata.
Las etapas del duelo europeo difieren de las del mexicano y, en general, de las del latino, según opina la doctora Elisabeth Kübler-Ross, quien es considerada como la madre de la tanatología. Propone que la elaboración del duelo ocurre en cinco etapas: negación y aislamiento, ira, regateo, depresión y, finalmente, aceptación. En México, el doctor Alfonso Reyes Zubiría tiene una visión distinta respecto del proceso de duelo y de las emociones anteriormente descritas. Al mexicano –señala– lo caracteriza la religiosidad y el apego a la familia, ingredientes que lo hacen vivir estas etapas de manera distinta al europeo; refiere sentir una gran tristeza a lo largo del proceso de duelo, pero la religiosidad hace que alcance en la mayoría de los casos la aceptación mediante la fe. Las etapas que el mexicano vive son, entonces, la depresión, la ira, el perdón y la aceptación.
En la partida de un ser querido dice M.A. Garibay Morales en su libro, distintas pueden ser las causas por las cuales tu ser querido a dejado este mundo, algunas veces, esa persona que te ha dejado es alguien mayor, que ya había vivido varios años y que estaba cerca de su partida, en otras ocasiones el ser que se va, enfrentó una larga enfermedad. Cualquiera que sea tu caso es lógico que te duela la partida de esa persona, quizá tuviste el tiempo de despedirte y agradecerle que haya estado contigo en todo momento. Si es así, quizá sea mas fácil asimilar la pérdida física y te encuentras tranquilo y sereno, pero si tu eres de los que jamás esperaron esa partida en forma súbita, seguramente te será sumamente difícil digerir este trago amargo.
Es lógico que al principio tratemos de negar la existencia de la muerte, muchas veces pasamos horas semanas o meses negando el hecho de que esa persona especial y tan querida haya partido de nuestras vidas, otros pasamos días como “zombies”,sin querer comer y durmiendo mal pues a cada rato nos despertamos sobresaltados y angustiados.
Es importante enfrentar la pérdida, es la única manera de salir adelante, llora grita o enfurécete con todo y contra todos si quieres, es bueno expresar lo que sientes, no te quedes con nada dentro. Una vez sacado todo, participa en el funeral activamente, en las decisiones de arreglo, organización y hasta donde se sepultará, esto te ayudara a enfrentar con realidad este lamentable momento.
Si logras estar cociente de todo lo que estas experimentando estarás dando el primer paso hacia la superación del trauma que deja la pérdida física de tu familiar o amigo.
El tanatólogo deberá asistir a estas personas para que logren la aceptación del hecho en estos casos, y orientar a la familia a vivir un proceso de duelo lo más saludable posible y en el menor tiempo.
La tanatología es una disciplina científica que estudia las conductas que pueden representar una amenaza para la vida; es una ciencia multidisciplinaria de la que hoy se habla más frecuentemente y que tiene resultados considerablemente útiles.
En la actualidad, hay un gran número de personas preparadas para ayudar a curar el dolor del proceso de morir, tanto en el enfermo como en la familia. El trabajo tanatológico no termina con la muerte de alguien, sino que continúa hasta que el familiar concluye su trabajo de duelo y llega a la verdadera aceptación de la muerte de su ser querido.
¿Cómo podemos hablarles a los niños sobre la muerte?
La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, fundadora de la Tanatología nos habla en su libro “Sobre la muerte y los moribundos” acerca de que los niños tienen una idea diferente de la muerte y esto se ha de tener en cuenta para hablar con ellos y comprender sus reacciones ya que muy pocas personas se encuentran cómodas hablando a un niño de la muerte.
Hasta la edad de tres años, a un niño lo único que le preocupa es la separación, la muerte no es considerada un estado permanente para un niño de tres a cinco años. Después de los cinco años, la muerte suele representarse como un hombre, un ogro que viene a llevarse a la gente; todavía se atribuye a una intervención exterior.
Entre los nueve y los diez años, empieza a manifestarse la concepción realista, es decir, la de la muerte como un proceso biológico permanente.
Los niños reaccionarán de diferentes maneras ante la muerte del padre o de la madre: desde la retirada silenciosa y el aislamiento, hasta el llanto a gritos que a trae la atención en un intento de sustituir así a un objeto perdido querido y necesitado. Como los niños todavía no pueden diferenciar entre el deseo y la acción pueden sentir un gran remordimiento y culpabilidad. Se sentirán responsables por haber matado a los padres y temerán un castigo horrible. En otros casos, pueden tomar la separación con relativa calma y hacer afirmaciones como “volverá para las vacaciones de verano”. O guardar secretamente una manzana para su madre difunta, para que tenga bastante comida en su viaje.
Si los adultos que ya están bastante trastornados durante este período, no comprenden a estos niños. y los regañan o corrigen, los niños pueden retener en su interior, su pesar, cosa que a menudo es origen de perturbaciones emocionales posteriores.
En un adolescente, sin embargo, las reacciones no son muy diferentes de las de un adulto. La adolescencia de por sí ya es una época difícil, y a menudo la pérdida del padre o de la madre es un peso excesivo para un joven. Deberíamos escucharles y dejarles airear sus sentimientos, tanto si son de culpabilidad o de rabia, como de pura y simple tristeza.
La ayuda mas importante que podemos prestar a cualquier pariente, sea niño o adulto, es compartir sus sentimientos antes de que se produzca la muerte y permitirle superarlos, tanto si esos sentimientos son racionales como irracionales.
Los pacientes moribundos jamás mejoran en lo físico pero si en lo emocional y espiritual
Nos ponemos tu servicio para ayudarte a plantear y resolver tus necesidades, optimizando tu vida afectada por la enfermedad. Aclarar con la familia dudas, orientar en los aspectos económico, psicológico, religioso y espiritual, protegiendo la independencia de sus miembros, particularmente cuando el final sea largo. Ya que es importante en ambos ( enfermo y familiar) cerrar círculos o asuntos inconclusos de tipo emocional.
“Al conmemorar el aniversario de la muerte de tu hija Magdalena Alor Hernández y de todos los difuntos, te pedimos señor, que derrames en ella y en todos, tu misericordia y le concedas participar del premio de tus elejidos. por Cristo nuestro Señor. Amen”.
Dales señor el descanso eterno. Y la luz perpetua los alumbre”