Por Gustavo Martínez Contreras
Cuando parecía que los demonios andaban sueltos y la concesión del muro de Trump había sido para la empresa OMG o que se hizo oficial el triunfo de Donald (no el pato) en las elecciones de EUA no hallaba que hacer de la angustia que esto último me producía, lo bueno que en México tenemos políticos de la estatura de san Andrés que con su habla pausada y su filosofía zen, vino a dar tranquilidad a millones de personas que creíamos que con Trump llegaba el anticristo personificado al declarar que no habría problemas, que ellos son independientes y nosotros también, nomás faltó que nos diera la bendición ¡uf!
Es que no era para menos el desasosiego que sentía mi espíritu, la idea de que Trump ganara la contienda electoral y que sus amenazas, como la construcción del muro o la deportación de millones de compatriotas, se vieran cristalizadas me tenía verdaderamente deprimido.
Y para mayor paz para mi corazón, la llamada que le hizo Enrique (ya como amigos del alma) felicitándolo por su triunfo y diciendo que van a trabajar en armonía y colaboración y que ese muro no se toca ni con el pétalo de una rosa, bueno pues, que pude dormir tranquilo.
Oiga usted, qué me dice de lo de Padrés (el finísimo exgobernador de Sonora), al final no supe si fue detención, invitación, arraigo o “procedimiento administrativo” como dijo su abogado (el flamante ex procurador de Zedillo, Lozano Gracia) porque lo trataron como VIP al dejar que se fuera en su lujosa camioneta hasta el juzgado, ¿acaso no llevaban orden de aprehensión?
Oiga usted… ya que estamos tranquilos, regálenos la entrega del señor Duarte, aunque sea como cortina de humo.
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