POR JUAN MANUEL JIMÉNEZ GARCÍA.
EL CASO DEL POLICÍA DEL IPAX.
En este caso que ya todos conocemos no hay medias tintas, el asunto es así de simple; un policía bueno haciendo su trabajo y un ciudadano malo que no respeta las leyes, no deberíamos estar confundidos y estar debatiendo quien tiene la culpa, solo debemos esperar que se cumplan las leyes, cosa que no ha sucedido en esta situación.
Pero algo está fallando en nuestro sistema de justicia porque en un caso ordinario de una captura de un criminal como sucedió el lunes, tenemos que estar exigiendo que se aplique la justicia pero no para el ladrón sino para el policía que se encuentra atrapado en los laberintos de argumento legaloides que lo mantienen privado de su libertad.
Pareciera que estamos jugando a un mundo al revés, donde los malos pretenden ser buenos y los buenos los convierten en malos, en cualquier otro país que me diga en estos momentos se estuviera condecorando a este policía por haber efectuado un acto por el cual los cuerpos policiacos fueron creados; “proteger a la ciudadanía”
Mas sin embargo al héroe de esta empleada de un negocio de telefonía celular lo tenemos encerrado en una cárcel esperando que el delincuente le otorgue el perdón judicial y si esto no sucede puede pasar meses o años en un Centro de Readaptación Social por cumplir con su deber, no cabe duda que el mundo está de cabeza.
Lo reprobable también de este caso que ha unido la opinión de los choapenses es la actitud mostrada por la Fiscal Altagracia Márquez Martínez que ha tardado en tomar una resolución a favor del policía, cuando en otras ocasiones ha dejado en libertad a los delincuentes en cuestión de horas.
Sabemos que el asunto se trata de dinero, de mucho dinero pero esto que sucedió el lunes en el centro de la ciudad no es un caso simple y que no hay motivo por el cual se esté pidiendo una fianza que la familia de Juan Molina no puede pagar, decirle a la fiscal que a veces se gana y a veces no y estoy seguro que pensó que sería otro caso mas donde se deja en libertad a los malos por una suma de dinero.
No se imaginó que la presión de la ciudanía se iba a sentir a través de las redes sociales y cuando se dio cuenta ya tenía al chamaco atravesado, tarde se dio cuenta de la calabaceada que se hizo al esperar que el inocente ladrón diera su declaración y con esto las cosas se le complicarían para realizar un dictamen del caso.
Pero aquí hay factores que marcan un peligroso precedente en la impartición de justicia a nivel local; uno de ellos es el mensaje que se le está dando a los policías con esta actitud de las autoridades; no se metan con los ladrones porque ellos son intocables, y si ven a alguien que está siendo robado hagan como si no vieron nada.
Son las paradojas de las nuevas leyes que entraron en vigor hace unos meses y que a ojo de buen cubero los ciudadanos que todos los días se levantan y salen a trabajar para darle una mejor calidad de vida a su familia están indefensos, a merced de cualquier pelafustán que ni trabaja ni estudia y que solo vive para chingar a la sociedad.
El coraje de la ciudadanía es con justa razón porque ya están hartos que las autoridades no hagan nada al respecto, porque puede ser cualquier miembro de la familia que le suceda lo que le paso a esta joven y no se castigue a los responsables por tener una fiscalía que no hace bien su trabajo, o lo que es peor defienda al delincuente.
Hoy hemos entrado a un debate donde estamos discutiendo que si el policía actuó de mala fe, que fue abuso de autoridad, que accionó su arma, que no fue en defensa propia, que el delincuente estaba desarmado y tantas tonterías mas solo para justificar el accionar de una fiscalía que no funciona y que no trabaja.
Hoy estamos desgarrándonos las vestiduras para defender a este tipo que robo a plena luz del día y ante la mirada de ciudadanos que se dirigían a sus trabajos o actividades, hoy estamos discutiendo de las heridas ocasionados por las balas del policía que hizo su trabajo, nos desviamos del verdadero objetivo que es combatir a la delincuencia.
Pero pobrecito el ladrón no traía zapatos más que chanclas, compréndanlo porque viene de una familia disfuncional, le hizo falta la presencia del padre y por eso es así, el delincuente es buena onda pero no sabemos que le pasó, cometió un error como cualquier otra persona y lo peor de todo que pretenden chantajear a la opinión pública escudándose en una religión para tapar sus pecados.
Desde luego que aplaudo el comportamiento de Juan Molina, ojala hubiera muchos policías como él, estoy seguro que Juanito solo quiso hacer justicia, solo quiso ayudar, estaba haciendo su trabajo y por eso el enojo y la rabia por el trato que se le está brindando, por eso la indignación que la propia justicia lo trate como delincuente cuando el malo es el otro, estamos confundidos como sociedad a lo malo lo llamamos bueno y a lo bueno lo llamamos malo.
Pero bravo Juanito, gracias por tu valentía, gracias por demostrar que al igual que la mayoría de los ciudadanos estás cansado de estas personas que solo se dedican a quietarle el patrimonio a los que de verdad trabajan, a la gente buena, a la gente honrada y que a pesar que la justicia no te da la razón eres un héroe para muchos de nosotros.
Que a pesar que los fiscales no realizan su trabajo y que por ese motivo puedas ser encarcelado, que a pesar que el ladrón pueda salir libre y planear su siguiente fechoría, gracias por haber unido al pueblo de las Choapas en pedir justicia, en haber hecho posible que ciudadanos de todos los sectores levanten la voz.
Desde luego que nos quedamos con ese sabor de boca amargo, imaginamos que la historia sería diferente, que te llamarían a Xalapa para que tus superiores te dieran un ascenso o un aumento de sueldo, pensábamos que te pondrían de ejemplo para muchos compañeros pero no fue así y hoy las autoridades están a punto de mandarte a la cárcel.
No hay medias tintas, no nos confundamos Juan Molina, el policía del IPAX es el bueno, el que defendió a la ciudadana, el otro es el malo, el que robo un teléfono celular que con mucho sacrificios compró la joven…POR FAVOR NO NOS CONFUNDAMOS.
