LA OBRA DE LA TROMPETA FINAL

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WILLIAM SOTO SANTIAGO

Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, donde dice: 

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.      

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,    

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.                           

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

En este pasaje bíblico que hemos leído del apóstol San Pablo escribiéndole a la iglesia de los corintios en Asia Menor, les habla de la resurrección de los muertos en Cristo, les habla también de los que están vivos y serán transformados, y les habla también del tiempo en que eso va a suceder, lo cual es el tiempo en donde la Trompeta Final estará sonando para así obtener nosotros la transformación de nuestros cuerpos y así ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; promesa que está hecha por Dios tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

Jesucristo también habló de la resurrección de los muertos creyentes en Él en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, y dijo:

“Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. El mismo Jesucristo habla acerca del Día Postrero y dice que Él resucitará a los que han creído en Él, los resucitará en el Día Postrero si sus cuerpos físicos han muerto; pero si están vivos, San Pablo dice que seremos transformados.

Y ahora, esto está prometido para el Día Postrero, conforme a las palabras de Cristo cuando dice: “… y yo le resucitaré en el Día Postrero”.

Y ahora, ¿qué es el Día Postrero?, ¿cuál es el Día Postrero?

San Pedro nos dice en su segunda carta, capítulo 3, verso 8: “Porque un día es como mil años, y mil años como un día”. Vamos a leerlo directamente de la Escritura, para que tengan ese pasaje claro. Dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.

Un día delante de Dios, para los seres humanos aquí en la Tierra son mil años; y mil años de los seres humanos aquí en el planeta Tierra es solamente un día delante de Dios.

Por eso es que el apóstol San Pedro y el apóstol San Pablo, hablándonos de aquellos días de Jesucristo y Su ministerio terrenal, y luego hablándonos de la Venida del Espíritu Santo, nos dicen que aquellos eran los postreros días que habían comenzado.

¿Y cómo pueden ser los postreros días aquellos días en donde Jesús estaba predicando si ya han transcurrido dos mil años aproximadamente? Vean cómo dice San Pablo en hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Dice que nos habló por medio de Su Hijo en los postreros días.

¿Y cómo pueden ser aquellos días en que Jesucristo estaba predicando, cómo pueden ser los días postreros, si ya han transcurrido de aquellos días hasta este tiempo dos mil años? Es que un día delante del Señor es como mil años para nosotros. Y cuando la Escritura nos habla de los días postreros son los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos representan los tres milenios postreros; y los tres milenios postreros son el quinto milenio, el sexto milenio y el séptimo milenio.

Y el quinto milenio comenzó cuando Jesucristo tenía de 4 a 7 años de edad. Por lo tanto, el ministerio de Jesucristo (a través del cual Dios estuvo hablándole al pueblo hebreo) fue realizado en los días postreros, en el primero de los días postreros delante de Dios, que es en el primero de los milenios postreros de los seres humanos.

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