Por Gustavo Martínez Contreras
Los teóricos del imperio, los llamados Chicago boys, nos han regalado una forma muy particular de hacer política que pasa casi imperceptible y se va acomodando de manera “natural” en el comportamiento de la sociedad, tal es el caso de la teoría del shock o política de choque.
Se trata, básicamente, de que si se tiene una medida no popular que implementar, puede ser el gasolinazo o las reformas estructurales, se crea un problema de urgente solución y que le meta miedo a la gente, así han funcionado las fiebres aviares, el flu, las movilizaciones de la CNTE o los recientes saqueos a tiendas departamentales.
Los medios de comunicación se encargan de repetir hasta el cansancio de lo peligroso que son y que no hay que salir a la calle, bajo pena de contagiarse o de quedar atrapado por los “barbaros” que se movilizan, la gente termina por creerse la basura que le dicen en televisión y termina condenando a los rijosos y pensando que no son maneras de protestar o simplemente se vuelve apática y creyendo que todos son lo mismo, en todo caso las “movilizaciones” terminan y el objeto de la protesta se pierde y terminamos pagando las consecuencias, es decir, nos abrochan y ni cuenta nos damos.
Llevamos 30 años de la aplicación de medidas neoliberales y sus políticas de choque que han dado como resultado la pérdida de conquistas laborales, sociales, económicas para le gente común, la política y los políticos son más corruptos, los ricos se han vuelto más ricos y los pobres más pobres. Alguien tiene que pagar el banquete.
Por cierto, ésta semana tenemos una apuesta entre los cuates y se trata de adivinar la nueva burrada del alcalde de Moloacán ¿qué será lo que hará? ¿qué asunto tendrá su solución “provisional”? yo pienso que le hace falta una buena política de choque.
Nos vemos en la próxima entrega, oiga usted.
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